lunes, 31 de mayo de 2010

Violar mujeres es «normal

Tino Gatica.—En pleno Siglo XXI el hombre sigue ejerciendo su derecho de propiedad sobre las mujeres. Si es con violencia mejor. Qué más da que una vieja sea violada, si nadie dice nada.
Una nota que pasó inadvertida para muchos lectores y lectoras de periódicos se dio a conocer en el periódico El Sur, de circulación estatal en Guerrero. El hecho, ocurrió en una populosa colonia del puerto de Acapulco. Con tantos sucesos violentos exarcebados que están ocurriendo en el estado y en todo México, es «natural» que nadie haga escándalo porque violaron a una jovencita.
En un asunto de sintetizar ese hecho, ocurrió que un varón de 75 años espió a una vecina de 16 años de edad, a la que pudo atajar hasta llevarla a su hogar, en esa misma colonia. Era su vecina. Con lujo de violencia, apuntándole siempre con una escopeta, dado que él es policía, la aventó a su cama, la violó y la ató, amagándola que la asesinaría si intentaba escapar. Por su mismo oficio, este individuo tuvo que salir a trabajar, instantes en que la joven aprovechó para escapar. Le ayudó que ya la andaban buscando, pues el plagio ocurrió a ojos de varias personas, o al hubo quién se dieo cuenta de esa acción. Lo cierto es que el policía pudo ser aprehendido por otros de sus colegas. En su primera declaración, el abusador dijo que «si no era mía, no sería de nadie». Y de inmediato lo encerraron en donde se supone que estará pagando su delito por varios años.
Esta noticia no recibió mucho más que añadir. Lo preocupante y tremendo de esa frase debió ser motivo de análisis de más periodistas, columnistas y articulistas. Sin embargo no ocurrió ni ocurre así. Supongo que todos los días se cometen violaciones de mujeres que ya ni son motivo de alarma. Para qué, qué se gana haciendo un escándalo en donde no existe.
Nada más falso y encubridor que aceptar que la violación (en hombre o mujer, de cualquier edad) es normal y que por eso no existe malestar social. En lo personal, no estoy de acuerdo en que lo normal deba ser el tapete bajo el que se oculten las patologías de nuestra sociedad contemporánea.
Supongo que si la jovencita (menor de edad) fuera hermana, tía, cuñada, parienta de quien se muestra apático ante este tipo de violencia el asunto tomaría otra dimensión.
Lo ideal sería que para sensibilizar a las personas que pretenden ignorar los delitos sexuales, se tomara en cuenta estar en la camisa del otro o de la otra, es asumir hipotéticamente el papel de la víctima. Las emociones y sensaciones que se tienen ante una agresión o ataque sexual deben ser fortísimas, dolorosísimas, sobre todo con esa atenazante de morir. Muchos varones seguramente dirán «ni pensarlo». Otras mujeres, que quizá ya han estado en una situación semejante, en donde no necesariamente tenga que ser sometida a la violación, estoy seguro comprenderá esta suposición. Los peores miedos, espantos y escalofríos deben invadir a la víctima. Y no es para menos.
Espero que estos comentarios inviten a la reflexión a las personas, que no asuman como normal conductas que son evidentemente una patología sexual.
Y para las mujeres (y hombres) que sufren de esta clase de violencia en casos en forma persistente, les sigiero romper ese ciclo. Ahora que para la mujer que sufre una violación por asalto, es decir que es en una sola ocasión, quisiera decirle que no tiene que temer, que sí debe buscar ayuda, pero que el mundo no se acaba allí. Y es que ocurre que a las mujeres se les ha hecho creer que solamente castas y puras (vírgenes, pues) valen todo el mundio, y sin esta «virtud» son menos que cero. Esta creencia asociada a la religión (católica por excelencia, aunque todas tienen este enfoque) ha incluso causado conmoción en la mujer violada que hasta se despierta el complejo de culpa o que ella algo provocó para merecer ese ataque o agresión sexual.
Habría mucho para decirle a la mujer, víctima de esta clase de violencia. Aunque lo básico es insistir en que no es su culpa, no lo provocó y no tiene que considerar que sea un castigo por su comportamiento, pero tiene que trabajar mucho este episodio de su vida. Lo importante es que no está sola, existen personas que rechazan esas aberraciones e intentamos hacer visible lo que está frente a nuestros ojos, aunque no lo querramos ver.

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