martes, 7 de mayo de 2013

COLUMNA


Cosmos

Héctor Contreras Organista


«… que no olvide traerme 
cuando muera a descansar bajo tu verde fronda»
-Lamberto Alarcón-
Ayer, pasando por el centro de la ciudad, ahí donde se levanta el Laurel de la India, junto a la catedral de Santa María de la Asunción en Chilpancingo, ahí donde el poeta Lamberto Alarcón se inspiró para hacer uno de sus más bellos cantos, saludamos al presidente municipal de la capital del estado, al contador Mario Moreno Arcos.
Iba acompañado de algunas personas que al parecer vinieron de alguna dependencia federal y hacían un recorrido que posiblemente forme parte de los preparativos para el festejo del 200 aniversario de la celebración del Primer Congreso de Anáhuac.
El próximo gobernador de Guerrero -¡no el futuro, sino el próximo-, es decir: Mario Moreno Arcos, al vernos, tuvo la amabilidad de saludarnos de manera atenta, cordial y sonriente, a lo que correspondimos de la misma forma. Observamos que tenía prisa y no tuvimos oportunidad de hacerle una sugerencia que, aprovechando este espacio, con mucho gusto ahora se la formulamos.
Don Lamberto Alarcón fue un gran guerrerense nacido en Chichihualco y un exquisito poeta que dedicó lo mejor de su estro para exaltar poéticamente al Laurel del Templo de Chilpancingo.
Por ello, nos permitimos sugerir a don Mario Moreno Arcos que bajo el Laurel de la India, precisamente a la altura del lugar donde lo saludamos, pero en el espacio que corresponde al atrio de la iglesia, mande colocar una lámina de regular tamaño y se inscriba el poema de don Lamberto con el propósito de que la gente, los paisanos, los visitantes, los jóvenes sobre todo, y todos, conozcan y disfruten esa obra.
Parte la sugerencia de un modesto chilpancingueño para que el poema pueda lucir enormidades exaltado la obra majestuosa de don Lamberto Alarcón a quien hace años pretendimos trasladar a Chilpancingo para que se le sepultara en La Rotonda de los Hombres Ilustres de Guerrero, pero su familia de Ciudad Acuña, Coahuila, donde descansa, nos explicó amablemente que «Lamberto decidió quedarse para siempre en estas tierras».
Su atenta esposa coahuilense nos explicó por teléfono que sobre la tumba de Lamberto se escribió lo que él decía: «Yo que vine de la Mesopotamia de las Costas de Guerrero a sembrar mis raíces en Ciudad Acuña, Coahuila», inscrito a manera de epitafio.
A continuación reproducimos el poema de Lamberto Alarcón, con mucho gusto para los paisanos y para todos los amables lectores que siguen nuestra columna COSMOS en la edición impresa y en internet:
CANTO AL LAUREL DEL TEMPLO DE CHILPANCINGO

He vuelto a mi ciudad sólo por verte,
por estar a tu sombra,
por escuchar bajo tus verdes ramas 
la charla de mi novia,
mientras arriba de nosotros tiemblan  
la seda de las alas de los pájaros,
el cantar de la brisa, como un río
de corriente lejana y rumorosa.
  He vuelto a la ciudad de mis ensueños
porque siempre, a la hora
en que vuelven  al alma los recuerdos,
los nidos de tu fronda
desde lejos me hablan de unas voces
que llenaban de nuevo el pensamiento
y cantaban de nuevo en la memoria.

He vuelto a mi ciudad, porque mis ojos
  salían de sus órbitas
  anhelando siquiera adivinarte,
  adivinar tu forma
  y columpiarse en el vaivén del viento
  que mece las hamacas de tus pájaros
  al rumor cadencioso de tus hojas.
  Porque tú no has pensando en arrojarme
jamás de tu memoria;
porque eres fiel como el recuerdo mismo,
por eso canto ahora,
y en el yunque de plata de mi verso
forjo el cantar que te diré mañana
cuando venga a dormir bajo tu fronda.
  Por bueno te quisiera diminuto, 
casi como una rosa;
quisiera que cupieses en el hueco
que mis manos te forman
y llevarte conmigo por los rumbos
abiertos de la vida, mientras tanto
vuelvo a charlar de nuevo con mi novia.
  Pero ya que jamás he de lograrlo,
  te pediré una cosa:
  que cuando sola junto a ti pasare,
  le digas en tu lengua rumorosa
  que no olvide traerme cuando muera
  a descansar bajo tu verde fronda,
  para que pueda en la compacta sombra 
  del sepulcro, saber cuándo amanece,
  porque escuche la orquesta de tus pájaros 
¿Cómo la ve señor presidente municipal don Mario Moreno Arcos?
¿Valdría la pena quitarle a la lima un gajo para rendir un justo homenaje a la ciudad que usted gobierna, a la literatura, a la poesía y al gran bardo ausente, el casi olvidado Lamberto Alarcón?
¿Valdrá la pena hacer un esfuerzo desde la silla municipal a ver si es posible, todavía, trasladar sus restos mortales de Ciudad Acuña a La Rotonda de los Hombres Ilustres de Guerrero en Chilpancingo?
Ojalá y que un detalle como el referido sea suficiente para que su buen tino y buen nombre perduren en los aniversarios que sigan después del próximo 13 de septiembre.
Aportar una pequeña parcela para el parnaso donde se realizará el festejo histórico del Congreso del Anáhuac, un espacio digno para exaltar la poesía y rendir homenaje a sus creadores, en este caso en la persona de don Lamberto Alarcón, no es cosa del otro mundo… 
Cultura es lo que urge, porque el pozole y el mezcal ya hasta feria tienen… ¿Valdría la pena, don Mario Moreno Arcos?

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