viernes, 4 de febrero de 2011

Columnas

Falconario
Jorge Falcón
Crónica de una noche triste.
A mi amigo Javier Galeana Cadena.
Una costa grande, despierta no somnolienta, sino con el nervio tenso y los sentidos alertas. Es un día de fiesta cívica es el encuentro del hombre con el hombre, para el hombre. La lucha de la especie. A ello se le adereza con el pensamiento de la mujer. De la mujer brava, iracunda, de ideas, de tenacidad. La que acompaña al hombre con ese apoyo que se requiere en momentos cuando la verdad debe emerger.

Hombres y mujeres instalaron su teatrino, su forma de hacer democracia. El juego del cruzar logos y letras. El tradicional juego de las armas veladas y de las palabras hirientes. La forma más cruel de saber dirimir criterios. Una forma primitiva de saber elegir sin entender ese ritual ancestral que, hoy tomó otras formas. Ese monstruo, despertó de manera sigilosa y se fue acomodando entre las llanuras, las montañas, la sierra y la fértil campiña del Estado suriano.
Antes, un día antes, la bestia emitía su tradicional y gutural sonido que hacia temblar a todos. Esa animal que sin ser amorfo, no se explicaba como se podía amoldar entre la gente. Cómo se adentraba en los espíritus para irradiar temor. Lo bestial mismo del hombre cambió, ese bárbaro efecto de ser sometido.
Los que ensillaban a la bestia, le colocaron sus mejores monturas, las espuelas de oro, las riendas del mejor cuero, la manzana de la silla cubierta de plata, no pudo sostener el lazo, donde antes con cualquier mangana quedaba la presa atrapada. Hoy esa montura ante el imperioso fuerza y brío de la víctima, se desplomó, se cuarteó, se quebró, se rompió. ¡Tras!
Uno a uno, fueron a suscribir la dote electoral. Una tras otra, cumplieron su cometido y se enfrentaron con su propia moral y su ética, para romper mitos, metas y madres. Se cumplió para unos, lo que con tanto tiempo acariciaron; para otros, no lo han querido entender. No han pretendido observar que los tiempos se tienen que renovar. Los cambios de aires, llevan a las naves a mejores puertos. Moverse de sitio, es una forma, también, de trasladarse a mejores estadíos. Es entender la vida.
Un día de 24 horas; cambió su rotación en solo 18. Ese periplo trastornó las promesas. Ese tiempo le dio la razón a quienes buscaron nuevas rutas y las encontraron. Los otros, se quedaron como Hernán Cortés, gimoteando ante el gran árbol de la verdad.
Ese árbol que dará ramos y frutos mejores. Esa planta arbórea que es raíz suriana. Solo por estos lados, se pueden ver esos frondosos árboles que darán sombra a todos.

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