miércoles, 2 de marzo de 2011

Columnas



Cosmos
Héctor Contreras Organista

La semana pasada anunciamos en este espacio la pérdida irreparable de nuestro amigo Salvador Abarca Pesquera.
Él, un amigo entre los amigos y un hermano entre los hermanos de esa familia a la que perteneció el gobernador Raymundo Abarca Alarcón.
Salvador, que en paz descanse, fue un eminente odontólogo, radicado desde hacía años en la ciudad de México, pero llevando siempre en el pecho, bajo el chaleco –dijera “El Poeta del Éxodo”, León Felipe- el corazón guerrerense y sobre todo, chilpancingueño, por la gran cantidad de amigos estimados y queridos que dejó en estas tierras.
Uno de esos buenos amigos de Salvador (y nuestro), ha enviado al correo electrónico una serie de reflexiones y evocaciones, consumadas en “Carta a Cosmos”, lo que agradecemos de todo corazón y le damos paso y espacio con mucho gusto, sin quitarle más que un poco de su nítida inspiración para conservarla como testimonio de lo que es y lo que debe ser la amistad en este mundo y en el más allá.
“A Salvador Abarca Pesquera (Post Mortem), a sus hijos, Salvador y Roberto. A su esposa Carmen, a sus hermanos Enrique, Guillermo, Lourdes, Esther y Lupita. A su nieta: Aylani.
´Salvador, un gran nombre. Se te fue otorgado no por casualidad, sino por designación’: Lupita Abarca.
´Volverte a ver hoy… daría media vida por volverte a ver’ cantaba Chava en una de tantas borracheras, recordando a su amigo de infancia, nuestro querido Pedro, que en paz descanse.
Eran las diez de la noche del lunes 21 de Febrero cuando un infarto cegó la vida de un hombre carismático, sencillo y recto, siendo un hermano extraordinario: Salvador Abarca Pesquera, Chava. Todavía tengo su imagen en mi memoria. De porte distinguido, siempre esbelto, de buen trato y sobre todo un amigo leal y confiable.
Entonces, lo recuerdo en la bohemia, en un sinfín de borracheras en casa de su querida madre, Doña Esther, La Nena ida, así como en la casa de su hermana Lupita y de su querido cuñado El Güero, de quien siempre expreso que era como un hermano.
No recuerdo siquiera el año, sólo estas ráfagas que me vienen con todo, de momentos inolvidables como él mismo denominó, recordando al Poeta y Cantor del desengaño fatal, José Alfredo Jiménez: Borracheras que no terminaron.
Y pensar que es verdad que nuestros seres queridos un día nos abandonan para siempre. En algunos pasajes de fiestas de Navidad y Año Nuevo en Chilpancingo, su pueblo, el de su feliz infancia, imágenes y recuerdos de toda una vida, de momentos existenciales que nos formaron como personas.
Confieso que nunca lo vi despreciar a alguien o que tuviera algún altercado. Chava arreglaba sus cosas o diferencias siempre recurriendo al diálogo. Me es muy difícil escribir, porque quizá no me alcanzarían todos los consultorios odontológicos de la capital del país para expresar el hondo pesar que me ha causado de una manera triste e irrevocable su muerte. Me sorprendió muy de mañana la noticia. Chava ha entrado en el tiempo en su silencio total, en su silencio sonoro.
Gozando hoy del privilegio de estar llegando al cielo, ahí donde estoy seguro lo están esperando con los brazos abiertos sus padres y su hermano Pepe.
Fue, indudablemente, un buen hijo; un buen hermano y mejor padre de familia.
Hoy, me doy cuenta al escribir sobre su penoso deceso, que Salvador Abarca Pesquera deja una huella y un hueco difícil de llenar, porque cuando un hombre como él vuelve definitivamente a la tierra, hay voces y llantos que lloran y propagan su partida.
Es cierto que ya no está, ya no está en ninguna parte aquí en la tierra. Pero existe en cada uno de los corazones que tocó con su nobleza y don de gentes.
Descansa para siempre, Salvador, Chava, como soldado dormido.
Nunca te olvidaremos. Descansa para siempre en paz.
Adiós por siempre más.
México, D.F. 2 de marzo de 2011.