jueves, 18 de agosto de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios
Jesús Pintor Alegre
Los duendes de las conveniencias siguen bailando al ritmo del poder, y se alistan para inclinarse y besar la mano del hombre que reparte el queso aquí en este estado de las repulsiones.
Ayer quedó en evidencia una vez más, el llamado poder Legislativo, que pese a todas las cubetadas de saliva que se vacíen, es un aparato al servicio del gobernante en turno, en este caso específico, del ometepequense Ángel Aguirre Rivero, ya dos veces en el cargo, por lo que se sabe todas las mañas.
Pues nada, ayer el congreso del estado, o más concretamente la comisión de Gobierno encabezada por el zeferinista y ahora héroe aguirrista, Faustino Soto Ramos, en un acto de sumisión en catapulta a los intereses creados, hizo caso omiso a la legalidad.
Orquestó a toda costa evitar se emitiera la convocatoria para la renovación de magistrados del Tribunal Electoral y consejeros ciudadanos del Instituto Electoral, y dio entrada a la reforma de un artículo de la Constitución local y dos de la ley electoral, para facilitar la prórroga de un año más de los actuales funcionarios electorales.
Para lograrlo, se suspendió la sesión del martes y sin previo aviso, con la finalidad de dejar pasar el día tope para la aprobación de la emisión de la convocatoria para ayer miércoles. Aprobarlo ayer, ya era a destiempo y estaba fuera de toda legalidad.
El argumento ya desde días antes esgrimido, fue que aprovecharían de los actuales funcionarios electorales, la experiencia y capacidad en la materia, que aunque todos sabemos y que varios callan, en esta red tejida por el poder, nada hay independiente y nada se mueve sin que lo dicte el señor terrenal.
La línea fue dada, la orden acatada y el acto consumado. El poder Legislativo dio una muestra más de su entreguismo. Para esto hay que recordar la aprobación unánime de los llamados PPS, también por orden de la divinidad terrenal, ese que juega con el diablo y que se baña con agua bendita.
Ayer allí en el congreso, entre silencios cómplices, se vieron a diputados como Miguel Ángel Albarrán Almazán, o de Ernesto González, y los gritos y exposiciones en voces aterciopeladas de un Catalino Duarte Ortuño, quien inclusive leyó específicamente los artículos a reformar para cumplimentar la orden del Ejecutivo.
Y sería, aclaró, el artículo décimo transitorio de la Constitución Política del Estado, ese mismo documento que tiene tantos remiendos, que mejor el Ejecutivo lo va a cambiar totalmente, y que lo esperemos para octubre; y también dos artículos de la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales: el 91, y el quinto transitorio.
Bueno, y como diría la conseja popular, con dinero baila el perro, y esta es una clara muestra: las leyes se hicieron para violarse, así como los pecados para ejecutarse, ¿qué importa el pueblo y su linchamiento?, rabietas sin poder son lagrimeos en el desierto.
El pueblo sólo sirve para votar, así de sencillo y así de vacuo es como se resume al ente que a pesar de todo, le da sentido a las perversiones de esos que dicen llevan las riendas de la Res Pública, una res que igual la puedan llevar por caminos sinuosos como en los rectos, en los verdes llanos o en los pedregosos, ascender que caer a un barranco.
Todo en un cuadro de la conveniencia con el baile de unos duendes que la hacen de comparsa y de Patiño. ¿Dónde están los seres emanados del espíritu de la Revolución?, tal vez en los teletones con Lucerito, o jugando con el Chicharito para hacer menso al pueblo un Poquito, en este ritmo de la rima escolarmente carnavalesca por pueril.
¿Qué más sabe hacer el pueblo?, caray, parece que sólo votar, y con eso se contenta, y con eso cree haber cumplido con la democracia, ya que en tanto el elegido falle, la consecuencia es ya no votar por él, en un acto risible y aplatanado, un pueblo tibio, que se deja hacer, por lo que es vomitado de las fauces del mismo diablo mayor.

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