jueves, 18 de octubre de 2012

COLUMNA


Cosmos


Héctor Contreras Organista
 Pronto habrá de celebrarse en Chilpancingo otra «feria» anual del mezcal, patrocinada, o por lo menos apoyada en todo, por el ayuntamiento local.
Chilpancingo, nuestra histórica ciudad ha ampliado y engrandecido su fama por la elaboración de su pozole y, sabido es que pozole sin mezcal no «cuaja» en ninguna tradición, porque sería como tomar toronjil sin semita. No va.
No se sabe exactamente la fecha en que la tradición comenzó en el barrio de San Mateo al unísono con el de San Antonio, pero ahí está. 
Se estableció que es casi obligatorio para las familias chilpancingueñas consumir pozole miércoles en la noche, jueves a la hora de la comida, sábados por la noche y domingo en la mañana, que son unos fervorines familiares de los más arraigados en la tradición, pero, como anotamos: Consumir pozole sin mezcal es como… ¡Amar sin ser amado!... Como… ¡Lámpara sin Luz…!

Amojileca, Petaquillas, Chichihualco, Zumpango y en su época el propio Chilpancingo alcanzaron fama de ser los productores del mezcal más delicioso que se haya probado en este planeta, al grado que entre los teporochos decíamos: «Le falta un grado para ser carne». Lo máximo.
Se arraigó tanto el pozole, pero más el mezcal entre los pozoleros que, de ser consumidores «sociales» de mezcal los días de pozole anotados líneas arriba, pasamos a ser bebedores consuetudinarios, luego bebedores problema y más tarde un lastre para la sociedad. Simple y llanamente llegamos a convertirnos en Tepororchos.
Miles y miles, o si no se quiere exagerar, digamos que cientos y cientos de hombres y mujeres consumidores del sabrosísimo mezcal han muerto al paso de los años por convertirse en víctimas del consumo de mezcal. ¿Ejemplos? «La Camelia»; «El Trovador de la Sierra»; «El Güero Sol»; «Chucha la Borracha» y tantos y tantas más, a cual más valiosos seres humanos que se fueron.
Trabajadores destacados en sus áreas laborales, personas que alcanzaron o pudieron alcanzar el éxito, murieron. Muchos niños y jóvenes quedaron en la orfandad, el alcoholismo comenzó a hacer estragos no sólo en el aspecto físico del consumidor sino en la violencia familiar, la destrucción del seno que da vida la sociedad: ¡La Familia…!
¿Qué trae como consecuencia el alcoholismo en la persona que bebe de manera consuetudinaria?
Idiotez, taras, vergüenza a su familia, lástima, mendicidad, pobreza, locura, enfermedades y todo lo que el lector pueda imaginar. El que es alcohólico se da cuenta del daño que se está causando y el que está produciendo entre los suyos. El teporocho quisiera dejar de beber pero no puede. No sabe cómo. El alcohol es tan poderoso que se vuelve Obsesión: Posesión demoniaca.
Nadie, que sepamos, está en contra de que se fabrique y haya mezcal a pasto. Nadie está contra los «fabriqueros» de mezcal, ni contra su venta. 
Qué bueno que hagan la «feria» y qué bueno que encuentren el apoyo absoluto de las autoridades municipales y hasta del gobierno estatal, porque de algún modo fomentan el turismo. 
Quienes producen y venden mezcal traen beneficios económicos para el municipio y el estado. Ese producto finalmente es un filón de oro para Guerrero y en particular para el municipio, mucho más ahora que el actual alcalde anda «perdonando» (acusa, señala a los saqueadores del ayuntamiento y al rato dice que no dijo lo que dijo) a quienes dejaron vacías las arcas municipales.  Pero sigue chillando porque «no hay dinero», pero le hace la verbal competencia al rey Midas. Sólo eso: ¡Verbalmente todo lo convierte en oro! ¿Al rato otra fuente como «su avispa» basurero?
Esa caricatura del rey Midas, ¿se habrá puesto a pensar –ojalá y no sea mucho pedir- en los perjuicios, en la destrucción familiar, en las tragedias que produce el consumo del mezcal que alegremente anda promoviendo? ¿Habrá, de algún modo, revisado o consultado siquiera, cuánta gente muere tan sólo en Chilpancingo por consumo de alcohol al año? ¿Cuántos crímenes u otros delitos se comenten por parte de quienes se alcoholizan?
Ahí está la Barandilla de la Policía Municipal para que consulte cuántas personas son encerradas en ese pestilente e infecto lugar como consecuencia de que en estado de ebriedad cometieron tal o cual delito o faltas en contra de la sociedad.
Ojalá que «antes de» y no «después de» celebrarse la feria anual del mezcal en Chilpancingo, que cuenta con miles y miles de simpatizantes, se observara a pie juntillas cuáles son las calamidades que ha producido esta «añeja tradición del pozole y del mezcal chilpancingueño» y se reflexione con madurez y responsabilidad si es permisible seguir fomentando ese tipo de consumos que también, tradicionalmente, han partido por el eje a miles y miles de familias de la localidad, a quines se quedan en la orfandad, en la miseria, en la nada porque el jefe de la familia o a la madre murieron a consecuencia del alcoholismo, o porque fueron agredidos o atropellados por un conductor ebrio.
Insistimos: No estamos en contra de que el sabrosísimo mezcal de la región centro de Guerrero se siga promocionado, pero, ¿hacerlo de manera tan irresponsable como se ha hecho hasta ahora en que «la mejor» publicidad que se ha visto es cuando en el acto inaugural el presidente municipal está empinando el codo junto con los «fabriqueros», y los periodiqueros irresponsable -¡al fin alcohólicos!- festinan semejante estupidez publicando en sus primeras planas «la foto»?
El alcohol ha formado y forma parte de la cultura de casi todos los pueblos de la tierra. La misma Biblia tiene valiosas narraciones, como el vino en las bodas de Caná. Alemania con su rica cerveza; Rusia con su Vodka; Estados Unidos con su whisky; México con su pulque, etcétera. 
El vino no es malo… ¡cuando se sabe tomar!... En favor de la juventud, bueno sería que antes de entregarse a lo estúpido en la embriaguez en «ferias» como la del mezcal, se hicieran conferencias sobre el consumo de bebidas y el significado cultural de su consumo en cada país. 
Que explicara el ayuntamiento el por qué el consumo de alcohol, para no caer en sus garras y al rato, pasar de ser una gente «de bien» y con futuro a un miserable teporocho… a un alcohólico.

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