jueves, 29 de julio de 2010

Columnas

Papito
Marilli.

Tus ronquidos no te han dejado oír mis sollozos.
Antes de escribir esta carta he mojado tu cara con mis lágrimas pero no te diste cuenta, estas durmiendo tu borrachera.
No deseo dejar de quererte por las miserias, las vergüenzas, las humillaciones y los malos ejemplos que nos das.
En la escuela me dicen que no aprendo, pero es que no puedo poner atención a mis estudios porque estoy recordando que, siempre llegas borracho, me das miedo.
No me gustan las malas palabras ni las discusiones que tienes con mi mamá; Ni tus regaños injustos, ni tu mirada atontada y el caminar tambaleante, vivo triste por tus borracheras; Siempre compras tus botellas de vino, mientras nosotros vivimos sin diversiones sin juguetes, mal comidos y mal vestidos. ¿Qué no sabes que hay papás que fueron borrachos y no han vuelto a beber?
Como el papá de mi amigo Luis que fue borracho y no ha vuelto a beber, ya le compra a su familia ropa nueva, comen mejor, los domingos los lleva a dar la vuelta, los quiere mucho y la mamá de Luis ya no es una mamá triste.
No pienso dejar de quererte y le pido a Diosito que te haga pensar si vale más un trago de vino o una sonrisa de tus hijos.

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