lunes, 14 de mayo de 2012

COLUMNA

La Jaula de Dios

Jesús Pintor Alegre

Como dirían los jóvenes en esta parte del mundo y en toda la que guste y mande: estamos fritos, ahora resulta que nuestros insignes personajes de la res pública, no son libres de hacer política debido a la violencia, y eso no lo dijo el hijo de Chonita, o algún elucubrador trasnochado, lo expresó el dirigente estatal del partido tricolor, Cuauhtémoc Salgado Romero.

Es decir, eso que saben hacer los políticos y porque mantienen el monopolio de su ejecución, como es la política, ahora pues bueno, simplemente no pueden, están acotados, y los pobres amigos no saben cómo hacerlo porque hay tanta violencia, que se han visto obligados a cambiar las formas de practicarla.
El delegado del PRI en Guerrero, Cuauhtémoc Salgado Romero, originario de Ciudad Altamirano, pero que en su etapa de diputado federal, vivió en Toluca, fue directo al confesar que por la violencia en el estado, se han visto obligados a cambiar las formas de hacer política, pues dijo, «ya no podemos hacerlo con tanta libertad». Eso sí cala.
Y dio algunos datos para reforzar su expresión doliente: en lo reciente, varios candidatos del PRI han sufrido secuestros, amenazas y el asesinato de uno de sus coordinadores en la zona Norte y diputado suplente, Horacio Barquín Ceballos, esto para Salgado Romero, ha llevado a los priistas a cambiar sus estrategias inclusive.
Las declaraciones son graves, pero en verdad muy graves si tomamos en cuenta que los políticos son precisamente los que guían a la ciudadanía, y más allá, los que tienen el poder para modificar el estado de las cosas.
Pero bueno, ahora, y tras esas declaraciones, que se refuerzan con las que antas dijo el diputado local, Florentino Cruz Ramírez, que en este estado no estaba a salvo ni siquiera el gobernador, precisamente por el fenómeno de la violencia, pues entonces no cabe expresar algo más que en realidad estamos fritos.
 Hay que verlo desde el ángulo más agrio: esos que tienen la forma y los recursos para darle un giro a toda esta calamidad, simplemente no pueden y más aún, tienen miedo, y se esconden, y piden que los venga a salvar el chapulín colorado, o Ironman.
La verdad que esto que ahora vivimos y escuchamos, alguna vez en tiempos pasados, podría haber sonado a descabellado.
Hace años, digamos que cuando el PRI repartía el queso, y cuando esto no se había salido de control, debido a la complejidad de los intereses, sería hasta un disparate escuchar a esos que jalan la res pública, que no sólo tenían miedo, sino que habría que modificar su forma de hacer política.
La vida pues de ellos mismos ha sido alterada, y de paso, para el resto de los que dicen que gobiernan o intentan gobernar.
Lo del caso de Florentino Cruz Martínez, es excepcional, de la misma forma en que lo expresó Sebastián de la Rosa Peláez, quien luego de todo lo que ha pasado, pero antes de que fuera ejecutado Armando Chavarría Barrera, reconoció que tenía miedo, y que por favor, no le preguntaran por la violencia.
Una situación que desvela toda la fragilidad de nuestro sistema, en donde si ellos están indefensos, ¿en dónde dejan a los pobres ciudadanos de a pie?
¿En dónde está, hay que preguntarlo, la obligación del gobierno para darle seguridad a su ciudadanía, esa misma que votó por él, y depositó toda su confianza?, simplemente no se cumple, luego entonces, desdibujar la principal encomienda y al final de cuentas, la desobligación, lleva a que nuestro sistema se convierta en una simple caricatura.
En donde podríamos ver escenas como la del Correcaminos perseguido por el amigo coyote, que pese a todo lo que intenta, jamás acierta en nada.
Esta caricatura del terror, sin Truman Capote como guionista, acalambra, hay que trabajar para acostumbrarse a él, o para exterminarlo. No hay más camino.

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