miércoles, 28 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre


En medio de este miedo y esta angustia, zozobra, incertidumbre y reclamos de maestros, comunidad cultural, y el resto de la ciudadanía, hay un político que sale al paso y sorprende, y ese es sin duda el chavarrista y ya ahora, rambista, por el gurú de su tribu, el Rambo de Guerrero, David Jiménez Rumbo, un nuevo prócer, y casi un nuevo héroe moderno de las generaciones que nos siguen.
Del que hablamos es sin duda, del perredista Celestino Cesáreo Guzmán, a quien le cayó la diputación local, por un capricho del destino; un personaje que de los narcorridos, a los que condenó, y pidió se suprimieran, pasó a émulo de Chabelo, metáfora de Tatiana y el tío Gamboín.
Un hombre que de repente, luego de comprender la esterilidad de pedir que se eliminen los narcocorridos pues su aportación cultural forma parte intrínseca de la sociedad sólo por sí, pero sobre todo porque con ese hecho, intuyó que no lograría absolutamente nada para abonar a sus pretensiones políticas, quien mandatado por su patrón, David Jiménez Rumbo, ahora quiere ser senador, y entonces buscó opciones.
Enjuagado en sus desconciertos, tal vez asesorado por su conciencia, le dio el trauma de Cri Crí, y de repente, en un hecho de iluminación casi divina, alguien le dijo que en el Congreso del estado, la defensa a los niños estaba vacante, una figura que se recortó en su mente, luego de que junto con su amante, Celestino Cesáreo, le dio un golpiza brutal a su esposa, con lo que causó grave deterioro a sus hijos.
Y ayer, luego de tantos datos y estadísticas de niños con sufrimientos, propuso que la Secretaría de la Juventud, extendiera sus facultades, y atendiera no sólo a los jóvenes, sino también a los niños, una propuesta que causó grave preocupación en la secretaria Gisela Ortega Moreno, y que calmó de inmediato el gobernador, Ángel Aguirre Rivero.
Y es que basado en los criterios que cada quien con su cada cual, donde de acuerdo a la secretaría debe ser el titular, es entonces donde surge la duda de quien podría encabezar esa nueva dependencia o dependencia alargada y renovada. Si consideramos que en la Secretaría de Salud, está un médico; en la SEG, una maestra; en asuntos Indígenas, un indígena.
Y si bien saltan otros criterios en dependencias aparte como la Secretaría de Desarrollo Rural donde está un campesino nailon, Socorro Sofío Ramírez; o en la Secretaría de Seguridad Pública donde colocaron a un abogado en vez de un policía de carrera; pero bueno, si en la Secretaria de la Juventud está Gisela Ortega porque es joven, ya al atender a los niños, ¿a quién propondrá Celestino que pongan allí?
Los nombres se barajan de inmediato: Javier López Chabelo es un buen prospecto, con sus pantalones cortos y su rostro avejentado, elevando al equipo de futbol el América, y catafixiando hasta las influenzas por catarritos. Allí una tarea aparte para el que golpeó a su esposa sin importarle las consecuencias psicológicas en sus hijos.
Quizá deba entenderse la acción, pues presionado por la conciencia, ahora busca redimirse con los niños, un diputado local que su patrón le hizo creer que podía ser senador, por lo que ya tapizó las carreteras y varios postes, con su nombre, eso, sin importarle los gritos de plañidera de otros que denuncian campaña anticipada, pues los del instituto electoral se hacen de la vista gorda, y el resto de sus pares, comparsa.
Si alguien es capaz de imaginarlo en el Senado de la República, que para no meterse en líos con los chicos malos prohibiendo los narcorridos, habrá entonces de erigirse como defensor de los niños, un nuevo diputado infantil o con síndrome de Peter Pan, aunque no se parezca al jaguar en extinción, Armando Ríos Piter, o a su par, Evodio Velázquez, y mucho menos al niño verde, Jorge Emilio González.
La nueva secretaría se llamaría, tal vez Sejuni, eso sin importar la presencia del DIF estatal y los corajes que pudiera hacer por el arrebato, la esposa del gobernador, Laura de Rocío Herrara, quien se supone maneja el bienestar de la infancia y la familia como eje principal.
Celestino Cesáreo de pronto descubrió que también los niños no pueden votar, pero sí lo hacen sus padres, sus tíos y demás parentela, ahora si eso no es suficiente, antes de que termine el año, en esta dinámica a la que nos tiene acostumbrados, deberá proponer ante el Congreso, que aunque sea por esta sola vez, que se recorra por ley, la edad para votar desde los 12 u 11 años.
Por lo pronto no hay que preocuparse de nada: la inseguridad y el miedo que padecen los maestros, los gritos de los rechazados por la universidad, el dolor por la violencia sufrida en carne propia, las exoneraciones a personas encarceladas por otro iluminado, Zeferino Torreblanca, por lo que la PGJ empieza de cero, todo eso no importa, Celestino Cesáreo quiere ser senador, perdón, quiere salvar a los niños.

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