martes, 12 de marzo de 2013

PRIMERA PLANA


¡Aunque nos de vergüenza!
Chilpancingo, 200 años después...

-Tercera Parte-

 Héctor Contreras Organista.- De entre la lista de 25 (27 en realidad) monumentos, bustos y estatuas que hasta 1987 se registraron en la ciudad de Chilpancingo para honrar a nuestros héroes y personajes sobresalientes, observamos que de los más antiguos hay uno que estuvo ubicado en la alameda «Granados Maldonado» dedicado a la madre, amamantando un niño, tallado que después, por «asuntos de la modernidad  administrativa de los gobiernos» fue trasladado a un parque-basurero  en las afueras de las oficinas del DIF, al sur de la ciudad, en algo semejante a un prado.

Con ese cambio de lugar disminuyó la admiración y la visita a la bien lograda estatua representativa de la mujer, al ser más noble, bueno y puro de este mundo, la madre. En la alameda lucía, se le podía admirar por las familias que acudían al lugar de descanso y de recreo, pero desde hace años sólo se le ve de lejos y rápidamente por quienes pasan por el frente de las oficinas del DIF. Se le mantiene como un adorno más de una sede burocrática. Ese monumento se convirtió en el mejor ejemplo de desidia y a la representatividad de la mujer y de la madre.
Para la mujer guerrerense, para la mujer chilpancingueña, para la mujer hay solamente un busto que según los sabihondos «para-estatuas» vale: María Luisa Ocampo, pero no localizada en un lugar de privilegio sino entre un montón de estatuas (porque ahora se hacen por montones) en la alameda, casi frente a las instalaciones de la Cruz Roja.
La tercera estatua para la mujer muy digna de un homenaje mediante un busto es a doña Margarita Maza de Juárez cuyo nombre fue impuesto a unas mal olientes y sucias instalaciones al norte de la ciudad, presuntamente levantadas como «parque infantil» y vecinas del también sucio, descuidado y abandonado monumento a Luis Donaldo Colosio. Ahí está el busto, rodeado de basura.
Sobre este parque hay un detalle que no debemos pasar por alto. Hace años un Hombre-Hombre, don Ignacio Álvarez Torres, originario de Jalisco pero avecindado en nuestra ciudad desde 1945 o 1946 que es cuando llegó como trabajador de la Comisión Federal de Electricidad a instalar la primera planta hidroeléctrica de Colotlipa, al paso de los años alcanzó su jubilación. Don Nachito Álvarez Torres se dio a la tarea de llegar con frecuencia al parque «Margarita Maza de Juárez» con su caja de herramientas para dar mantenimiento a las resbaladillas, columpios y demás juegos para niños. Daba mantenimiento al busto de la ilustre mujer y pintaba o soldaba donde era necesario y se retiraba en silencio.
Nadie jamás por parte del ayuntamiento le dio siquiera las gracias por su nobleza y empeño laboral que en silencio hizo a favor de los infantes. En este espacio le dedicamos nuestro recuerdo de gratitud porque hay mucha gente en el mundo que como él, que hacen en silencio tareas a favor de la comunidad y jamás lo comentan. 
Pero, retomando el tema de las mujeres que figuran entre las muy contadas damas que han merecido una estatua en Chilpancingo son solamente ellas: Doña Margarita Maza de Juárez, doña María Luisa Ocampo y el monumento a La Madre.
Tal vez no ha llegado al poder municipal alguien que tenga nociones de la historia de Chilpancingo y de Guerrero, y mucho menos que conozca a las y a los chilpancingueños –no chilpancinguenses-; alguien con sensibilidad de lo que representa la capital del estado de Guerrero en la historia de México y alguien que sepa algo acerca de las mujeres sobresalientes que han nacido aquí o en otras partes del estado. Va un ejemplo:
La muy ilustre maestra Isabel Guevara Catalán, fundadora del primer Kindergarden que hubo en Chilpancingo y brillante pianista, alumna del maestro Manuel M. Ponce y de quien se decía que cuando Margarito Damián Vargas era invitado a tocar en alguna ceremonia, no comenzaba si no estaba presente la entonces joven Isabel Guevara Catalán.
Otra mujer de las grandes por su obra imperecedera y a quien se ha enterrado en el olvido es la ilustre maestra Lucía Luna, la famosa y muy querida maestra Luchi Luna, fundadora de la Escuela Normal para Educadoras en Guerrero. Su obra, mientras haya un sistema educativo en Guerrero que se respete, ella estará presente, aunque el tiempo y el desinterés la hayan echado al olvido.
En Chilpancingo nació la famosa «Doctora Corazón», ¿quién de la autoridad se ha ocupado de biografiarla y darla a conocer a sus paisanos? Maestras dignas de ser recordadas constantemente al igual que muchas mujeres humildes que entregaron su vida en la defensa de una causa noble como fue la creación de la Universidad Autónoma de Guerrero. Jamás se le ha hecho un homenaje digno a la señora Hermelinda López Ortiz quien cayó acribillada el 30 de diciembre en la alameda frente a la universidad cuando el pueblo luchó contra un mal gobierno.
De las costas, de la tierra caliente, de la montaña, de la zona norte, de la sierra y del centro del estado aportan su valía las mujeres guerrerenses pero, como observamos: solamente una guerrerense, una chilpancingueña: María Luisa Ocampo tiene un lugar entre los monumentos amontonados en la alameda «Granados Maldonado». A estas alturas ya nadie recuerda a Los Mártires del 2 de mayo de 1918 donde destacaron la valentía de los chilpancngueños pero especialmente de doña Chita Ruiz y su hermana y de doña Cira Catalán Ruiz que salieron en defensa de este pueblo que estuvo a punto de ser desaparecido de la faz de la tierra.
¿Dónde está un homenaje a Macrina Rabadán, a Benita Galeana, a la coronela Amelia Robles, a Antonia Nava de Catalán y a tantas otras brillantes y ejemplares mujeres guerrerenses?

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