miércoles, 16 de enero de 2013

COLUMNA


Cosmos
Héctor Contreras Organista

 Otra de esas noticias fatales y dolorosas de las cuales uno jamás quisiera que llegaran es el fallecimiento de amigos muy queridos, de personajes valiosos, de gente muy apreciada como ha ocurrido con mi gran amigo el estimado profesor Bernardo López Salinas.
Cultivamos amistad desde hace no sé cuántos años. Fue compañero de estudios de mi primo hermano Antonio Navarrete Organista, en Ayotzinapa, hace como sesenta años. Toño murió en 1962, hace más de medio siglo.

Don Bernardo me dispensó su amistad con su amabilidad característica y hasta con bromas. Era un hombre físicamente muy fuerte, un roble, dirán algunos. Mucho muy disciplinado y ordenado en todo y de un carácter alegre, aunque como director de la escuela más antigüa de Petaquillas fue muy enérgico.
Sus vecinos del barrio Santa Cruz de Chilpancingo habrá de recordarlo por madrugar. Hace años fue propietario de un automóvil Renault «Gordinni», un carrito con forma de huevo, de color verde y que siempre el profe Bernardo lucía muy limpio, porque a las cinco de la mañana frente a su casa ya le estaba echando agua por todo lados y tallándolo con una franela.
 El estimado profesor Bernardo López Salinas nació el día 20 de mayo de 1929 en El Espinal, Oaxaca. Fueron sus padres don Adrián López Rasgado y doña Micaela Salinas Toledo. 
 En la región del Istmo de Tehuantepec se juega mucho el béisbol, y por ello el profesor López Salinas, desde la edad de ocho años comenzó a jugar ese deporte.
 «Después de la Segunda Guerra Mundial, como en 1945 llegamos al béisbol de base, porque antes jugábamos solamente con pelotas de trapo y había solamente Cátcher, Pítcher y Segunda Base; no había bases para que se corriera. Corríamos de Home a Segunda».
Los estudios de la Escuela Secundaria y el primer año de su carrera profesional los realizó en Comitancillo, Oaxaca. En 1950 llegó al estado de Guerrero. Vino a estudiar segundo y tercer año de su carrera en la Escuela Normal de Ayotzinapa. 
Llegó a radicar a Chilpancingo en el año de 1954. Cuando terminó de estudiar su carrera de maestro no sabía hablar español. «De 1950 para acá he estado medio practicando hablar el Español». Su lengua nativa es el Zapoteco. 
Al respecto nos comentó que le fue muy difícil estudiar la carrera precisamente por no hablar español. «Te puedes imaginar, en el salón el profesor también era bilingüe. Cuando veían ellos que no podíamos captar o entender lo que ellos querían que les diéramos respuesta, nos hablaban en Zapoteco, y entonces sí todo mundo contestaba».  
«Cuando llegué a Ayotzinapa formé mi equipo de béisbol, pero ahí quedábamos. Jugábamos los del puro equipo, no había competencia, ahí entre nosotros hacíamos la cascarita. Ya no pensaba jugar el béisbol porque me lastimé la rodilla una ocasión que fuimos a jugar a Chiapas, pero aquí vine a encontrar un paisano, Andrés Betanzos, que trabajaba en la Comisión Federal de Electricidad, y con él nos juntamos con otros paisanos y formamos un equipo, y así comenzamos. 
«El primer equipo que formó Betanzos se llamó ´Caminos´. Había aquí unos de Ixtaltepec, de Salina Cruz y no recuerdo de qué otros pueblos. Competíamos con el equipo de Reginaldo Sánchez e íbamos a jugar a la Mina de Guadalupe, aquí por Mezcala. Eran como dos o tres equipos que había en aquél entonces. Cuando llegó el ingeniero Arrieta como gobernador, es cuando se implementó más el béisbol y don Reginaldo Sánchez ya consiguió peloteros: Chava Blanquet, que era pelotero, jugaba como Center Filder, Miramontes, etcétera.
«Cuando llegó aquí el ingeniero Arrieta se trajo algunos peloteros, entre ellos a Juan Zorrilla, Toño Zorrilla, el Zurdo Reséndiz, buenos peloteros de Triple A; Arreguín, Casarín, muchos, y unos de Acapulco que no recuerdo su nombre. Mi participación en ese tiempo fue el competir con el quipo ´Electricistas´. El ingeniero Arrieta mandó ampliar el campo deportivo de la Colonia Progreso en Acapulco y allá íbamos a competir.
  «Hace años me retiré jugando, pero ya después me vinieron a ver para que yo los ampayara, y sí, acepté, pero mi rodilla siempre me estaba lastimando, por los meniscos, y hasta la fecha. 
Dejé de jugar pero no dejé el béisbol, por ahí tengo unos trofeos. Tengo uno de Mejor Pítcher, cuando mi compadre Juan Osorio estaba en su apogeo. Juanito Osorio patrocinaba el equipo.
«Había un taller mecánico donde termina el paso a desnivel, y patrocinaba el equipo, y ese amigos nos vistió de uniforme azul y nos decían los zopilotes. Cuando llegábamos al campo, todos de azul, pero a lo lejos se veía negro y nos decían: Ahí viene la zopilotera. Estuve ampayando como unos diez años. 
«La afición de mi tiempo era a todo dar, había entre ellos uno que le decían la Temblorina, era camionero de Reginaldo Sánchez, y el Chato Castañón, finado. Los dos eran enemigos en el béisbol. Uno por un lado de la tribuna y otro por otro lado, y nomás oía uno los trancazos. Era muy divertido cuando jugábamos en el Campo Wallace. Ahora veo el béisbol por la televisión. La vez pasada, nada menos vi un triple play. Como que son raras las ocasiones que hay un triple, son las jugadas precisas, no recuerdo el equipo, tres outs al mismo tiempo.
«El béisbol atrajo mucha gente en Chilpancingo. Era una afición en cantidad. No se cobraba. Era la garantía, porque si se cobraba, la gente no iba. Hacíamos propaganda y buscábamos la forma de hacerlo, y andábamos de un lado a otro. Entre ellos el finado Cancino, Juan Zorrilla, Arreguín, el famoso Chica-Pancha, Francisco Mendoza, que era Pítcher. Era buen Pítcher, y El Catemaco; había mucha afición.
 El profesor Bernardo López Salinas contrajo matrimonio el 17 de mayo de 1953: «Ahí dejé de ser Cuarto Bat y tomé posesión de la cocina y el mandil. El nombre de mi esposa es Celia Bello Astudillo, de Tixtla, del Barrio de San Lucas. Cuando estudiaba yo en Ayotzinapa ella era meritoria de la oficina de Telégrafos. Y ahí nos lanzamos el flechazo. Me capturó y no había de otra. Tuvimos tres hijos: María del Socorro, Alma Rocío y Bernardo López Bello. Tengo dos nietas». 
Descanse en paz nuestro gran amigo y vaya nuestro sentido pésame a su querida familia.

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