viernes, 30 de septiembre de 2011

COLABORACIÓN

Los diputados son caros


Apolinar Castrejón Marino


«El hombre es un animal que se imagina ser humano», pero en el momento corriente de nuestras vidas, parecemos estar a merced de fuerzas veleidosas que nos empujan y nos ruedan como lo hace una ola con la basura del mar.
La delincuencia, el clima y la política es algo contra lo que no podemos luchar ni oponernos. Los delincuentes nos atacan, nos secuestran y nos asesinan, el clima nos ocasiona catástrofes espantosas, y los políticos nos asaltan, se burlan de nosotros y se reparten el botín de nuestros impuestos en nuestra misma cara, con toda impunidad.
Toda la ciencia, la tecnología, la ideología, la religión, o cualquier otro entretenimiento de los que cultivamos, son completamente inútiles contra estas amenazas. Los delincuentes siquiera arriesgan su vida, y en veces son asesinados; las catástrofes solo se presentan cada 2 o 3 años; pero los políticos nos extorsionan por toda la vida.
Cada diputado gana 218 mil pesos mensuales. Cada gestión que realizan nos cuesta 1.6 millones de pesos y cada iniciativa de ley que realizan nos cuesta en promedio 3 millones y medio de pesos.
Como es sabido, los diputados no pagan impuestos, tienen acceso libre a todas las carreteras, y toda su parentela goza de prestaciones de salud de primera clase, que incluye servicios estéticos como liposucción, microcirugías faciales, implantes mamarios, de pompas, de pómulos y de cualquier lugar que necesiten.
¿Esto explica porque andan por ahí muchos sinvergüenzas en las colonias y las plazas públicas engañando a la gente con «regalos» como utensilios de cocina, paraguas, calcomanías y juguetes?
En sus reuniones y mítines disfrazados, su séquito de lambiscones se da vuelo tomándoles fotografías con niños mocosos y con ancianitos. Algunos hasta se sientan en el suelo, en una banqueta o en una piedra, y se agachan para que los minusválidos les hablen al oído. Ah, y también andan ofreciendo «cursos» de cocina, de macramé, de cortinas de papel, de zumba y de cuanta ociosidad se les ocurra.
Muy emprendedoras y creativas las mujerucas gordas y «pelangochas». No son capaces de hacer una puntada para ajustar el largo de los pantalones de su marido y de sus hijos, ni pueden hacer un ojal para que no se les ande abriendo la blusa, pero están muy ansiosas de aprender a hacer velas aromáticas, pintado en teja arreglos con «naturaleza muerta».
Todos los aspirantes y candidatos de cualquier partido ofrecen «ayudar» a la gente. Como si de verdad fueran capaces de poner alguna cantidad de dinero de su bolsillo para resolver los problemas de servicios públicos, de transporte y de seguridad. Que no nos engañen. Todo el dinero que nos quitan por impuestos basta y sobra para que los tuviéramos.
No’ más para que se le atragante la saliva, le contamos que los diputetes gozan de cuatro boletos mensuales de avión con la tarifa más alta, y tres si están en receso. También tienen ayuda terrestre de hasta diez mil pesos mensuales a los que viven en un radio menor a 300 kilómetros.
De su ingreso mensual ahorran 12 por ciento para un fondo de retiro, y la misma Cámara les aporta otro 12 por ciento. A esto se suman dos pagos mensuales por 35 mil 772 pesos para ayuda ciudadana. También reciben 50 mil 786 pesos más por asistencia legislativa. Y aún así ¡No asisten a las sesiones!
¿No le da coraje que atraquen así su bolsillo? Pues ahora que vaya un sinvergüenza «politiquillo» por su colonia o por su calle, véalo bien y tenga bien presente preguntarle cual es la diferencia entre él y usted. Pregúntele porque él es mejor que usted. Y dígale que en la democracia, todos somos iguales y que usted tendría el mismo derecho de ser diputete. Si no nos creé esto que le decimos, solo consulte una Constitución.

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