lunes, 2 de enero de 2012

COLUMNA


De Regreso


Felipe Zurita.


Diana llegó temprano a limpiar los restos de la fiesta de fin de año. Inicia el 2012. Para la mayoría de los turistas, las nueve de la mañana es aun demasiado temprano. Abre las puertas del establecimiento que tres horas antes había iniciado asear. Los rayos del sol, caen en plomo ya sobre la dorada arena de Barra Vieja. El perfume del mar y la fuerza de sus olas, es la misma que hace décadas. Son los mismos cangrejos, las mismas gaviotas, los mismos peces, creo que todo es lo mismo. Pero algo llamó mi atención sobre las olas un gran banco de peces dorados hacen la diferencia.
La magia encontrada en las primeras horas del primero de enero del 2012, se convierte en un encaje de alegría, Diana nos sonríe y muestra el mejor lugar para disfrutar de lo hermoso que es el mar. La piel dorada de Diana por la brisa del mar, oscurecida por el sol la hacen ser una mujer con un secreto encantador de la Costa Chica de Guerrero.
El largo viaje iniciado antes de que despuntara el sol entre las montañas, mostró que este primer día sería inolvidable, el banco de nubes que por ratos cubría la carretera federal trataba de destejer la luz intermitente de mi auto que advertía nuestro camino entre aquellas nubes dormilonas que reposaban en los valles y cañadas. Como no queriendo levantarse para iniciar el día.
El calor sofocante del puerto de Acapulco, no se dejaba sentir como en días anteriores, solo era un delgado hilo de color que con unos segundos en la sombra se calmaba. Solo con bajar unos centímetros el cristal de la puerta del carro basto para entender que ya estábamos cerca del mar. Lo único que sostenían mis manos era el volante, aun lado mi computadora y dentro de mi un puñado de letras que tratan de escribir una historia para este primer día DE REGRESO a las mi casa editorial LA CRONICA VESPERTINO DE CHILPANCINGO.
Me pregunta Diana
—Que le parece este lugar…
—Muy agradable… si es que tu me vas a atender…
—Hasta las nueve de la noche que habré de irme…
—No estas cansada, por el festejo de anoche…
—Un poquito. Pero con un baño estoy lista.
—Me parece, buena la idea. Y el agua esta fría…
—No tanto. Vamos a nadar el agua de la alberca esta buena…
—Mejor te miro desde aquí. Y si me animo me meto. pero no se nadar.
—Pero yo si y muy bien. (sonría y guiño el ojo izquierdo)
El cuerpo de Diana, es perfecto. Envidiable ante los ojos femeninos y un poema de beldad para cualquier hombre. La estatua de LA DIANA que se tiene a la entrada de Acapulco sobre la costera Miguel Alemán no hubiera podido compararse con la delicadeza de tan linda mujer. Que me invitaba para iniciar este año de una manera diferente.
Mientras ella terminaba de limpiar algunas mesas y prendía la bomba de extracción de agua para terminar de llenar la alberca, mis dedos y la torpeza de mis manos lograron poner sobre la mesa de plástico la computadora y arrancar a su vez mis viejos zapatos de trabajo. Esos que tienen una suela para caminar interminablemente feos y toscos. Arranqué la camiseta porque ya el calor comenzaba a subir, creo yo que no era tanto por el sol sino por los lindos ojos negros que me giñaron.
De espaldas a la alberca y con la mirada pérdida en las olas del mar azul y el brillo de los peces que se mesclaban con los pequeños bancos de arena que mesen las olas, los minutos parecían perder su prisa.
—Te animas a nadar?. Se escuchó una voz suave, pero perdida ante mis ojos que buscaban encontrar a quien me hablaba.
—Aquí, en la alberca o es que tienes frio. O te doy miedo. (sonriendo)
—Nada de eso. Al contrario ya estoy casi listo. Solo me falta aprender a nadar.
—Aviéntate, cierra la boca y trata de aguantar la respiración.
Mi resistencia al agua fría… me hizo que primero que la tocara con mis dedos.
—Ah. Si esta fría.
Mientras que ella de un salto desde la alberca salió y sin medir consecuencias ó palabra alguna me aventó. Fueron minutos eternos bajo del agua al salir a flote no sé que cara tenia o cuantos litros de agua había ingerido, pero la risa de Diana era imparable. La inocencia con la que se reía, pudo causar molestia en mi en esos minutos. Ella se disculpo y me ofreció una disculpa.
—sino nunca lo vas hacer, es mejor así. Ni se siente lo frio del agua.
—haya voy. (Se tiro al agua muy cerca de donde estaba parado, al salir se tomo de mi cuello )
—FELIZ AÑO NUEVO.
Me dio un beso y se soltó, tan rápido como un pes. Mi torpeza volvió a provocar sonrisas en Diana.
—eres muy lento en el agua.
—lo que pasa es que tu eres muy traviesa y yo muy lento a tus travesuras.
—si me agarras aquí en la alberca yo te invito el desayuno.
—mejor yo te invito y déjate agarrar.
—no, no, el juego es que tu aprendas a nadar.
El traje de baño negro con vivos verdes claros, que delineaba la figura perfecta de Diana, poco a poco fue quedando en el relieve de la alberca , mas difícil era alcanzarla porque el pantaloncillo que llevaba yo. Provocaba poco o nulo movimiento muy aparte de mi torpeza en el agua.
Así es que tuve que pagar el desayuno, la comida y las sonrisas de Diana, quien se canso de correr en la alberca o mejor dicho porque comenzaron a llegar más clientes que atender. Cubrió su cuerpo y mientras yo trataba de salirme del agua ella ya me esperaba junto a mi computadora. Me regalo un abrazo y me dijo has iniciado un año nuevo diferente. Tan diferente que no me quedo más que escribir lo vivido.
P.D. lo permitido esta ESCRITO. Y lo nuestro esta a salvó.

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