lunes, 25 de marzo de 2013

COLUMNA


Semana Santa 2013 


  Apolinar Castrejón Marino 

   La temporada de Semana Santa, es un tiempo para el descanso, la meditación y el recogimiento espiritual. Otros se dedican a ver en la «tele», el futbol o la larga serie de películas de género religioso, o nada más se juntan con sus amigos para echar unas «cheves», con el pretexto del calor. 
Los católicos redomados se aprestan a participar en actividades religiosas, que van desde misas y peregrinaciones, hasta «retiros» y penitencias. Algunos, llenos de verdadero fervor religioso, se preparan con anticipación para participar en  el «Vía Cruxis»; es decir en la crucifixión de Jesús.
Ciertos compatriotas, muy extraños, pero maduros y de amplio criterio, se reunieron para leer y compartir sus puntos de vista respecto de sus lecturas de La Biblia, y esto fue de lo que nos enteramos:

En todo el mundo somos seis mil millones de habitantes, de los cuales sólo 700 millones son cristianos, es decir cinco mil tres cientos millones (5.300.000.000) de habitantes no son cristianos. Por lo tanto, es falso que el cristianismo sea la religión dominante.
Y bueno, el cristianismo fue creado por un hombre llamado Saulo de Tarso, un acérrimo perseguidor de cristianos, de los cuales mató varias docenas, personalmente. Como también será necesario precisar que Jesús de Nazareth nació judío, vivió judío y murió judío.... pero no creó o fundó ninguna religión: «no he venido a cambiar la ley».
Desde su surgimiento, la historia del cristianismo está manchada de sangre pues  todo el que no aceptaba a cristo como su «salvador» era hereje y solo merecía ser condenado y ejecutado. Pero no bastaba la muerte, debía sufrir humillaciones, martirio y violación. La historia del cristianismo está llena mártires, de aparatos de tortura y de hogueras.
Es una religión de «amor» que ha sido impuesta de manera sangrienta. La religión cristiana está absolutamente dominada por la fe y los dogmas, en su seno no cabe el raciocinio, pues es una cosa del demonio.
El libro sagrado del cristianismo es la biblia, que se escribió en 1500 años. Según los creyentes, los 5 primeros libros del antiguo testamento fueron escritos por Moisés, aunque quien escribió utiliza siempre la 3ª persona, como si alguien le hubiera dictado. 
Los hechos que se relata, como el diluvio universal fueron copiados de escritos mesopotámicos y los 10 mandamientos fueron copiados de papiros de los egipcios. En las fuentes originales son relatos muy parecidos a un cuento. Así se afirma en el libro De dioses muertos y arzobispos vivos, la escritora Rosa Montero, publicado el 9 de marzo de 2008.
Es realmente admirable el impulso creativo que hay detrás de las religiones, ese emocionante afán de pureza, de felicidad y de belleza, que tiene la elevada intención de servir de guía a la humanidad.
Porque no podremos negar que las diversas divinidades fueron la invención más poderosa, el sueño más ardiente y elevado que la mente humana, que nacieron de la necesidad de entender el caos de la vida.
Allí donde las palabras no fueron suficientes, donde la razón no alcanzaba a explicar las amenazas del mundo, los humanos inventaron dioses. Lo que no es fácil explicar es por qué los dioses son tan proclives a derramar la sangre de los «infieles», agnósticos y ateos.
Tal estado de cosas cambió radicalmente en el siglo XIX. Cuando se quebró el estado confesional, para dar paso al estado laico y democrático, comenzó la muerte masiva de los dioses, la desaparición de las deidades íntimas, que dieron paso al Dios público. 
Tan grave rebelión asustó a muchos intelectuales progresistas, como el mismo Darwin. Temieron que al desaparecer la contención moral de la religión, las masas se despeñarían por la barbarie. Sintieron súbitamente el temor de que los pobres supieran lo que ellos sabían.
Ese recelo paternalista, fue una falsa alarma, pues los pobres y también los ricos, y los de clase media, supieron algunas verdades del mundo, y la sociedad no se hundió en el salvajismo. Porque los valores éticos no son un atributo de los dioses, sino de los seres humanos; somos nosotros quienes se los hemos prestado a las divinidades, y no al contrario.
Pero el mayor embate contra la religión proviene de los políticos actuales, quienes con su ejemplo vulneran a la iglesia y a la grey católica. ¿O usted creé que Enrique Peña cree en dios? Vividores como Manlio Saurio, Emilio Gamboa y Leonardo Valdez Zurita, no pueden creer en dios, porque ellos se sienten todopoderosos. 
Y también los vándalos «ayotzinacos», y los maestros de la Coordinadora, se siente por arriba de cualquier deidad. Hasta que les pasa lo que a Elba Esther. Entonces voltean a ver a Dios. 

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