martes, 13 de noviembre de 2012

COLUMNA


El Grillito Sin Censura


Alfonso Cerdenares Domínguez

 —El influyentismo se da en todas partes.—Charros y democráticos, parecieran ser cortados con la misma tijera.

 DESAFORTUNADAMENTE, EL INFLUYENTISMO SE DA EN TODAS PARTES, en todas las esferas del poder y en todos los estratos sociales; en México, nuestro sufrido país, «el más chimuelo masca tuercas», el más trinchón no es el más inteligente, sino el más influyente; de ahí que muchos presuman «estar bien parados» aquí, allá y acullá, aunque esto no sea verídico; en las esferas gubernamentales, ni se diga: hasta el asistente de servicios tiene «palanca» con el jefe de turno; por eso, al término de cada sexenio o trienio, los empleados quieren llevarse todo a su casa, desmantelando las oficinas, con anuencia del «jefazo»;
por ello, muchas alcaldía quedan prácticamente desmanteladas porque los «empleados de confianza» se llevan hasta el perico y si son automotores, cambian llanta y venden refacciones; el parque vehicular lo dejan destrozado, pues algunas unidades las cambian por unas más viejas y hasta chocadas; eso mismo sucede con las «secretarías», sea de Salud, de Educación o, póngale el nombre que quiera; el tráfico de influencias es insospechado; en las escuelas, con el brete de que «cada maestro tiene derecho a meter a un alumno», muchos hasta «venden» el espacio, o por el simple hecho de ser «superior» ya se sienten con derecho a «mandar» al que está más abajo: subsecretario a director general, director general a jefe de sector, jefe de sector a supervisor, supervisor a director de escuela y éste último a los docente o no docentes a su cargo; esto último nos lo recordó un «padre de familia» que acudió a tratar de que se aceptara a un niño llegado de otra ciudad, tratando de presumir «influyentismo»; eso mismo hizo el «señorsupervisor» a principios de septiembre cuando llegó de improviso a la escuela para dirigirse, no con del directivo encargado, sino con el maestro de grupo a quien prácticamente le dio «órdenes superiores» para que un estudiante fuera aceptado en su grupo, pese al hacinamiento que ya existe en las aulas escolares; en muchas escuelas, el número de alumnos ha sobrepasado el límite de 35 como «ordena» la Secretaría de Educación, llegando incluso a 40 estudiantes por grupo, cosa por demás antipedagógica, pues a los niños ya ni se les atiende como se debiera, sino que solamente se les entretiene con «trabajos» que debe de entregar al maestro en el salón de clases; el colmo del caso es que muchos padres de familia, cuando quieren que su hijo ingrese a la escuela, prometen aportar la «cooperación voluntaria» sin remilgo alguno, pero cuando han logrado su objetivo, se convierten en el más acérrimo rival de los maestros de grupo; no se diga de las expresiones sindicales, sean CHARROS O DEMOCRÁTICOS, TODOS PARECIERAN SER CORTADOS CON LA MISMA TIJERA, con sus muy contadas excepciones; de los charros-institucionales no se puede esperar otra cosa, pues están acostumbrados al chantaje, a la corrupción; hasta los buscamos cuando algún asunto «está atorado», para soltar una buena lana y eso avance; en los charros-democráticos, eso es inconcebible; no es posible que anden pregonando democracia si a la hora de hacer fila en la sucursal bancaria, sea para cambiar su cheque o acceder al cajero automático, tengan que buscar al «amigo» que ya casi llega para «meterse» mucho más delante de los que llegaron primero; peor aún, que acepten la «orden» del jefe para hacer tal o cual cosa, cuando todo debe de ser coordinado de acuerdo a las actividades programadas; en fin, consideramos que debemos de «machacarle» más a los valores morales, éticos y morales; debemos de fomentar la honestidad, la responsabilidad, la democracia y la justicia en nuestros alumnos para evitar que todo eso suceda, pero sobretodo, debemos de comenzar con nosotros mismos… ¿quién es el que anda ahí? Comentarios y sugerencias al E-Mail: alfcerdenaresd@hotmail.com

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