viernes, 3 de junio de 2011

COLUMNA

Tiempos y Realidades
Jorge Guzmán Martínez
Es una triste realidad darse cuenta cuando las personas cambian su forma de ser y de pensar, es cierto que vivimos una modernidad cambiante, pero también es cierto que no por eso el individualismo tiene que cambiar a la par como en el contexto exterior se plasma en la sociedad.
Se nota de manera inmediata cuando una persona es beneficiada con un puesto en la administración ya sea Municipal, Estatal o Federal, o en la iniciativa privada, en apariencia, y para él mismo, no ocurre ningún cambio, pero quienes lo conocen, de inmediato notan extrañas actitudes que van desde sus ademanes, hasta el tono de su voz y el trato que manifiestan hacia sus semejantes, más si son sus subalternos, denotan soberbia, prepotencia y altanería.
Retomando unas frases del escritor polaco Zigmund Bauman, decía que estos individuos que se encuentran inmersos en este tipo de acciones, el egocentrismo los hace víctimas y se ven inmersos en un torbellino en el cual, es difícil de salir, abandonan sus compromisos morales y de las lealtades, manteniendo al olvido como el estandarte del éxito.
Se olvidan de la moral, el respeto, viven un mundo superfluo e irreal a lo contrario de lo que creen vivir, sin darse cuenta que es momentánea su enfermedad del fenómeno que los envuelve, «el Poder». Desprecian y humillan a quienes alguna vez fueron sus amigos y que en más de una ocasión les tendió la mano, cuando estos individuos no eran «nada» expuestos a recordarles que el poder en los hombres tiene caducidad, y la amistad sincera perdura a través del tiempo.
Esto viene a colación porque en la administración pasada, del «zeferinismo», muchos de sus seguidores o tal vez la mayoría, traían el sello del despotismo y la soberbia. Tenían que emular las acciones del gobernante en turno, y quienes tenían corazón de pollo, es decir aquellos que sentían lastima por los trabajadores o trataban de protegerlos, o no compartían la política hitleriana de aquel nefasto sujeto se veían envueltos en serios problemas. Pues con sus discursos maquillados en su totalidad que cubrían las más horrendas mentiras, hasta el analista político más experimentado de pronto se veía convencido, pues sus predicaciones en pos del desarrollo del estado de Guerrero se sentía que las decía con el corazón, pero a la vuelta de la hoja traía las estrategias de cómo saquear y hundir a los guerrerenses en la pobreza extrema si se hubiese podido.
La historia política y social no ha cambiado en lo más mínimo en nuestro sufrido Estado de Guerrero, pues vemos que a pesar de los discursos que emiten los gobernantes en turno y sus subordinados de primer y segundo nivel, Guerrero sigue igual como antes. El pastel lleno de cerezas es muy grande, es una triste realidad saber que éste, se reparte en unas cuantas manos, y el nepotismo y otros fenómenos propios de las administraciones públicas se gesten y se desarrollen al calor los discursos maquillados que solo sirven para generar nuevos ricos al final del trienio o sexenio. Comentarios joguzmart@webadictos.net

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