miércoles, 6 de octubre de 2010

PRIMERA PLANA

Gremio periodístico rechaza
intimidaciones y agresiones

Tino Gatica/Colaboración Especial.—¿Oigan y cómo pegamos las cartulinas?, pregunta el periodista gráfico Erick Chavelas Hernández, a sus otros colegas. «No sé», responden. Que masquen chicles y con eso las pegamos, sugiere otro. La estrategia ya estaba planeada desde que se manifestaron en la Plaza de la Libertad de Expresión. Después del evento conmemorativo en el centro de la ciudad y acompañarse mutuamente y solidarizarse así como protestar contra la falta de resultados específicos en torno a los asesinatos de periodistas, el gremio se manifestaría en el interior del Congreso, para que los legisladores se dieran cuenta del rechazo que producen a quienes deberían ser sus mejores aliados en la transmisión de noticias.
I
El gremio periodístico volvió a manifestarse nuevamente en contra del hostigamiento, agresiones y asesinatos y porque se esclarezcan éstos últimos, pues hasta el momento no se tienen resultados confiables. Y como es obvio, los editores y dueños de los medios de comunicación, en todas sus vertientes, se mostraron apáticos y brillaron por sus luces.
Uno de los escenarios, completamente exhibido por las y los periodistas en activo, es el que se escenifica ritualmente, cada día 5 de octubre, en la Plaza de la Libertad de Expresión. Esta plaza, que está exactamente en el epicentro de Chilpancingo, está consagrado para oficiar esos ritos periodísticos, en donde se comparte para conferencias extras, para manifestaciones de líderes y lideresas así como otras expresiones sociales.
Esa plaza—maltrecha por las pintas y rayones de estudiantes o jovencitos con ideologías enclenques y dominadas por las influencias extranjeras—, se mantiene orgullosa de ese pasado, presente y futuro. Esa calle que tiene solamente dos símbolos que tutelan ese derecho constitucional, también sirve para que el subempleo sea toreado por la vendedora de chilate, la de taquitos y hasta los comerciantes ahí instalados.
Y no es para menos que en el primer acto convocado por el dirigente del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, Delegación XVII a cargo de Salomón Cruz Gallardo, todas y todos los ahí reunidos coincidieran en la ausencia plena de garantías para cubrir los acontecimientos que derivan en las noticias. Y los nueve periodistas muertos, no esclarecidos o con resultados bajo sospecha, permiten develar la clase de impunidad que detentan los del poder. Y si a esto se suman los poderes, o quizá el poder fáctico que también cobra vidas en esta violencia galopante, tanto de periodistas así como de otras personas inocentes, deja en claro que las batallas no se ganan cuando se declara una guerra maquillada de preocupación por la seguridad o el bienestar de la familia.
II
En el programa establecido se delineaba la bienvenida, el agradecimiento a las y los asistentes, el motivo de esa convocatoria y los mensajes de los invitados. Cuando Salomón Cruz Gallardo daba su mensaje, con ese tono de inconformidad y rebeldía por el ostracismo de las autoridades presuntamente investigadoras de las agresiones y asesinatos en contra de periodistas, los que se encargan de captar imágenes con sus lentes sacaban unas cartulinas, elaboradas a vuelo de pájaro gracias a la experta mano del caricaturista (Francisco) Méndez. En dibujos y palabras exhibían la miseria de los detentadores del Poder Legislativo. Especialmente exigían al diputado de la 59 Legislatura, Carlos Álvarez Reyes evitara el fomento a la violencia en contra de los periodistas. Al ser identificado como un zeferinista, es obvio que lleva al extremo esa orientación personalista, de considerar que los periodistas son sus enemigos.
Las cartulinas eran portadas por Anwar Delgado Peralta, Antonio Muñiz, Adán Ríos, Jorge Alberto Silva, Erick Chavelas y otros colegas. Esa manifestación tenía para ese momento el respaldo de los más de 50 asistentes.
En ese mensaje del dirigente sindicalista de los periodistas de Chilpancingo, Cruz Gallardo, exigió un alto a las agresiones, solidarizándose con el fotorreportero Anwar Delgado Peralta, el caso más reciente. Las cartulinas concentraron así el simbolismo de la exigencia.
Antes de que se terminara ese festejo por los 74 años de fundación del SNRP, los encargados de la ceremonia Héctor Contreras Organista y Florentino Gatica Gregorio invitaron a una comida y sobre todo a acompañar a la protesta que se daría en el recinto del Legislativo...
III
El plan es el de llevar esas cartulinas y exhibirlas en el recinto legislativo. Sin embargo, la entrada no sería nadita de fácil. Una manifestación de habitantes de un municipio enclavado en la alta Montaña, tenían sitiadas los alrededores de ese edificio legislativo. Tenían vigilancia hasta en las jardineras, «no queremos que se nos salga nadie», advirtió un oriundo de esa región. Al igual que los periodistas, ellos y ellas exigían atención a sus demandas, pues como es sabido por todo mundo, este gobierno perredista no resuelve ni atiende a nadie. Los negativos resultados están a la vista en diversos rubros, siendo los principales la seguridad pública, educación y salud.
