viernes, 11 de marzo de 2011

Columnas


Cosmos
Héctor Contreras
“Flor de Epigramas” ha llegado a nuestras manos. Es una edición hecha en 2009 por Arturo Nava Díaz, nuestro valioso y querido paisano. El invaluable obsequio proviene de don Raúl Castillo Villanueva, su cuñado. Un regalo hecho así, de corazón, y sobre todo de tan singular valía, siempre se agradece, en este caso al cordial vecino nuestro, don Raúl.
El sábado 26 de febrero del 2011, luego de que a muy temprana hora fuimos informados por nuestro amigo de toda la vida, don Raúl Castillo Villanueva del fallecimiento de su cuñado, el poeta Arturo Nava Díaz, quien dejó de existir a las cinco de la mañana de esa fecha en la ciudad de México, nos trasladamos al programa de radio que transmitimos todos los sábados en XEUAG, Radio Universidad Autónoma de Guerrero, “Recuerdos y Actualidades”, donde nos tocó dar, frente al micrófono, la fría y penosa noticia.
Comenzamos a recibir llamadas telefónicas de muchas personas que conocieron a Arturo, a cual más lamentando el suceso. Arturo era muy querido en vida y su memoria, sin duda, seguirá conservándose en el corazón de muchos paisanos y sobre todo de quienes fueron sus alumnos, sus amigos, sus contertulios, sus vecinos.
Su cuerpo fue trasladado ese mismo sábado a Chilpancingo para, al día siguiente, ser sepultado en el panteón municipal, en la misma tumba donde descansan los restos mortales de su esposa, la muy destacada maestra de la UNAM, Ofelia Castillo Villanueva.
Arturo fue sencillamente un extraordinario Hombre de Letras. Poeta, escritor, maestro universitario, finísimo y muy agudo epigramista y cultivó la amistad de infinidad de personajes importantes y muy destacados en la literatura mundial.
Su origen sencillo y humilde fue la plataforma de despegue para ir alcanzando, al paso de los años y gracias a sus estudios y sapiencia, magnitudes literarias inimaginadas, particularmente en la obra de Miguel de Cervantes. Se dice que Arturo fue de los literatos pioneros que elaboraron los primeros libros de texto gratuitos, que editó el gobierno federal hace muchos años.
Fue su papá don Roberto Nava, conocido en el viejo Chilpancingo como don Roberto “El Diablo”. El respetable señor fue carpintero y “curaba huesos”.
Fue de carácter recio, fuerte, muy fuerte que alternaba con la broma y con la picardía del clásico travieso chilpancingueño. Seguramente que Arturo, su hijo, llevaba en la sangre mucha de esa vivacidad que distinguió a su señor padre, hombre muy querido en la capital del estado.
Alguna ocasión llegaba Nava Díaz de la ciudad de México a eso de las tres de la tarde. Lo saludamos cuando entraba a su domicilio, en las calles de Altamirano. Vamos a comer, Arturo, le dijimos. Preguntó que a dónde. Al mercado. Y nos fuimos a las fonditas donde venden pescado frito. Pidió una sopa de mariscos. Se colocó el pañuelo a manera de babero y disfrutó del plantillo hasta acabar todo sudoroso por lo picoso de las salsas que consumió. Hizo comentarios y nos platicó muchas anécdotas. Nos explicó el origen de algunos de sus epigramas que publicaba en El Diario de México, donde firmó con pseudónimo, siempre criticando a los políticos. También nos preguntó que si sabíamos cuál era “El Quijote”, y nos ilustró dándonos detalles de a cuál parte de la armadura de los Caballeros se le conocía como el quijote, en la parte media de la pierna, término que usó don Miguel de Cervantes Saavedra para la novela que encabeza la literatura mundial.
Hoy, que gracias a Raúl Castillo Villanueva contamos con un ejemplar de “Flor de Epigramas”, nos hemos pasado parte de la noche disfrutando su contenido.
Entre sus muchos epigramas seleccionamos uno de los más socorridos y que con frecuencia repiten los paisanos, que Arturo que firmó con el pseudónimo de “Tacho Montañés”.
Es obvio que la agudeza de Nava Díaz, particularmente en sus epigramas, molestó a algunas personas. La crítica, en esos niveles, no podía hacerla más que él, aunque sin duda compartió “observaciones” con personajes tan queridos y también tan agudos y finos como Juan Pablo Leyva y Córdoba y el maestro don Hermilo Castorena Noriega (Aristarco).
Descanse en paz don Arturo Nava Díaz, el Poeta, el Diablito, el Amigo, el Hombre de Letras que supo aprovechar sus momentos y sus musas, para dejar escrito su nombre con letras de oro.