viernes, 6 de agosto de 2010

Columnas


Entre la verdad y la ficción

Jorge Luis Falcón Arévalo
¿UNO O EL OTRO, QUE MAS DA?
«La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares» -Ambrose Bierce-
Con el patrimonio monetario manejado indiscrecionalmente es como se ha llegado a conocer en su más pura forma de ser y entender a los pretensos. La forma enfermiza por el uso y desuso de esos dineros que son de la sociedad; es manoseado por estos avariosos en algunos medios masivos que solo han visto en la codicia de los ansiosos «polacos» la forma de explotarle su insaciable necesidad y sed de poder; y, de paso, exhibir la desgracia y calamidad que nos espera si acaso llegan a la gobernabilidad.
Lo que los pinta tal y como habrán de comportarse si acaso el voto les favorece tanto a priístas como perredistas. Y esto es una parte de la forma moral de una ética camaleónica distante de lo que son los deseos y fantasías de una abúlica, indiferente y apática sociedad que solo ve; pero no observa. Oye, sin la debida atención de las formas de mentir y engañar de estos personajes. Porque aquí como se señala, La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir. Por algo habrá de ser. Tener el dinero a manos llenas, sin ningún esfuerzo, solo con la sana libertad de saber facturar lo sustraído.
De llegar Manuel Añorve Baños, a la gubernatura -si el voto del respetable es comprado debidamente, en una puja sin precedentes- ¿Tendremos un Guerrero de diez? ¿Cuál será la mecánica política-social para se llegue a esta calificación? ¿A qué le llamará un Guerrero de diez? ¿Acapulco ha sido un sitio de diez? No que lo mencione la prensa, que lo haga la sociedad. Esa es la que vale. Con la que se enfrenta el acapulqueño y el paseante a diario. La realidad de un Acapulco, sin agua, con un transporte urbano desquiciado y sin orden. Un Acapulco contaminado de aguas negras y saturadas de heces fecales que se desembocan en las playas. En la política de un Acapulco de «10» no lo hay y no puede haber arrepentimiento; pues en la política no existe. Uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento. Por lo tanto, Acapulco ahí está. Sucio y desordenado.
Cualquier preponderancia de la fantasía sobre la razón es un grado de locura. Pensar que en el puerto se ha alcanzado el diez en la solución y oferta de los servicios públicos municipales; es mentir. La locura no siempre es enfermedad; el loco dice cosas que los demás no se atreven a expresar. Y habrá que abrogarse a ese hecho.
¿Y si es Ángel Heladio Aguirre Rivero ó Armando Ríos Piter ó Jiménez Rumbo ó Lázaro Mazón? Ya lo dijo el sabio pensador Confucio: «¿Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás? Esto me recuerda a ¿Quién fue el Centauro del Norte? Doroteo Arango militar, héroe, la historia le escribe. ¿Asesino, caudillo, justiciero, bandolero? Sin embargo es personaje. Hasta que punto hemos llegado que vemos la trifulca, las ambiciones de los que pretenden suceder al empresario Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, quien no logró el desarrollo de Guerrero. Solo recuerdo esto de Proudhon, para placer y sosiego: «Quienquiera que ponga su mano sobre mí para gobernarme es un usurpador y un tirano y le declaro mi enemigo.» Las urnas tendrán la razón.

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