miércoles, 22 de agosto de 2012

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista


¡¡¡El Cuero es el que se arruga!!!


Hoy cumpleaños mi amigo de toda la vida, Filiberto García Aguilar, el famoso «Fili García» y para felicitarlo, con el permiso de mis editores Javier Francisco Reyes y Pepe Arroyo deseo ofrecerle como regalo este espacio, que se lo merece y lo hago con profundo afecto, admiración y respeto.
Cuando algunos chilpancingueños pronunciamos o escuchamos el nombre de Fili García, inmediatamente atraemos la imagen de un hombre trabajador y batallador. La de un apreciado y valioso locutor de radio local, pero también nos revela el perfil de un ídolo del deporte de la Lucha Libre, y por si fuera poco, la presencia de un taxista que llegó a ser líder en ese gremio.
La vida de don Filiberto García Aguilar ha corrido en pareja con el esfuerzo de la mayoría de chilpancingueños nacidos en los años 40 y 50 del siglo pasado.
Fue alumno de la Escuela «Fray Bartolomé de las Casas» cuando era vecino del Barrio de San Antonio, en la calle 5 de febrero. Siendo niño quedó huérfano de madre. En su juventud se trasladó a Acapulco, a trabajar; después a la ciudad de Iguala, logrando regresar a Chilpancingo con el deseo de seguir abriéndose paso en la vida.
Chilpancingo lo vio hace muchos años acompañando a don Sabás Telumbre en su jeep, repartiendo programas de cine en la calle y anunciado las funciones del inolvidable «Cine Guerrero» donde también, gracias al apoyo que le brindó el gerente de la empresa, don René Valencia Feria (qepd), se hizo cargo de una de las dulcerías.
Por ser muy aficionado al deporte, en la «Casa de la Juventud de Guerrero», junto a otros jóvenes inquietos como él, y bajo la dirección de un luchador del cual nunca supieron más que su apodo, comenzó a entrenar Lucha Libre, para, tiempo después debutar en una arena de Acapulco, ante un ídolo de los encordados, «Chanoc». Aquel imponente gladiador costeño vestido con mallas, playera y máscara color pimienta.
Don Filiberto García Aguilar nació el 22 de agosto de 1948 en Zumpango del Río, municipio de «Eduardo Neri». Fueron sus padres don Juan García Campos, originario de Tixtla y doña Margarita Aguilar de Campos, originaria de Zumpango. La actividad de su señor padre fue vender sabrosa nieve, recorriendo las calles de Chilpancingo. En sus ratos de ocio, don Juan ofrecía en alquiler un equipo de sonido para amenizar bailes e instalaba un puesto de lotería en la feria de diciembre.
Al unirse don Juan y doña Margarita en matrimonio, radicaron en Chilpancingo.
Filiberto cursaba el 5° año de Primaria cuando su mamá falleció. Al quedar solos, don Juan, su padre, tuvo que rehacer su vida y fue cuando con su hermana mayor, María Helena García Aguilar, quien falleció en 2004, se fueron del lado de su papá.
Filiberto inició una odisea en Acapulco buscando alguna manera de subsistir. Desempeñó empleos diversos en el mercado del puerto, también en una panadería acarreando el pan, porque, «no tenía la edad para mover toda la masa», y al no mejorar las cosas como deseaba, se trasladó a la ciudad de Iguala a continuar una vida errante, sin apoyo económico ni moral de nadie. Fue en el «Cine del Pueblo», de Iguala donde comenzó a apoyar a la empresa en la propaganda.
Al regresar a Chilpancingo buscó a su papá y recomenzó a trabajar en la línea de transportes «Gacela», que hacían el servicio de pasajeros en camionetas a Tixtla, Chilapa y Tlapa, primero como cargador y después como despachador de la Terminal, vendiendo boletos y anunciando las salidas de los vehículos a sus diferentes destinos. Pasó a trabajar en el «Cine Guerrero» con don Sabás Telumbre, a quien ayudó a anunciar en el perifoneo, ganándose algunos centavos. Más tarde don René Valencia Feria le ofreció el trabajo en una de las dulcerías del cine y de ahí, a la Lucha Libre.
Yendo con frecuencia a la Casa de la Juventud a hacer deporte, se conoció con los hermanos Amateco Teodoro y con los hermanos Antúnez. Con alrededor de unos veinte jóvenes comenzaron a entrenar en el CREA donde encontraron a un señor que decía que había sido luchador y les enseñaba algunas poses, algunas llaves y las primeras maromas. Ese señor del cual nunca supieron su nombre, llevaba una máscara con una cruz y decía que era «El Cura», al que nunca vieron luchar profesionalmente. Posteriormente les abrieron las puertas en Acapulco, en la Escuela de Lucha Libre de la «Arena Coliseo», y gracias a Pepe Valdez Jr. pudieron comenzar a prepararse profesionalmente en ese deporte.
La primera lucha en la que debutó Fili García fue en 1978. Se celebraba una «Universiada», y a los luchadores los invitaron para llevar la antorcha deportiva a Iguala. Salieron por la mañana, en la tarde había función de lucha libre. Regresaron cansados por la carrera, pero al llegar a Chilpancingo les informaron que de Acapulco no asistieron unos luchadores para la función de esa noche. Van a subir al ring fulano y zutano…
«Y a mí me tocó un luchador en toda la extensión de la palabra, que la gente se reía cuando subí porque no sabía qué hacer. Era Chanoc. Me puse con Sansón a las patadas. Fue una cosa muy bonita, nos llenó de gusto, veníamos cansados pero le echamos ganas».
Fili García hoy cumple años. Hay mucho que escribir sobre este hombre inquieto que como muchos de quienes fuimos alumnos de la Escuela «Fray Bartolomé de las Casas» de Chilpancingo en los primeros años nos abrimos paso en la vida a base de luchar contra todo para al final recibir las enseñanzas de las dos mejores maestras que hay en la Universidad Autónoma de la Vida: El hambre y la necesidad… Y la lucha no termina… ¡Faltaba más!... Muchas Felicidades, hermano Fili.

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