lunes, 14 de febrero de 2011

Opinión

Guerrero: No don Zefe
Edilberto Nava García
Don Zefe,—Carlos Zeferino Torreblanca Galindo—¿se ha puesto a pensar en los daños que le causó a Guerrero en estos seis años de ejercicio constitucional al frente del gobierno? Porque, como decía el ilustre Altamirano, bien vale la pena mirar retrospectivamente el pasado reciente para una evaluación de nuestros personales actos, pues hace seis años, miles y miles de guerrerenses veíamos en usted como la persona idónea para realizar los cambios más convenientes en la conducción del gobierno, ya que los gobernados nos habíamos venido sintiendo cada vez más impotentes y casi nadie para convencer al interior del priismo de la necesidad de tales cambios. Nuestra voz casi siempre se oyó hueca o como en el desierto
Pero bien, en el pecado llevamos la penitencia, porque ciertamente, hace seis años como ahora, no fue el PRD como partido el que dio el triunfo electoral, sino la sociedad civil y un alto porcentaje de priistas –sabiendo que el voto es secreto- votaron por la persona, no por las siglas o los colores. Fue usted el primer gobernador no surgido de las filas del partido oficial y por ese solo hecho, en el interior de las personas se echaron las campanas a vuelo. Que iba usted a limpiar la casa –Casa Guerrero, particularmente, donde ha habido un gasto enorme en su operación- pero ni ahí pudo o no quiso a falta de voluntad, interés o por abulia.
Amplias sectores creyeron que usted haría eficiente la administración pública y que tal eficiencia reduciría al máximo plantones y paros de labores, pero no fue así. Usted llegó y se entendió de inmediato con quienes le aportaron recursos a su campaña y con quienes le pusieron piedras en el camino y pagó fuertes sumas de dinero al monopolio televisa, por el programa «Guerrero brilla» aunque no se dijo jamás que Guerrero brilló en corrupción solapada desde la Auditoría General del Estado, la Contraloría o por personajes encumbrados en la feneciente administración, de la cual usted es el responsable.
Los daños, don Zefe, son irreparables a estas alturas. Su desempeño no se apegó a ideología política alguna y debe reconocerse que al perredismo guerrerense le dio atole con el dedo y a todos los que sin reserva creyeron en usted. Su administración ha sido de corte empresarial, insensible, y expoliador de los de abajo, de los que constituimos la base piramidal.
Ahora, cuando está a punto de entregar las riendas del mando, fastidia usted con esa ola apabullante en los medios de comunicación de que «nunca como antes» se hizo esto que l’otro. Que sistemas de agua potable, carreteras, plantas tratadoras de aguas negras, medicinas, etcétera, cuando que de agua potable, sólo por beneficiar a sus colegas empresarios, Apango, ejecutaron una faudulenta red a la que invirtió once millones de pesos, pero ni una gota de agua. Esa agua ya la teníamos. De carreteras, permítame una risa burlona de, rabia e impotencia. Su gobierno no es ni el remedo de otros de hace veinte o treinta años, pues «nunca antes, un gobierno había convertido en barril sin fondo un dizque libramiento de Tixtla a Chilpancingo de 17 kilómetros, que no acorta distancia, pero que lleva en construcción casi todo su sexenio y aún no concluyen sus protegidos empresarios, pero para el colmo de males, dicha vía, a pesar de estarse ejecutando con recursos públicos, su gobierno quiere entregarla como de cuota.Es probable que sólo quiera Usted, don Zefe complicarle al sucesor los primeros problemas viales, porque de que es perverso, las evidencias sobran. Mas en fin, no hay mal que dure cien años y gracias a dios usted ya es casi el pasado; abandona el mando así sea con cajas cargadas de dinero, pero destempladas. Seguro estoy que siempre recordará que usted, una vez en el alto puesto de gobernador, jamás pensó bien, ni obró bien y por añadidura, no sé lo que le sobrevendrá. Es opinión no solicitada.