jueves, 15 de septiembre de 2011

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

Hoy es 15 de septiembre… una fecha que no diría nada si nos referimos a lo que acontece diariamente, sería un día como cualquiera, pues desde hace un largo tiempo, nos han acostumbrado a vivir en esta era del temor, como parte de nuestra cotidianeidad, como parte de nuestra esencia, donde el hombre ya no tan solo explota al hombre, sino que se lo come.
Es una lástima que ya no exista Porfirio Díaz, quien como todo gobernante caprichoso, impuso que el grito de Dolores, o el inicio de la lucha por la Independencia, coincidiera con su cumpleaños, que es precisamente hoy, de esa forma, la caravana a su serenísima majestad, lo hacía toda la nación, casi igualito que hoy, con la única diferencia que los traumas de esos tiempos, han cambiado un poco.
Hay unos que se creen rambos, otros, que viven en el Nerverlad conjugado con su propia Chirulandia; otros más han arribado al País de las Maravillas; y allá a lo lejos, alguien grita que la guerra siga, mientras su tocado semejante a una empanada, se bambolea, al mismo tiempo que la mano derecha se sumerge entre la solapa de su pechera con botonadura de plata y oro.
Hoy debemos de gritar «¡Viva México!», pues de acuerdo a lo que nos ha dicho nuestro heroico presidente de la República, debemos de hablar bien de nuestra nación, debemos de amarla, porque los buenos somos más, y por lo tanto, podemos hacernos de la vista gorda con lo que le están haciendo nuestros políticos. El grito de Dolores, hoy, parece una figura metafórica, que se escurre entre el humor negro y la burla abierta por lo que nos encuadra.
Hoy, cuando los maestros de Acapulco claman paz y seguridad, el grito de dolores, de muchos dolores, se enmaraña con el cinismo de nuestras autoridades. ¿qué podrán festejar los aproximadamente 500 empleados de Pungarabato que corren el riesgo de que no cobren hoy porque la nómina de un monto de 1 millón 200 mil pesos fue robada o autorrobada?
¿Acaso van a salir felices a gritar «viva Pungarabato»?, ¿y saldrán a pedir otros días como estos de felices? O bien, felices porque los famosos botones de pánico colocados en las escuelas de Acapulco, tardan casi un minuto para que la operadora regrese la llamada para preguntar «¿qué es lo que pasa?», y la policía estatal, municipal o el mismo Ejército, demoran lo que les da la gana.
En Zihuatanejo hoy van a estar felices los familiares de los dos asesinados con armas largas, o tal vez los parientes del diputado federal Moisés Villanueva de la Luz; o aquellos dos municipios: Tlacochistlahuaca y Xochistlahuaca, que ayer la Comisión Federal de Electricidad les suspendió la energía eléctrica; o los 10 municipios del estado que Fortamun dijo no cuentan con línea telefónica por su propia marginación.
Tal vez la felicidad se tenga que dar porque el centro de salud de Pungarabato está tomado por capricho del sindicato que patalea por cualquier cosa, con la fina idea de hacer grilla, mientras la gente sigue sin recibir atención médica, y corre el riesgo de una mayor gravedad.
A los lados, los juegos se dan en un ritmo que marca Mefistófeles. ¿Qué habremos de festejar hoy?, ¿acaso el carácter recio de los alcaldes de Tierra Caliente?, tal vez las pataletas de los Figueroa o la postura de Héctor Astudillo. ¿Qué tal las campanas al vuelo del gobernador del País de las Maravillas, Ángel Heladio Aguirre Rivero?, quizá alguien quiera festejar mejor, a nuestro Rambo de Guerrero, David Jiménez Rumbo, pues ya bañó en oro la culata de su AR-15.
Alguien quizá deba decir que festejemos las palabras del secretario de Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja, quien ha asegurado que no hay amenazas ni extorsión a los maestros de Acapulco, que los profesores han exagerado la nota, un juicio adelantado muy parecido a nuestro inolvidable Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, como si tuvieran la información de primera mano, o fueran ellos los que movieran los hilos.
Hoy se habrá de lanzar el grito con que se arrancó para lograr esta paz y esta independencia en la que vivimos y que gozamos ampliamente.
Sin duda que la felicidad nos embarga y el entusiasmo nos invade: Viva México con su Napoleón Bonaparte; viva Guerrero, con su gobernador del país de las Maravillas; Viva Chilpancingo, Viva Pungarabato, viva Ajuchitlán con su gris e ignorante alcalde; vivan nuestros políticos y sobre todo, nuestros amados diputados entreguistas; que vivan el PRI, el PAN, el PRD y los demás partiditos rémoras.
Por Dios que hoy la felicidad nos embarga y no cabe en el pecho.

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