lunes, 29 de abril de 2013

COLUMNA


Cosmos

Hector Contreras Organista

 Palabras de un maestro guerrerense al Ejecutivo
Miriam Sánchez Hernández *
 «¡Ojalá, señor, que pudiésemos revisar todos los actos del Ejecutivo para aprobarlos o reprobarlos! Estoy seguro de que se remediaría mucho y que marcharíamos mejor. En mi humilde opinión, no siempre el Ejecutivo ha hecho buen uso de las facultades con las que se hallaba investido, y bastantes veces ese poder discrecional ha sido en sus manos lo que una espada en las manos de un loco.
«Estas son las palabras que un maestro guerrerense dirige al gobierno y, aunque no son recientes, tienen vigencia hoy como hace más de 150 años. Este maestro, de origen indígena, nació en Tixtla, Guerrero, promotor del normalismo y maestro normalista, hizo este discurso sobre la Revisión de los actos del Ejecutivo el 27 de julio de 1861, cuando el titular del mismo era nada menos que Benito Juárez. El indígena que se dirige así ante el Congreso es Ignacio Manuel Altamirano.

«Este libre pensador está detrás del movimiento de los maestros de Guerrero ante la reforma a los artículos tercero y 73 de la Constitución que emprendió Enrique Peña Nieto. Es el asesor de cabecera, por eso los maestros guerrerenses, desde hace varios años, mucho antes de la llamada reforma educativa, desarrollaron una propuesta pedagógica para mejorar la educación en su estado, a la que han nombrado Escuela Guerrerense Altamiranista.
«Como él dice, ojalá que pudiésemos evaluar todos los actos del Ejecutivo, pero no sólo de éste, sino también del Poder Legislativo y el Judicial que aprueban una reforma sin conocerla y sin estudiarla. Particularmente hoy, cuyos intereses son imponer los principios neoliberales a la educación con el subterfugio de la evaluación». 
(* Coordinadora del Programa Galatea de la UACM y miembro de la coalición Trinacional en Defensa de la Educación Pública: México, Estados Unidos y Canadá. Artículo publicado en el periódico La Jornada el fin de semana anterior, único Periódico decidor de verdades ante el conflicto del gobierno contra el Magisterio Guerrerense).
Una pregunta que se hacen algunos observadores sobre el conflicto magisterial de Guerrero es: ¿Cómo otro gobernador que no sea Ángel Aguirre Rivero hubiera resuelto el problema?
Del ometepequense general Raúl Caballero Aburto, la historia aporta detalles de cómo resolvió el problema estudiantil que se convirtió en movimiento popular. Balacera el 30 de diciembre de 1960. 20 asesinados… ¿Ángel Aguirre se convertirá en la segunda versión violenta y criminal contra los maestros?... ¡¡¡También es de Ometepec…!!!
Arturo Martínez Adame (de Chilpancingo), siendo magistrado de la SCJN vino a poner paz y tranquilidad luego de la masacre cometida por Raúl Caballero Aburto, generalote de Ometepc.
A Raymundo Abarca Alarcón (chilpancingueño) se le anota bola negra con el asunto de los copreros, en Acapulco. Ni imaginar siquiera si le serviría de antecedente pistolero a AHAR.
Caritino Maldonado Pérez (de Tlalixtaquilla, montaña de Guerrero) no tuvo tiempo de casi nada, más que de pasar a la historia luego de la caída del helicóptero que le prestaron del estado de México (parece que era de Karl Vonk Hank González) para trasladarse el 17 de abril de 1971 de Pungarabato a Chilpancingo. Cayó la nave en El Miraval, municipio de Zumpango y también murieron los representantes de los Poderes Judicial y Legislativo así como el piloto Héctor Humana. Maldonado Pérez era profesor, ¿qué hubiera hecho? ¿Ir contra los de su gremio para defender «al patrón» de Los Pinos? Ni imaginarlo. Había broncas con LEA… ¡Que si no!
INO, Israel Nogueda Otero (Costa Grande), era pacífico, joven y sin muchas tablas políticas y por poco lo mete a la cárcel Rubén Figueroa Figueroa. Tuvo que poner tierra de por medio días antes de terminar el interinato donde relevó al Jefe Cari. Había sido alcalde de Acapulco, antes de… Pero echándole imaginación: Jamás hubiera reprimido a sus paisanos maestros. No era «desos». Fue costeño, de los pensantes, de los leales a su gente… ¡Pura nobleza costeña, de la excelsa!
Xavier Olea Muñoz… ¡Ole…a! (No tuvo empacho en regresar a Guerrero después de lo del 60).
Rubén Figueroa Figueroa (Huitzuco) antes de ser gobernador e incluso candidato del PRI a la gubernatura buscó diálogo con Lucio Cabañas. Decía que no quería que hubiera tres gobernadores en Guerrero: 
Lucio en la sierra, Israel en Acapulco y él en el palacio de gobierno en Chilpancingo. Tal vez en estos tiempos, hubiera hecho lo mismo: Buscar el diálogo con los profesores, aunque la mayoría lo duda pero jamás –dicen los que saben- cometería la «debilidad» (dijeron otra palabra que comienza con «pen» y termina con «ada») de asegurar que «se terminó el diálogo». ¡Ni Figueroa lo diría!
Alejandro Cervantes Delgado (chilpanchingón) fue profesor (no le gustó que le dijeran Maestro sino profesor y licenciado) y, le pasó lo que a todos los profesores. Ellos enseñan y enseñan bien. Pero sucede lo de siempre: No todos los alumnos les salen listitos… 
¡Qué pena! Donde Dios lo tenga de seguro que se estará retorciendo de la vergüenza… ¿Pero qué se le va a hacer? Si tan siquiera su sombra se imitara para gobernar, Guerrero no estaría tan jodido hundido en la mediocridad. ¿En qué basurero celestial pondrían los ángeles su frase «Unidos por Guerrero»? 
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS:
Juan Alarcón Hernández, presidente de la Comisión de los Derechos Humanos en Guerrero, hace por lo menos dos meses desapareció del mapa político y de las presentaciones en público. Se sabe que hay un encargado de su oficina y que él está muy delicado de salud, pero se ha guardado con gran hermetismo la situación física y de salud en que se encuentre.
¿Por qué? ¿Para qué? ¿A quién ayuda el ocultamiento de la realidad?  O, en todo caso: ¿a quién afecta que Juan Pueblo –Juan Alarcón Hernández- no se presente a laborar? ¿Situaciones políticas, económicas o complicaciones para el organigrama de gobierno? Ojalá y no sea nada serio, Ánimo.

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