miércoles, 9 de noviembre de 2011

COLUMNA

 
La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre


De heroicidad política y leve alumbramientos de la Comisión Federal de Electricidad. Antes que otra cosa, saludar y felicitar a los compañeros Marlén Castro Pérez y Rogelio Agustín Esteban, por el premio internacional que concedió la Revista Proceso, con motivo de su aniversario. Desde este espacio se les felicita ampliamente, y se les reconoce su calidad.
Pues bueno, lastimoso el cuadro estatal que escenificamos en estos momentos, con los tropiezos y las ganas por enredarse, eso, sin utilizar a voceros con su cantaleta «lo que el licenciado quiso decir». En el aspecto de la seguridad pública, se observa a un Ramón Almonte Borja, dando palos de ciego, y pujando por casi todo.
Allí los reportes equivocados como en el caso del hallazgo que se hizo en el Centro de Reinserción Social de Acapulco, que como dijo el visitador general de la Comisión de Defensa de los derechos Humanos, Hipólito Lugo Cortés, ha venido a corroborar que las cárceles no son sino escuelas profesionales del crimen.
Ramón Almonte autorizó el reporte donde se calificó de sexoservidoras a las esposas de los reos, por ejemplo, en un resbalón que hace pensar una serie de tonterías, como que inclusive, este funcionario de origen calentano, no sabe donde pisa, una escena que ha dejado observar, desde que propuso que los ciudadanos se empistolaran para defenderse de la delincuencia, y así participar para mermar el fenómeno.
En este momento, la enorme cantidad de funcionarios de este gabinete aguirrista, incluyendo al Mesías de cartón y Rambo de caricatura, David Jiménez Rumbo, piensan sólo en seguir comiendo con manteca, sin importarles el pueblo, sin considerar las necesidades sociales, y mucho menos, en las soluciones de los problemas.
Más allá de todo ello, hay un asunto que brinca como en todo momento, al ser de preocupación social, y que es el alto costo por el uso de la energía eléctrica, de allí que existan protestas y manifestaciones en contra, por las altas tarifas. La CFE es un organismo netamente utilitario, sin más objetivos que los que le marcan los cánones del capitalismo.
En este vaivén de actitudes, ya los integrantes de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, cerraron este martes pasado, las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad en varios municipios, y bloquearon carreteras en protesta por los altos costos de la energía eléctrica.
Hay inquietud y un ambiente denso muy cargado. Esto se hace ante la inactividad de las que se llaman orondamente autoridades, esos mismos que hacen todo y nada, que descubren otro planeta pero que a la vez, no pueden solucionar siquiera la condonación del pago de las actas de pobreza.
En estos momentos esa enorme inquietud popular, indica que en efecto, algo va a suceder en 2012, pues ya hemos visto explosiones ciudadanas con los delincuentes, allí lo que ha sucedido en dos casos por mencionar: en Zacaoyuca de la zona Norte, y en Tlapehuala, de la Tierra Caliente, donde saltadores han estado a puntos de ser linchados por la gente.
Eso es una muestra estricta, que la ciudadanía ya no espera ni tiene esperanzas en los políticos, ni mucho menos en los candidatos que traen su costal de sueños, esos mismos que ahora quieren la diputación local o la alcaldía, o que andan tras la legislatura federal, la senaduría, en fin. De cierto que las calenturas de los políticos sólo la sudan ellos mismos.
El entusiasmo ciudadano anda apagado, pero en verdad. Nada puede ser más complicado de solucionar, si primero no se reconocen las fallas. ¿En dónde están las autoridades?, parece que se emula la expresión de película histriónica y caricaturesca, no los encontramos ni contra los atropellos de la CFE, y prácticamente contra nada que afecte a la ciudadanía.
Los candidatos han resumido su solución a los problemas, con despensas y dádivas a la gente que consideran menesterosos, hambrientos de ayuda para comer, en vez de solución de fondo. Ya vemos las encuestas defectuosas de que yo soy mejor que el otro, pero en este mundo podrido, el mejor que el otro, significa estrictamente que podría estar escasamente menos sucio. Pero la suciedad está, así como la porquería.
Qué lástima y qué dolor, qué tristeza y qué coraje, esa poca vergüenza de los funcionarios se expresa así: en tonos carnavalescos dentro de su propio mundo de la perversión.

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