jueves, 5 de julio de 2012

COLUMNA

Malos ganadores,
malos perdedores

Apolinar Castrejón Marino
 
Nicolás Gómez Dávila dice que «El perdón es una forma sublime de desprecio». Esta realidad que menciona, en su libro «Escollos de un texto implícito» confunde profundamente a las personas de escaso criterio.
En los actuales momentos, muchos compatriotas, impacientes e intolerantes, critican que López Obrador esté exigiendo la revisión del proceso electoral que recientemente tuvimos en México. Se entiende que algunos ya quieran disfrutar del triunfo obtenido «haiga sido como haiga sido».
Esto es de siempre y en todos lugares, porque los mexicanos somos muy malos perdedores, y también somos muy malos ganadores. Esta es la razón de que estén prohibidos los casinos y los juegos de azar, que siempre terminan en pleitos y muertes.
Por las mismas razones, las leyes y códigos incluyen la «Ley Seca», en previsión de que «la sangre no llegue al río» en medio de algún acontecimiento donde se desborden las pasiones y salgan a relucir nuestros resabios de barbarie, mal contenidos.
Si la cosa fuese sencilla, Enrique Peña debería salir a decir públicamente que también está de acuerdo en que se abran todos los paquetes, y así no quedaría ninguna duda. Pero él sabe que esos paquetes son como la Caja de Pandora, y que guardan muchos misterios. Por eso se refugia en un prudente silencio.
Es preciso aclarar que desde este espacio no defendemos ni atacamos a nadie en particular, solo comentamos las barbaridades que rodean al medio político. Como por ejemplo la perorata de que en el proceso electoral participaron un millón de mexicanos, lo cual garantiza que las elecciones hayan sido imparciales.
Al respecto, tenemos que comentar que ese millón de mexicanos que tuvieron en sus manos alguna etapa o procedimiento de las elecciones pudieron ser «químicamente puros» y hallan querido comportarse lo más neutral posible. Pero tenemos la experiencia de que el diablo del PRI se cuela por la ventana cuando alguien la deja abierta.
O acaso ¿No sabe usted que todos los funcionarios de casilla tienen un precio…. en caso de ser necesario? Si hasta le podemos revelar que las monedas de cambio pueden ser un fajo de billetes, un puesto en el gobierno, un automóvil, un rancho, unas vacaciones al extranjero, o una dama suculenta. Hay quienes son tan baratos que se venden por un teléfono celular.
Por si no se ha enterado, han quedado muy atrás los tiempos en que los ciudadanos se sentían orgullosos de haber salido «insaculados», y tomaban muy en serio su papel a desempeñar en las casillas de votación. Ahora, muchos de los designados por el Instituto Federal Electoral, ni siquiera respondieron al llamado y otros simplemente no se presentaron el día 1° de julio.
La persona del «Consejero Presidente» es la figura pública más desacreditada, solo por sus declaraciones sosas y tramposas. El bobalicón y petulante Alejandro Poiré que es «de juris» quien tutela al IFE desde la Secretaría de Gobernación, es un necio que está ahí porque lo puso su «cuate» Felipe Calderón. O diga usted ¿cual de sus declaraciones de los últimos meses ha sido coherente y apegada a la realidad?
Pero si usted sabe un poco de lógica, dígame como se resuelve el siguiente silogismo:
PREMISA 1: Andrés Manuel contendió por la Presidencia de México.
PREMISA 2: Andrés Manuel perdió en la contienda.
PREMISA 3: Andrés Manuel debe conformarse con su derrota.
¿Cuál es la premisa que no ha sido demostrada? Recuerde que mientras una premisa no sea demostrada, las demás no son válidas.

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