miércoles, 13 de julio de 2011

COLABORACION

Cursos de verano
Apolinar Castrejón Marino
Desde el pasado jueves 7 de julio, los pequeños monstruos de la familia están de vacaciones ¡Que alegría! Y ahora, hay que ver qué hacer con ellos, porque en la casa se ponen insoportables. «Estoy muy aburrido», dicen unos; «Quiero que me lleven a pasear» dicen otros; «Mi hermano no me deja jugar», y muchas quejas más.
Una alternativa buena, cómoda y barata es inscribirlos a los cursos de verano. Cualquiera que sea. Hay que se hagan bolas con nuestros energúmenos, los maestros e instructores. Lo importante es tenerlos fuera de la casa, antes de que la destruyan o la vayan a incendiar, o se ahorquen entre ellos.
No estamos insinuando que los padres y madres sean conchudos (as), y que «escurren el bulto» con la atención de sus hijos, porque sería tanto como decir que el gobierno también se desentiende de procurar atención a los niños y jóvenes durante el periodo vacacional de fin de año lectivo.
Lo cual va muy bien, si los niños y jóvenes quieren aprender algo adicional, es muy positivo. Solo queremos advertir a los padres y madres que en esto también hay muchos charlatanes y embusteros, a quienes guía solo el lucro, y que hay instituciones inoperantes que tratan de justificar su existencia enseñando a las mujeres a hacer cortinas de papel de colores.
Es necesario tener presente que un curso es aquella actividad que tiene por finalidad ofrecer capacitación y/o actualización en algún área del saber, centrada en la transmisión de conocimientos por medio de exposiciones teóricas, complementadas con actividades prácticas y demostraciones. Los Cursos deben tener una duración mínima de 10 horas y máxima de 60 horas. Todos los cursos deberán prever evidencias de aprendizaje, es decir una producción final y además deberán contar con instancias de evaluación.
Los cursos deben ser de corta duración y están orientados para que el paticipante alcance aprendizajes significativos, desarrolle una actitud crítica y un pensamiento reflexivo sobre temas específicos.
Y lo más importante: el contenido debe sintetizar la información tecnológica más completa y actualizada que dispone el país sobre determinado tema, incorporar los resultados de las más recientes investigaciones y mencionar las aportaciones de los organismos vinculados al sector.
En la programación de los cursos se toma en cuenta la información producida por los investigadores, se convierte por pedagogos y académicos, al formato didáctico más adecuado, teniendo siempre presente a los destinatarios y contemplando los objetivos de la institución.
Los cursos, deben incluir diversas estrategias multimediales (materiales impresos y video casettes) y alternativas semipresenciales (Jornadas de trabajo a campo, Jornadas de gabinete y laboratorio, Talleres y Audioconferencias).
Por su parte, los talleres son las actividades de capacitación cuya metodología propone un desarrollo eminentemente práctico sobre cierta temática. Tienen una duración mínima de 10 horas y un máximo de 30 horas. Cuando se trata de talleres permanentes o periódicos, se podrá estimar una carga horaria anual máxima de 90 horas, estableciendo para ello niveles de aprendizajes o capacidades a adquirirse en forma gradual.
Así que vea bien donde inscribe a sus hijos, para que no le den «gato por liebre», ni les haga el caldo gordo a «maestros» chafas.

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