lunes, 24 de septiembre de 2012

COLUMNA

Cosmos


Héctor Contreras Organista


El sábado pasado, antes del mediodía saludamos en la plaza central a Romualdo, conocido allá en la ya muy lejana juventud y quien siempre ha sido muy ocurrente en sus charlas: Fantasioso, pícaro y alburero.
Esa forma de ser lo mantiene tal vez optimista frente a la vida, que dicho sea de paso no lo ha tratado muy bien (o a lo mejor sí, «todo es según el color del cristal con que se mira»).
Al no tener pareja no culpa a la «mala suerte» de vivir solo. Dice que tal vez porque económicamente anda tan jodido «como periodista sin chayote» nadie en la vida le acompaña… «¡y las mujeres quieren dinero!», es su argumento. «No tienes dinero: No hay vieja… No tienes luz; no hay nada».
Romualdo ha trabajado a lo largo de su vida en lo que se ha podido. Fue policía municipal hace muchos años. Cierta ocasión, recién inaugurada la plazoleta donde están los monumentos de Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles, al sur de Chilpancingo y muy cerca de donde estaba la radiodifusora XELI, a Romualdo le tocó estar de guardia. Pero se iba a platicar con los locutores y el personal de la estación de radio y ahí se pasaba las horas de su trabajo, recargado en la ventana de la emisora hablando de sus aventuras.
Cierta mañana, dos sujetos entablaron riña en la plazuela citada y se dieron de golpes a granel. Los locutores dijeron a Romualdo: Corre, ve a desapartarlos, se van a matar… Romualdo muy quitado de la pena dijo: «No, yo no voy. A mí me mandaron a cuidar el orden, no el desorden»… y no fue a separar a los peleoneros.
El sábado pasado platicó que hace poco llevó al escritor Juan Sánchez Andraca (autor de la novela «Un mexicano más») a un paraje cercano a la población de Tierra Colorada, rumbo a Acapulco, para enseñarle una piedra cuadrada que Romualdo descubrió hace años y en la que está está labrada la efigie de una danzarina hindú.
Calcula que la mole debe pesar entre cuatro y cinco toneladas. Juan Sánchez llevó a un antropólogo y a un muchacho para que filmara la piedra «pero anduvimos para allá y para acá y no encontré el lugar. Juan se cansó y me dijo que nos regresáramos, que volveríamos después. Hoy sábado no pudo ir porque invitó a Mario Moreno Arcos (próximo alcalde de Chilpancingo) a almorzar en su casa en el poblado de Omeapa».
Romualdo siguió explicando su hallazgo: «Cuando estaban haciendo las Pirámides en Egipto, las piedras eran colocadas por unos platillos voladores, por unos OVNIS, que las llevaban de diferentes partes del mundo. El platillo que llevaba la piedra con la danzarina se equivocó de ruta y vino a dar hasta Tierra Colorada, pero ya no traía combustible y tuvo que deja la piedra ahí donde yo la vi. Se fue a cargar combustible a Egipto pero ya no regresó, al OVNI se lo olvidó volver a recogerla».
Estábamos a punto de decirle que no siguiera fumando de la yerbita vaciladora cuando Romualdo interpuso el complemento de su argumento: «No creas que estoy loco ni que me las quemé. Es parte de lo que nosotros los escritores podemos argumentar para nuestras novelas. Se vale, ¿no? Todo es cuestión de imaginación. Algo se me ha pegado de Juan Sánchez Andraca», dijo muy orgulloso.

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