martes, 27 de septiembre de 2011

COLABORACION

Galletas saladas

Apolinar Castrejón Marino

En la Ciudad de Chilpancingo y en muchas otras del estado de Guerrero, funcionan muchas «escuelas», colegios y hasta universidades fraudulentos, de las llamadas «patito». Pero por ahora vamos a contar algo bueno de ellas.
Una anécdota de cinco jóvenes estudiantes de la «carrera» de gastronomía que estando a la mitad de sus «estudios» fueron propuestos para acudir a un congreso gastronómico a la zona turística de Can Cún. Según lo planeado, participarían en una exposición de comidas regionales en el Hotel Meliá International.
En el mes de diciembre de 2010 partieron hacia la Ciudad de México por carretera y de ahí por vuelo a la Ciudad de Can Cún. Los gastos desde luego fueron aguantados heroicamente por los padres. Tod fuera porque sus retoños empezaran a destacar en la competida profesión de los comestibles, las estufas y los condimentos.
3 días estuvieron los jóvenes guerrerenses en aquél paraíso turístico y antes del año nuevo, estaban de regreso en sus casas con sus respectivas familias, quienes por cierto, querían saber los pormenores de su aventura profesional a las lejanas tierras del Mayab.
Pero los jóvenes se resistieron -con fortaleza digna de mejores causas- a contar sus peripecias. Y el resultado del concurso de gastronomía, quedó en el más profundo secreto. Más secreto que el resultado de las elecciones presidenciales de Felipe Calderón y del PeJe.
Los jóvenes se reincorporaron a sus clases, y los padres a ver como saldaban las deudas contraídas por el viaje «profesional» de los futuros «chefs». Fue hasta como en el mes de marzo, que uno de los jóvenes, quien ya había asimilado el trance y hasta le parecía normal, que le contó a uno de sus tíos. Así fue el diálogo.
-¿Entonces hijo, está bonito por allá en Can Cún?
-Pues sí. El hotel muy elegante. Aunque nosotros estuvimos en habitaciones de categoría «turísticas», o sea de las más baratas.
-Y en el concurso ¿Quiénes participaron?
-Mmmm. Fueron de otras escuelas parecidas a la nuestra. Como de 10 estados de la República.
-¿Y entonces, a quien le dieron el primer lugar? Algunos de tus compañeros dicen que al parecer hicieron trampa.
-No. Hasta eso. Es claro que casi todos iban a lo que iban, bien preparados. Y los que ganaron ya tiene experiencia en muchas de esas cosas de competencias, degustaciones y hasta catas de vinos. Y nosotros no.
-Pero los jurados ¿No se veían que fueran tramposos?
-No, hasta eso que fueron amables. Uno de ellos se acercó a nosotros y nos hizo plática de que él conocía Acapulco, porque vino una vez con su familia de vacaciones. Y nosotros queríamos invitarle de nuestro platillo con el que competimos.
-Ah ¿Y qué platillo era ese?
-Pues llevamos pescado y condimentos, y allá hicimos ceviche.
-¿Ceviche. Hijo? ¿Llevaron ceviche a Can Cún?
-Pues sí. Nuestros compañeros y maestros nos dijeron que lo hacíamos sabroso.
-Pero Can Cún es el paraíso de la comida de mar. Las langostas a «La termidor», el pulpo a «la gallega», los ostiones a «la Rockefeller».
-Pues sí, pero nunca los hemos comido. Y todavía, el jurado que platicaba con nosotros, la ver nuestras caras compungidas nos dijo: «¿Quieren que les diga lo que más me gustó de su platillo?» Los 5 volteamos a verlo con un gesto de esperanza. Y entonces nos clavó la puñalada más dolorosa, porque dijo: «Me gustaron mucho las galletitas saladas».

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