jueves, 29 de marzo de 2012

COLUMNA

Año de hidalgo en Chilpancingo

Apolinar Castrejón Marino

Según algunos estudiosos, Chilpancingo es una palabra que significa lugar de avispas, pero muchos creíamos que solo lo decían para congraciarse con las autoridades, y así poder mantenerse pegados a la ubre gubernamental en calidad de «cronistas» o «historiadores oficiales».
Pero en la actual situación política de pleitos por «una posición» para competir por un hueso, perdón «puesto» para seguir sirviendo a la gente desde una curul o silla presidencial, el ayuntamiento chilpancingueño es un verdadero avispero.

Y no hablamos de pleitos entre los militantes de diferentes partidos, nos referimos a las zancadillas, empujones y «puñaladas traperas» que se dan los priístas, ahora que el Presidente Municipal Héctor Astudillo pidió licencia, no se sabe bien si por una diputación, senaduría o por la campaña política de «Gel Boy» Peña Nieto.
 El prospecto a quien correspondía por ley asumir el cargo, declinó tan magno honor; de lo cual no dio explicación suficiente. «Sammy» como le dicen en su familia, les falló «gacho» a sus cuates. Pero así, asumió el cargo un burócrata y militante priísta muy dócil a los designios del priismo; creo que le llaman disciplina.
Hasta aquí las apariencias mostraban una pequeña disputa para que algunos clanes pudieran posicionar a sus elementos con miras a asegurar su arribo al poder capitalino.
Pero una observación más cuidadosa, las amargas experiencias de años pasados, y las pláticas en los pasillos del mismo «palacio» municipal, nos revelan un enorme tráfico de dinero.
El presunto político que declinó ser presidente interino, prefiere «trabajar» en la penumbra, y a expensas de otros. Y cuando hablamos de «trabajar» nos referimos a la venta de áreas verdes, zonas federales y espacios públicos.
Estas son unas de las actividades más lucrativas que disfruta la fauna que medra en el ayuntamiento. Otra actividad que deja muchos kilogramos de billetes grandes es el cambio de uso del suelo: adquirir terrenos agrícolas por unos cuantos miles de pesos, para luego fraccionarlos y vender lotes, y así obtener cantidades millonarias.
Desde luego, esto solo puede hacerse con la complacencia de las autoridades municipales.
El mecanismo de estos «trinquetes» es que los encargados de los despachos se «amarchantan» con algunos ciudadanos «mañosos» y hacen sus transacciones, con la condición de que tomen posesión de lo que «compraron» después de que termine esta «administración».
Así, ya no hay a quien echarle la culpa de que un parque, un solar y hasta una banqueta resulten con «dueño». Por lo que se ve, Héctor Astudillo creé que a los ciudadanos ya se nos olvidó que pidió ser Presidente Municipal como «última gracia» o como premio de consolación por haber perdido las elecciones para gobernador.
Más a nosotros no se nos ha olvidado que dijo que solo quería ser Presidente Municipal, y que luego se retiraría de la política.
Esa es la razón de que nunca se interesara en mejorar las condiciones de vida de la Ciudad, pues no negará usted el desorden, la suciedad y la inseguridad que aquejan a los chilpancingueños. La arbitrariedad, el influyentismo y el abuso del poder han sido los signos característicos de esta «administración», de alguien que «no quería ser».
En breve se sabrá que su familia está disfrutando jugosos contratos por la renta de edificios, terrenos, automóviles y maquinaria a áreas y dependencias públicas, que se asignaron directamente desde la Presidencia sin los concursos correspondientes.
¿Sabe usted que en fechas recientes se aprobó una Ley contra la Corrupción? Pues es una lástima tanto esfuerzo, porque en Chilpancingo esa ley no aplicará. La verdad es que nadie puede ser acusado de corrupto, esto no existe.
De lo que puede ser señalado alguien es de malversación, de peculado, de cohecho. Pero, estas son las trampas que pusieron los legisladores para su beneficio ¿Cómo ve?

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