lunes, 14 de noviembre de 2011

COSMOS

Cosmos

Héctor Contreras Organista

El Niño Dios que cumple cien años en 2011
 
Doña Emilia Casarrubias debió haber nacido en los últimos años del siglo XIX en Ayutla, región de la Costa Chica del estado de Guerrero. Muy joven casó con don Jesús Flores quien más tarde sería general revolucionario.
Su hogar lo establecieron en una casa muy amplia localizada en la calle de Ignacio Manuel Altamirano número 14, prácticamente en el centro de Chilpancingo, capital del estado.
El cura párroco de la iglesia de la Asunción, don Margarito Escobar era un excelente artista. Pintaba y era diestro en la escultura. Algunas de sus obras se exhiben en la iglesia principal de Zumpango del Río, donde estuvo a cargo de aquel templo, y en el Sagrario de la Purísima Concepción de María, en la hoy catedral de la Asunción adonde llegó como encargado de la misma el 15 de febrero de 1910.
Hizo don Margarito un obsequio especial a la familia Flores Casarrubias, un Niño Dios, labrado por él en madera al que en ese hogar se comenzó a venerar a partir de la navidad de 1911.
Cada 24 de diciembre doña Emilia celebraba la ceremonia de «la acostada del Niño Dios», en un enorme y espectacular «Nacimiento» hecho de heno (pascli traído de la sierra de Guerrero) para lo cual invitaba a muchachas y señoras amigas de la familia como Madrinas.
Durante mucho tiempo, quienes daban mayor solemnidad a la rememoración de la venida de Jesús al mundo fueron «Los Pastorcitos», una pastorela que era preparada por las hermanas Carmen, Amalia e Irene Organista Sánchez, vecinas de doña Emilia.
Ella, a cambio, obsequiaba a los niños de la pastorela, vecinos y familiares con deliciosos aguinaldos, entre los que destacaban buñuelos, empanadas, pan de horno y ponche.
El «Nacimiento» donde se acostaba al niño Dios ocupaba todo el derredor de la extensa sala de su casa. Ahí se veía a los personajes que distinguen ese tipo de «Belenes», bella y dulce tradición que hace siglos inició en Italia San Francisco de Asís.
San José y la virgen María; los Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltazar); la enigmática Estrella de Belén; Los Pastores que acudieron al establo donde nació Jesús, infinidad de borreguitos; la Mula y el buey que, como señala la tradición, con su vaho le dio calor al recién nacido. Y del techo de la casa pendían tendidos de mecahilo donde la señora colgaba faroles de colores de todos tamaños, globos, serpentinas y durante el canto de «Las Aromas», afuera de la casa se hacían tronar varios paquetes de cohetes de china y también acudían las danzas tradicionales de Chilpancingo a bailar sus sones en homenaje al Niño Dios.
En diciembre de 2011 se cumplen los primeros cien años de que ese Niño Dios, hecho de madera por el inolvidable padre Margarito Escobar y obsequiado a la familia Flores Casarrubias, ha sido venerado.
Doña Emilia falleció en 1977. Desde entonces su nuera, la señora Celia Bello Vega, esposa de don Jesús Flores, apreciado vecino chilpancingueño y sus hijos así como un nieto de la señora Emilia, el general brigadier de Infantería, don Guillermo Flores Moyao y su familia han continuado con la tradición de acostar al Niños Dios.
Ellos, ahora, están preparando para el 22 de diciembre próximo un gran festejo al que se espera acudan altos dignatarios de la iglesia de la capital del estado así como autoridades civiles, en virtud de que, si se considera la importancia que reviste el primer centenario de ese Niños Dios, seguramente habrán de considerarlo como celebración extraordinaria dentro de los grandes acontecimientos de la historia católica de Chilpancingo y que pasa a formar parte muy relevante en las tradiciones de nuestro pueblo (continuará).

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