viernes, 6 de julio de 2012

COLUMNA

El efecto gobernador


«Ya no somos devotos de mi general». Estudiantes de París.
Efraín Flores Maldonado
¿Quién derrotó al PRI en Guerrero? Es la pregunta que transita y palpita entre la plural opinión pública guerrerense. Entre voluntariosos empíricos, expertos electorales y politólogos, circulaban versiones sorprendentes. Unos aseguraban que AAR en la penumbra, estaba trabajando para que ganara EPN.
En el PRD se decía que el efecto López Obrador haría ganar a todos los candidatos de la coalición; en el PRI por contrario, todos los candidatos aseguraban que ellos serían los beneficiados del «Efecto Peña Nieto», lo que los ubicó mentalmente en un estatus de autosuficiencia electoral; Su servidor en cambio, sostuvo que no habría en la jornada electoral un efecto «López Obrador» y tampoco el efecto Peña Nieto, pues el verdadero riesgo estaría representado por un voto reflexivo e instintivo en contra de los lideres morales del PRI en guerrero y de algunos de sus aspirantes dueños de todas las candidaturas en los últimos 20 años. Sin el efecto «Peña Nieto» los aspirantes tricolores solo tendrían el soporte de su propio nombre. Sostuve también que AAR trabajaría para el PRD y sus candidatos, mostrando a la comunidad política nacional y del estado su fortaleza política, visión y estrategia. Porque, aun perdiendo AMLO, AAR debía mostrarse como un ejecutivo estatal victorioso frente a los líderes del PRI y muy especialmente ante Enrique Peña Nieto, quien en el momento oportuno, para dibujar un gobierno de coalición y maximizar la gobernabilidad podría invitarlo a retornar al tricolor y designarlo ministro del gabinete presidencial. Para recuperarse de esta derrota, el PRI en el estado debe renovarse con urgencia y con inteligencia. Quienes no pudieron evitar esta derrota, no podrían ser los nuevos salvadores del tricolor. Los electores ya rechazaron en Guerrero a los mismos candidatos y líderes de siempre. Urge que en Guerrero se ponga en marcha la reforma moral del PRI. Nuevos rostros y líderes cercanos a la militancia y de elevada cultura política. De no ser así, la vida del PRI en los próximos 3 años será anémica, de medianías políticas persistentes y lastimosas. En síntesis, al PRI en Guerrero no lo venció el efecto «López Obrador», sino el «Efecto gobernador». Es todo.

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