Cubiertas todas las entradas posibles del legislativo, con esa amenaza ambigüa de los indígenas que estarían en estado de sitio hasta que ofrecieran una solución, la inconformidad de los periodistas corrió el riesgo de no ser vista por las diputadas y diputados que ahí se encontraban.
En ese plan, de uno a uno se pudieron colar varios de los solidarios periodistas y fotorreporteros. Dentro del Legislativo, ya estaban varios de esos periodistas que siempre están buscando la forma de calmar su hambre y sed a costillas de sus compadres los diputados y sus comadres las diputadas. No de balde esas relaciones fomentan el servilismo y la denigración del periodismo. Pero al verse como una agencia de trabajo, varios y varias periodistas en las entrañas se han visto favorecidos con los mendrugos del Poder Legislativo. Si hasta residencias ostentosas tienen esos compadres diputados o comadres diputadas que ahora para sus giras se pasean en lujosas camionetas, y que quizá algunas sean blindadas.
IV
Con una logística con deficiencias en su aplicación, los periodistas subieron la segunda planta del Legislativo; otros se apostaban en la puerta del interior en donde sesionaban, como siempre con notorias ausencias, algunas y algunos diputados. Con la duda porque no sabían las reacciones que causarían, amparados más en su preocupación de que se evite la agresión desde las instituciones formales, las cartulinas salieron a relucir. Y como el plan aunque improvisado, era rechazar la violencia de esta 59 Legislatura, unos periodistas colocaron en la tribuna dos cartulinas; otros, se colocaron en el promotor de esa reciente intimidación, el diputado perredista Carlos Álvarez Reyes, quien levantaba la mano con sendas señales que intentaron simbolizar una victoria. ¿Pero de qué clase de victoria? Otros lo consideraron de plano como un cinismo y también se consideró una burla.
Los flashes registraron esas señales de una persona que carece de información adecuada sobre lo duro que es el ejercicio periodístico. Los nueve asesinatos solamente en esta administración federal y estatal es un signo más evidente que las y los diputados no han trabajado en este rubro.
V
Mientras eso ocurre en la planta baja en donde está la mesa de plenos, así como las famosas curules, en la segunda planta, las y los periodistas agraviados y solidarios en su improvisada logística mascaba chicle y a prisa colocaban las cartulinas en los tubos de acero de esa especie de coliseo moderno. «Más chicle, más chicle, quién tiene chicle...»mascullaba un periodista. Nadie le respondió, pues ya se les habían terminado sus paquetitos. Así es que tuvieron que hacer el milagro parecido al que hizo Jesús el de los pasajes bíblicos, pues se replicó el poquito chicle poquito en varios trocitos más. Así es que con la mesura y un tanto de respeto, los periodistas que alzaban las cartulinas, las bajaban y colocaban y pegaban con el dorso de las manos. Y ese chicle demostró que la artificialidad y de los productos de consumo instantáneos no sirven de mucho. Las gomas de mascar de hace 20 años a las de ahora, le deben mucho a los árboles de esa época precolombina.
Sin embargo, lo efímero de la colocación de esas cartulinas, quedó registrado por las gráficas de los reporteros que llevan hasta la eternidad su molestia por las agresiones simuladas o no, encubiertas o no, o reales.
La estupefacción de los guaruras duró lo que dura la mascada de un chicle de estos días. Como en otras ocasiones, ellos no tuvieron necesidad de arrebatar de las manos esas manifestaciones de inconformidad. Solitas se cayeron, una de las que se colocaron en la tribuna y las de arriba en la segunda planta, solitas, solitas, cayeron, lentamente, como se cae la investidura de los levantadedos, que vale mencionar ahora ya levantan todo el cuerpo. El dedo ya pasó a mejor vida.
En tanto que un grupo de periodistas se mantenía impasible, observando sin asentir esa manifestación, las diputadas y los diputados cambiaban de colores, como lo hacen al pasarse de un bando a otro, olvidándose de sus principios personales y de la importancia de las ideologías puras. Como si fuera una inconformidad más, de las de los otros, o de otras personas extrañas, varios de esos periodistas que escriben con la mano izquierda (o de la centro-derecha) y cobran con la mano (ultra)derecha(capitalista) se dedicaban a dizque enviar mensajes en sus modernas computadoras lap-top, seguramente pensando en que nos los fueran a confundir con los revoltosos.
En esa fugacidad, cuando las cartulinas cayeron al suelo, varios periodistas las llevaron a la segunda planta, las empezaron a preparar en forma de avioncitos, pero desistieron de echarlas al aire. Quedaron en el piso, pues ya los periodistas agraviados y los solidarios habían cumplido su misión...aunque con la sensación de no ser acompañados por otros de sus colegas, disculpándose algunos de ellos porque estaban afuera del inmueble, pues habitantes de la Montaña impedían el acceso, desesperados también por esa falta de respuesta de los detentadores del Poder Legislativo.

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