miércoles, 20 de abril de 2011

CULTURAL/SOCIAL

Radiación y muerte
Apolinar Castrejón Marino
Gran desasosiego ha causado en la gente, el riesgo de que la radiación liberada en las plantas siniestradas en Japón pueda alcanzarlos y les ocasione una muerte espantoza, como se ve en las películas y “documentales” de la televisión. Y no es para menos, siendo que la fuerza del material radiactivo es de un poder descomunal.
En primer término provoca fuertes quemaduras debido a las altas temperaturas que emanan de la liberación de la radiación accidental o deliberada. Accidental como en los accidentes de Chernóbil y la actual de Japón; deliberadas, como las bombas que han lanzado las tropas norteamericanas contra poblaciones enemigas: Hiroshima, Nagasaki y Vietnam.
El daño causado al cuerpo humano es la interferencia del proceso de división celular impidiendo la renovación de las células que cubren la parte interna del tracto gastrointestinal y las células hematopoyéticas de la médula ósea, lo cual se traduce como una muerte por leucemia y varios cánceres simultáneos.
La bomba Little Boy de uranio lanzada en Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945 mató a 140 000 personas, y la bomba Fat Man de plutonio arrojada sobre Nagasaki el jueves 9 de agosto mató a 80 mil. Hasta nombre les pusieron los desgraciados gringos genocidas.
En los siguientes años continuaron falleciendo de lesiones internas, envenenamiento, cáncer y leucemia, las gentes que recibieron los ataques de “los aliados”. Con el mayor cinismo, al terminar la segunda guerra mundial, Estados Unidos se adueñó de esas poblaciones, a las cuales impuso “Tres Principios No Nucleares”, que prohibían a Japón tener armamento nuclear.
Los materiales radiactivos más peligrosos son los de xenón-133 y yodo-131 que eran de corta vida y que ahora han dejado su lugar a los productos de vida media y larga como el cesio-137 y el estroncio-90, los cuales resultan como los más peligrosos.
El 8 de junio de 1972 un avión norteamericano bombardeó la población vietnamita de Trang Bang con una bomba de estroncio, ocasionando la destrucción total de la población y el 90 % de los habitantes.
La prensa internacional publicó que se había utilizado NaPalm, mas las fotografías tomadas por el fotógrafo Nic Ut ponen en claro la utilización de materiales radiactivos. En cualquier caso, materiales diabólicos lanzados contra personas indefensas, con toda premeditación, alevosía y ventaja.