lunes, 3 de septiembre de 2012

ARTICULO

El tiempo para los jóvenes
 es el tiempo para todos

Ascencio Villegas Arrizón*

 Por primera vez en México es mayor la proporción de población económicamente activa (15 a 64 años) que la económicamente dependiente (0 a 14 y 65 o más años).

La ventaja de tener una población con estas características es que se amplían las posibilidades de desarrollo económico por haber más capital humano laborando, mayor ahorro e inversión y, según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), al presentarse en los sistemas de salud menor carga de atención, permite reorientar recursos públicos hacia la inversión social y la lucha contra la pobreza.
Sin embargo, este fenómeno llamado bono demográfico, para hacerse efectivo requiere que el capital humano reciba el plus que da la educación y la capacitación para el trabajo.
 Y, por supuesto, es necesario un modelo económico que genere empleos bien remunerados, suficientes y con prestaciones sociales.
En Guerrero, según datos del INEGI 2010, de cada cinco personas una era joven de 15 a 29 años de edad.
Había 372 000 en edad de estudiar el bachillerato (15 a 19 años) y 291 000 en edad de cursar estudios superiores (20 a 24 años). Si nada se hace, el rezago histórico en educación que nos ubica por debajo del promedio nacional en cobertura en el nivel medio superior y superior augura que el bono demográfico se convertirá en una oportunidad frustrada para el desarrollo de nuestra entidad.
El bono demográfico también se dilapida por la alta emigración, que es más intensa entre los jóvenes, quienes ante la falta de empleos y salarios decorosos trabajan y producen riqueza fuera del país.
Sin embargo, lo más trágico es perder el potencial de los jóvenes por los accidentes de tránsito y los homicidios, que han ido en aumento.
Según la Secretaría de Salud, en una de cada tres muertes violentas ocurridas en Acapulco la víctima es un menor de 25 años. Más allá del valor que tiene la educación para alcanzar mejores niveles de desarrollo, la educación es un derecho humano esencial para poder ejercitar los demás derechos.
Asimismo, la educación promueve la libertad, la autonomía personal y es fundamental para el desarrollo individual y social, además de promover la movilidad social.
En México, el artículo 3º constitucional obliga al Estado a prestar servicios educativos para que toda la población pueda cursar la educación preescolar, la primaria, la secundaria y recientemente se agregó el nivel medio superior.
Dada la importancia de la educación y el derecho que tienen los jóvenes a su acceso, en las últimas semanas los medios de comunicación han dado cuenta de la intención de apertura de nuevas universidades, como la Universidad Autónoma Latinoamericana Caribeña, de Ciencias y Artes (El Sur, julio 27 del 2012) o la Universidad Intercultural en Llano Largo, Acapulco. Valoro mucho el conocimiento popular, sobre todo el conocimiento de los pueblos originarios, pero es menester insistir en la gran responsabilidad y trascendencia que implica constituir una institución educativa superior.
Recomiendo ver un video extraordinario que está en la red (http://www.youtube.com/watch?v=FcTzH2Za0ps), que documenta la Universidad de los descalzos en la India; en donde el requisito para ser maestro es ser experto en algo y querer enseñarlo, y para ser alumno solo se requiere tener deseos de aprender.
Algo semejante hemos hecho en el Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales (CIET) de la UAG al crear las condiciones para que parteras indígenas del municipio de Xochistlahuaca transmitan su sabiduría a jóvenes seleccionadas por la comunidad, con deseos de aprender la partería tal como la conciben los pueblos originarios.
Por su parte, el Gobierno del Estado, preocupado por incrementar el acceso de las y los jóvenes a la educación superior, ha anunciado la creación de varias universidades tecnológicas en nuestra entidad, que de igual forma deben ser producto de un exhaustivo análisis y planeación para que contribuyan al desarrollo de nuestra entidad, sin olvidar que la UAG es la institución educativa más importantes del Estado, y que requiere mayores recursos para su crecimiento y consolidación.
 Por otro lado, en la Asociación de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) hemos criticado el crecimiento exagerado de universidades privadas que ofertan las mismas carreras (en Guerrero ofertan 55 carreras de derecho) y la iniciativa presidencial de considerar deducible de impuestos el pago de cuotas en ese sector, ya que es una forma de canalizarles recursos en lugar de fortalecer a las instituciones públicas.
Las universidades privadas, con pocas excepciones, no han mostrado interés por la calidad educativa, la investigación y el compromiso social, tal como lo hemos demostrado las públicas, como la UAG que ha merecido reconocimientos por parte de la SEP a pesar del escaso subsidio que recibe.
En resumen, para no dilapidar las capacidades y oportunidades que representan para nuestro país la niñez y la juventud, necesitamos hacer, al menos, cinco cosas:
 1) El gobierno mexicano está obligado a destinar mayores recursos para la educación, para ampliar el acceso al bachillerato y la educación superior de calidad, y a
2) impulsar un modelo de desarrollo nacional más incluyente, que genere mayores oportunidades y en el que se privilegie el bienestar humano.
3) Las instituciones educativas debemos ampliar la oferta educativa, utilizar las tecnologías de la comunicación y
4) revisar la pertinencia de nuestros programas educativos para que sirvan de soporte al desarrollo nacional.
5) Los docentes, necesitamos desplegar la mayor solidaridad con los jóvenes ofreciéndoles educación de calidad y con valores, que los hagan más comprometidos con la sociedad, para que con su energía contribuyan a la construcción de la democracia, la tolerancia y la paz.

*Rector de la Universidad Autónoma de Guerrero.

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