miércoles, 26 de octubre de 2011

COLABORACION

Guerrero: 162 años

Edilberto Nava García

Estamos en víspera de la conmemoración del ciento sesenta y dos aniversario de la erección de nuestra entidad federativa. Con toda seguridad el gobierno estatal que encabeza Ángel Heladio Aguirre Rivera culminará el jueves 27 con un magno acto, que no evento, si como dicen los estudiosos del lenguaje, evento es una acción no planeada ni programada, sino algo que se da como mera eventualidad.
Y la conmemoración motiva o debe motivarnos, porque a no ser por las razones básicas que se esgrimieron para el reconocimiento del sur como una demarcación territorial con todos los derechos de entidad federativa, quizá nuestras condiciones estarían siendo marcadamente distintas. Y sólo para recordar aquel pasaje en que se erigió el Estado de Guerrero, diremos que confluyeron no sólo esfuerzos de los gestores, los generales Juan Alvarez y Nicolás Bravo, como el hecho de que en la región central hubiera nacido el insurgente y consumador de la independencia nacional. Vicente Guerrero, sino también a la disposición y buena voluntad de las entidades que hubieron de ceder parte de sus territorios, con población y recursos.
Las circunstancias del momento, las razones políticas y de comunicación dieron la conveniencia de que la capital fuera Iguala, ciudad tan cercana a los límites con el estado de México, pues habrá que recordar que el Estado de Morelos se erigió veinte años más tarde. Desde el punto de vista geográfico, nuestra capital nos quedaba muy al norte y bastante distante para los extremos costeros, como los municipios de La Unión, y Zihuatanejo o los de Cuajinicuilapa, Ometepec y Xochistlahuaca. Y no hablamos de buenas vías de comunicación, ya que por esos años Iguala contaba sólo con caminos de herradura y competía en importancia con Tepecoacuilco. El tren llegó a la tamarindera ciudad durante el porfiriato. En fin. . .
Empero, entre los motivos del presente envío están el histórico y el bullanguero. ¿Por qué? Porque he preguntado a personas mayores si saben de festejos anuales con motivo del aniversario de la creación por decreto de nuestra entidad. Y la respuesta ha sido no. Algunos recuerdan de la celebración del centenario durante el régimen que encabezó el General Baltasar r. Leyva Mancilla, pero nada más. Otros recuerdan borrosamente que algo al respecto hizo Caritino Maldonado Pérez; lo que sí recuerdan es que con Nogueda Otero y su sucesor en el mando, Rubén Figueroa, los actos conmemorativos tomaron forma.
Lo cierto es que durante el corto tiempo en que el movimiento zapatista ejerció el poder en Guerrero, el 27 de octubre pasaba, digamos, desapercibido, olvidado. En Apango, que en tiempos de revolución no era cabecera municipal, pues de 1875 a 1919 la cabecera fue Atliaca, hay un acta en la que se asienta que el 27 de octubre de l914, el Jefe de las Armas en Guerrero y director provisional del gobierno, General Jesús H. Salgado, concurre a dicho pueblo para dirimir las diferencias que hay entre los pueblos que han decidido reconocer como cabecea al pueblo de Apango y los que desean continuar reconociendo al pueblo de Atliaca. He aquí un párrafo textual:
« . . . En seguida el respetable jefe tomó la palabra y dijo: que el objeto de su arribo a esta población eran con el exclusivo fin de mediar las diferencias que median entre los municipios aludidos, a cuyo efecto se procedió a tomar el parecer de las personas que representan los pueblos antes citados, comenzando con Totolcintla, Ozomalán, Tecuiciapan, Oapan, Oacatzingo, así como también las cuadrillas de Zotoltitlán, Hueyitlalpan,, Tula, Zapotitlán, Analco y Chiquimulco, quienes a una voz manifestaron que su voluntad era pertenecer a la municipalidad de Apango y no a la de Atliaca. En tal virtud se dispuso quedaran obsequiados los deseos de de dichos pueblos, quedando reducido el municipio de Atliaca con los pueblos de San Juan Tetelcingo, Huitziltepec y la cuadrilla de Tlamamacán, respectivamente. . . .»
Es de suponer, que el general Jesús H. Salgado, siendo un hombre de armas y sabedor de caballerías, debió arribar a Apango acompañado de oficiales muy cercanos a él, a caballo, pues no olvidemos que desde la toma de Chilpancingo en marzo y hasta diciembre, las escaramuzas disminuyeron, pese a que fuerzas federales continuaban defendiendo a Victoriano Huerta y su sanguinario régimen.
Volviendo al acta de referencia, manifiesto que me llamó mucho la atención y tiene un fuerte motivo. Los apangueños que mayoritariamente fueron de filiación zapatista habían contribuido en la lucha en sus aspiraciones por la restitución de tierras y montes, pero también por la restitución de la cabecera municipal, pues en documentos se prueba que Apango era ya cabecera cuando la porción central del ahora Estado de Guerrero correspondía al Estado de México. Y en efecto, una vez tomada la capital Chilpancingo por las fuerzas zapatistas, se planea que la cabecera torne al pueblo de Apango. Así el 29 de mayo de ese año, los coroneles Antonio Cadena y José Rueda Bravo acuden a cumplir instrucciones superiores de instalar el nuevo ayuntamiento, que por cierto, encabeza Plácido Díaz, personaje que años más tarde llegó ser uno de los más ricos del lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.