jueves, 16 de febrero de 2012

COLUMNA

Asesinato de madero


Apolinar Castrejón Marino


El Presidente Francisco I. Madero fue cruel y cobardemente asesinado por ordenes de Victoriano Huerta, para quedarse con el poder.
La forma tan ingenua como Madero puso su vida en manos del militar menos indicado, y la conducta tan alevosa y oportunista en que se condujo, le han valido el mote de «El Chacal».
Todo sucedió en solo 10 días, razón por la cual, este pasaje histórico es conocido como «La Decena Trágica», ya que transcurrió del domingo 9 al miércoles 19 de febrero de 1913.
Una vieja discusión plantea la existencia de una «historia de bronce», otro axioma no menos ingenuo refiere que «la historia la escriben los vencedores» y otros más ambiciosos pretenden que la historia sea «realista». La verdad es que la historia es quien la estudia.
Es el estudioso quien complementa los hechos históricos. Los historiadores nos proporcionan datos, fechas y «hechos», pero somos nosotros quienes nos acercaremos a la realidad de cada hecho, cuando lo revisamos con nuestra lógica y sentido común, cuando tamizamos los relatos, las crónicas y las anécdotas, a través del conocimiento de la conducta humana.
En el caso específico de «La Decena Trágica», es necesario considerar la determinación de la ambición humana en la disputa por la Presidencia de México. El trasfondo de traiciones, complicidades y perversidades utilizadas por los conservadores para no dejar que Madero ejerciera la Presidencia que había ganado en las urnas.
Los conservadores eran todos esos parásitos, caciques y hacendados que habían constituido la corte de Porfirio Díaz, ayudándolo a «gobernar» y a mantener «pacificada» a la población.
Al deponer el poder Porfirio Díaz, los «conservadores» se habían quedado «colgados de la brocha», ya no había quien amparara sus atropellos a la población, ni quien les permitiera continuar con sus prácticas de explotación a los campesinos.
Con ánimo revanchista, los ricos y hacendados se unieron con los militares para poner trampas al Presidente Madero.
Desde mediados de 1912 Los más conspicuos conservadores como Bernardo Reyes y su hijo Rodolfo Reyes, el general Manuel Mondragón, representante de Félix Díaz; el general Gregorio Ruiz, y Cecilio Ocón empezaron a fraguar una conspiración para mermar el poder de Madero.
A principios de 1913 el grupo se reunió en Tacubaya para planear un golpe de estado. De último momento, El general Victoriano Huerta fue «invitado» a participar por medio de su médico, Aureliano Urrutia, que era también su consejero.
El 9 de febrero «espontáneamente» se sublevaron los alumnos de la Escuela de Aspirantes de Tlalpan y la tropa del cuartel de Tacubaya. Una columna se dirigió hacia Santiago Tlatelolco y la otra hacia la penitenciaría de Lecumberri, donde libertaron a los militares traidores a la República Bernardo Reyes y Félix Díaz.
Al llegar Reyes al zócalo se enfrentó contra el general Lauro Villar, jefe de plaza. Como la guarnición del Palacio Nacional ya estaba de acuerdo, la guardia quedó entre 2 fuegos, y pronto cayeron abatidos. Por su parte, Félix Díaz tomó la plaza de la Ciudadela para establecer su cuartel.
Madero había pasado al Colegio Militar donde una escolta de cadetes se ofreció a acompañarlo, de Chapultepec. Al llegar al centro de la ciudad y enterarse que Lauro Villar estaba herido, nombró a Victoriano Huerta como jefe militar de la plaza. Sin saberlo, había nombrado a su verdugo.
El lunes 10 se la ciudad ve abandonada. No hay ningún diario, no hay transporte y todas las tiendas permanecen cerradas.
El martes 11 dos batallones de las fuerzas presidenciales tratan de tomar por asalto el edificio de «La Ciudadela», pero son rechazados por los rebeldes que tenían buenos cañones y buenos artilleros.
El miércoles 12 los militares traidores dejaron escapar a los presos de la cárcel de Belén para crear gran confusión y miedo.
El jueves 13 los combates se tornaron más violentos, llegando a dispararse mil cañonazos por minuto.
El viernes 14 murieron más de 100 civiles por causa de «balas perdidas».
El sábado 15 los senadores pidieron a Madero que renunciara.
El domingo 16 se pactó un armisticio pero nadie lo respetó, y ocasionaron cerca de 300 civiles muertos.
El Lunes 17 se incineraron docenas de cadáveres, y un humo pestilente llena la ciudad.
El martes 18, se celebró un pacto secreto con el embajador norteamericano. El Presidente Madero y el Vicepresidente Pino Suárez fueron aprehendidos.
El miércoles 19 En la penitenciaría, Madero y Pino Suárez fueron obligados a renunciar. Tres días después, fueron asesinados.

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