jueves, 8 de septiembre de 2011

COLUMNA


La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre
Dos idiomas distintos fueron los que ayer se dejaron escuchar en la reunión del Grupo Cuicalli y el gobernador Ángel Aguirre Rivero. El ejercicio ciudadano practicado ayer, no dejó dudas sobre la imposibilidad de comunicación entre el pueblo y la cúpula gobiernista, pues mientras los integrantes de ese grupo ayer mismo, en la reunión que empezó algo así como una hora tarde, reclama seguridad porque tiene miedo, el gobierno asegura que todo va en descenso, que no pasa nada.
Un cuadro que nos ratifica de golpe, que empezamos a vivir una etapa aparte del País de las Maravillas, quizá el de las alucinaciones y el gato que sonríe y se desvanece. De acuerdo a declaraciones dadas por el jefe del Ejecutivo, en Tierra Caliente ha descendido la violencia, por lo que la gente debe estar regresando, y los negocios, abriendo. No obstante el pungarabatense, René Rabiela Tapia, le planteó un escenario diferente.
Un reclamo que de hecho se generalizó, pues otro integrante habló del caso de Acapulco e inclusive de Chilpancingo, donde los sentimientos son de incertidumbre y zozobra. El gobernador habló a medias, y mejor pidió que entrara al quite su secretario de Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja, quien armó un cuadro un tanto extraño porque de alguna manera contrastó con las campanas al vuelo de que todo va en descenso.
Ramón Almonte le echó la culpa de la situación que se vive en la región calentana a la gente porque no denuncia, que no señala y no hace el trabajo que le corresponde a la policía y militares, al indagar y encontrar casas de seguridad y situaciones parecidas, en este caso si hay algo de qué quejarse, insinuó Almonte Borja, el culpable es el pueblo medroso, aterido del miedo que le cala.
O sea, que sin importar la experiencia de lo que haya sucedido en esta barbarie, si el escenario en la región calentana sigue siendo negativo, aunque para el gobernador ya todo se esté poniendo en orden, es por propia culpa de la gente que no denuncia, que no se arma de valentía y señala, asentó el funcionario originario de Coyuca de Catalán.
De ese cuadro de la felicidad a la realidad: en Tierra Caliente, cuando menos el 50 por ciento de negocios cerrados de acuerdo a datos del gobierno local, y el 70 por ciento de menos recaudación; la gente se sigue yendo, ahora quizá por el panorama de un lugar que sigue en el proceso de una economía anoréxica, como secuela de los hechos violentos.
Acapulco no se queda atrás como principal fuente de la economía estatal, y que de acuerdo a datos extraoficiales de la Secretaría de Finanzas, el mes de octubre se verá golpeado al estado por el cierre masivo de negocios que se han registrado tanto en el puerto, como en Tierra Caliente y hasta los de Chilpancingo, que en este vaivén de sentimientos, es imparable, y el País de las maravillas, etéreo.
Y es que lo que ocurre en estos dos planos: pueblo y gobierno, son dos situaciones distintas, amalgamadas con su propia saliva y sus cuadros de la emoción. Ayer mismo los miembros del grupo Cuicalli le pidieron al gobierno del estado que entregara los resultados de las auditorías, y sancionara a los culpables del desfalco que ha vivido el estado, en referencia inmediata a la anterior administración y más en concreto, al ex gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo.
La respuesta de Ángel Aguirre Rivero fue tácita, económica digamos: les va a mandar a su contralor general, para que les explique los resultados, y les dé detalle de lo que han encontrado, con eso, se sacudió la pregunta incómoda, e hizo la graciosa huida. En algo que tienen razón los del gobierno, y hay que reconocerlo, es en la apatía de la ciudadanía, pero porque no reclama lo que debiera.
Al rato salen hasta personajes de oscuro pasado o grises, que quieren ser candidatos de esto y lo otro, aspirantes u objetos de uso para cerrar caminos, como los diputados locales: Sebastián de la Rosa, y Celestino Cesáreo; personajes que sólo están al capricho de sus patrones, y allí la gente sigue dormida, dejándose hacer, sin participar salvo para acudir cual borreguitos, a las urnas, para legitimar los robos y atrocidades de los de la Res Pública.
En eso tiene razón el gobierno, hay algo cierto, certero y sin vueltas de nada, dice una frase de la conciencia: «si se buscan culpables, sólo hay que ir al espejo y allí estará uno de ellos», tiene razón Ramón Almonte, pero le faltó decir que la ciudadanía denuncie también la inutilidad de los que guían a esta res famélica, que de Chirulandia, ha pasado a vivir al País de las Maravillas, donde hay que guardar silencio para que la reina de Corazones no vuelva a las andadas.

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