miércoles, 20 de febrero de 2013

PRINCIPAL DE PRIMERA PLANA


Feminización en el
campo, un hecho 

 Rosario García Orozco.—El 60 por ciento de los campesinos en Guerrero son mujeres ante la inminente feminización del campo por  la ausencia de los hombres en las comunidades; coinciden instituciones, legisladores y organizaciones sociales.La alta marginación en Guerrero y la pobreza extrema en comunidades de los 81 municipios de la entidad han orillado a los campesinos a salir de sus lugares de origen y buscar mejores condiciones de trabajo para alimentar a sus familias, por lo que se ha feminizado el campo en la entidad suriana.

Ante esta situación, las mujeres se hacen cargo de las tierras de labor con las dificultades que representa el también hacerse cargo del hogar y del cuidado y educación de los hijos.
En Guerrero durante el 2012 fueron beneficiadas 62 mil 914 mujeres con apoyos de programas como Procampo, con 234.08 millones de pesos lo que representó un ligero incremento del 2.5 por ciento, respecto a los apoyos recibidos en el 2011, informó Carlos Alberto Hernández Sánchez, delegado en el estado de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA).
La problemática que enfrentan las mujeres campesinas tiene aun otro condimento y es que cuando se van los hombres a otras ciudades o países no dejan a sus mujeres la documentación que las acredite como propietarias y así puedan acceder a los programas federales o estatales de apoyo al campo; de tal modo que se quedan sin recibir lo que con anterioridad entregaban los gobiernos a sus esposos como el fertilizante y otros insumos.
El funcionario federal agregó que cuando los hombres se van y dejan las parcelas a sus esposas, ellas podrán acceder a los beneficios sólo del programa Procampo si los titulares están registrados en el banco y cuentan con tarjeta para hacer los retiros.
Lo único que se requiere es que la esposa tenga la tarjeta y conozca el número confidencial para hacer los retiros. Otro modo para seguir recibiendo ese beneficio es mediante un contrato de arrendamiento; y en el caso de que las tierras sean bienes comunales, la esposa puede recibir el apoyo siempre y cuando sea reconocida por la asamblea y su caso quede registrado en el acta correspondiente.
Por su parte, Evencio Romero Sotelo, coordinador ejecutivo de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Guerrero; reconoció que la mayoría de las gestoras de programas y proyectos para el campo son mujeres, que constituyen el 60 por ciento de la totalidad de los campesinos guerrerenses.
Explicó que ante el abandono de las parcelas por parte de los hombres (que se van a trabajar a otros estados o países), las mujeres muchas veces no cuentan con los documentos que las acrediten para acceder a beneficios institucionales; «por eso a través de la liga, nosotros las ayudamos a regularizarse ante el Registro Agrario Nacional o el Tribunal Agrario, según sea el caso», ya con la titularidad adquieren derechos para participar en los programas estatales y federales.
El también diputado local, informó que la Secretaría de la Reforma Agraria tiene un programa de apoyo a la mujer campesina, por  medio del cual se ayuda con créditos blandos de 180 mil pesos para instalar granjas de puercos, molinos o tortillerías en las comunidades y ya hay varios que se están gestionando, dijo el dirigente campesino.
Otro de los programas es a través de la Secretaría de Desarrollo Rural «de donde logramos bajar cerca de 3 millones de pesos para unas 50 mujeres de la comunidad de Cacahuatepec, municipio de Acapulco, donde se construyeron asoleaderos para la jamaica».
Es decir que además de sembrar las tierras de labor, cuidar y educar a sus hijos, las campesinas se han dado tiempo también para organizarse y buscar apoyos institucionales que antes les entregaban solo a hombres por ser los propietarios de las tierras.
Esta entidad suriana es una de las que más hombres expulsa hacia el vecino país del norte (Estados Unidos) y Canadá, y aunado a eso también se da con mucha frecuencia la migración interna hacia estados como Sinaloa y Sonora, dado que los jornaleros agrícolas se van a trabajar por largas temporadas a estados donde consideran serán mejor pagados y podrán mandar el sustento a sus familias.
Por su parte, Nabor Ojeda Delgado, coordinador nacional de la Confederación Nacional Campesina; asegura que no sólo en Guerrero, sino que a nivel nacional el campo se está feminizando, «es un fenómeno que se ha venido dando desde hace 40 años, pues desde entonces y hasta ahora el gobierno federal ha reducido los apoyos al campo y los hombres empezaron a migrar», entonces las mujeres quedaron al frente de sus tierras y alimentan no sólo a sus hijos sino al resto de la población con lo que obtienen del campo.
Ojeda Delgado explica que hay instituciones como la Secretaría de la Reforma Agraria, que cuenta con programas de apoyo a proyectos productivos para mujeres campesinas «pero es muy limitado el apoyo y lamentablemente en los últimos años se prestó a corrupción, pues había que dar una aportación económica para que el funcionario correspondiente aprobara y se le entregara el beneficio a las mujeres», aunque «parece que hoy día ya hay más control».
Confió en que en la nueva administración federal que encabeza Enrique Peña Nieto haya más disposición para atender los programas de beneficio al campo y evitar así que se sigan importando tantos productos que forman parte de la alimentación básica de los mexicanos.
Se trata, dijo, de que el campo en México sea más productivo y convenga a los campesinos labrar la tierra, además, si logra ser rentable podrán seguir pagando los estudios de sus hijos; «muchos mexicanos pudimos ir a la universidad con el apoyo de nuestros padres campesinos».
Aunque el gobierno ha puesto en marcha programas de apoyo a proyectos productivos dirigidos por mujeres, no ha logrado resolver los problemas de fondo del medio rural.
La feminización agrícola se da en condiciones de desventaja porque la mujer ha estado tradicionalmente marginada de elementos primordiales en la producción, como la propiedad, el crédito o la asistencia técnica y financiera.
Además, su incorporación como productora por cuenta propia o asalariada se da en condiciones de más precariedad que el varón, por su menor escolaridad y capacitación, junto con el hecho de que debe compartir su nuevo papel con los que le eran tradicionales, como el hogar, la reproducción y la familia.
Por eso es que las organizaciones de campesinos le apuestan a la capacitación técnica y financiera de las mujeres que hoy se encargan de producir lo que lo mexicanos tienen en sus mesas diariamente; requieren de acompañamiento real en sus proyectos productivos para que sean exitosos y rescaten el campo. 

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