lunes, 19 de agosto de 2013

8º PARLAMENTO INFANTIL



Tema: La abolición de la esclavitud 
   Nombre de la participante: Yadira Yosaxandi Flores Ocampo
   Escuela primaria rural federal “Benito Juárez”
C.C.T. 12DPR0951Z
    Pericotepec, municipio de San Miguel Totolapan, Gro.
    Zona Escolar 16 Sector 16
  Chilpancingo, Guerrero a 06 de junio de 2013.

Al hablar de esclavitud nos referimos al abuso de la fuerza de la sangre para el trabajo rudo. El pretexto de las supuestas “diferencias raciales” para explotar a los indefensos. La humillación tanto física como psicológica. 

Buenos días tengan los aquí presentes, autoridades que nos honran con su presencia, compañeros, mi nombre es Yadira Yosaxandi Flores Ocampo, curso el quinto grado en la escuela primaria rural federal “Benito Juárez” en la comunidad de Pericotepec, municipio de San Miguel Totolapan, perteneciente a la región de Tierra Caliente de este bello estado: Guerrero. El día de hoy me voy a permitir dirigirme ante ustedes con el tema la abolición de la esclavitud.
Desde que se constituyen las encomiendas en la Nueva España, indios y posteriormente también negros, fueron forzados y humillados en su dignidad para realizar las tareas más ruines y de mayor esfuerzo. Podemos aún imaginar al encomendero disfrutando de sus manjares; engordando ferozmente mientras que sus indios esclavizados se debaten entre el sudor y el miedo.
Hubo varios religiosos que se opusieron a la esclavitud, especialmente Fray Bartolomé de las Casas, quien defendía a los indígenas apoyándose en la ideología de Vasco de Quiroga, quien fundamentó sus ideales en el famoso escrito “Utopía” de Tomás Moro, para manifestar sus aspiraciones humanísticas.
Los primeros esclavizados en nuestro continente fueron los indígenas que sobrevivieron a la conquista española para trabajar como mano de obra barata o gratuita en las labores agrícolas y las minas de plata de la Nueva España y el Perú, para posteriormente ser sustituidos por africanos. 
Durante cuatro siglos, cerca de 15 millones de hombres fueron transportados a manera de bestias en el fondo de oscuras bodegas. Eran negros africanos capturados a lazo y vendidos por cantidades insignificantes. 
 La esclavitud en el pasado no sólo fue justificada, sino también vista como una cuestión útil y necesaria. Aristóteles la calificó como una de las divisiones naturales de la sociedad, comparable a la que supuestamente existiría entre el hombre y la mujer. Este filósofo decía que había dos clases de personas: “aquellas que están naturalmente dispuestas al mando y quienes están naturalmente dispuestas a ser mandadas, por lo que su unión era lo que hacía que ambos pudieran sobrevivir", y con ello quería decir que tal relación era "ventajosa tanto para el amo como para el esclavo". 
Durante el Virreinato, no solamente en México, sino en toda América hubo esclavos, pero hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, la situación era ya insostenible; demasiadas generaciones habían sido lastimadas en su legitimidad como para no intentar salvarse. Ese fue uno de los primeros gritos de nuestro pueblo, un grito que culminaría con el de Dolores, aunque para esto aún faltaría revivir infinidad de escenas dolorosas.
Sin embargo  fue hasta 1810 que don Miguel Hidalgo y Costilla ordenó en Valladolid ponerlos en libertad. Después, el 6 de diciembre de ese mismo año, promulgó en Guadalajara un bando aboliendo la esclavitud. Estos son los primeros puntos del documento de Hidalgo en Guadalajara: 
1) Que todos los dueños de esclavos deberán darles la libertad, dentro del término de diez días, so pena de muerte. 
2) Que cese para lo sucesivo la contribución de tributos, respecto de las castas que los pagaban, y toda exacción (exigencia de impuestos) que a los indios se les exija. 
“Y para que llegue a noticia de todos y tenga su debido cumplimiento, mando se publique por bando en esta capital y demás villas y lugares conquistados, remitiéndose el competente número de ejemplares a los tribunales, jueces y demás personas a quienes corresponda su cumplimiento y observancia”.
En nuestra Constitución se estipula que está prohibida la esclavitud desde que Miguel Hidalgo decretara su abolición.
José María Morelos, por su parte, proclamó en su escrito “Sentimientos de la Nación”, publicado el 14 de septiembre de 1813, que “sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud” y con ello confirma la abolición de la esclavitud en México.
Puede haber muchas clases de esclavitud: incluso de pensamiento, de libertad de expresión, de creencias, pero gracias a estos antecedentes, hoy en día la Constitución también nos otorga dos tipos de derechos: los individuales y los sociales. 
Ningún individuo es más importante que otro. En México no existen esclavos ni nobles, y los derechos humanos que la Constitución reconoce están garantizados para todas las personas. La Constitución garantiza un gran espacio de libertad para cada individuo: todos podemos pensar, decir, oír, escribir o hacer lo que queramos siempre que no dañe a terceros.
Durante la lucha por la Independencia de México, estas formas de abuso se lograron abatir gracias a la suma de voluntades y de fuerzas que pugnaron por hacer de esta una patria unida y libre, sin la existencia de castas y sin discriminación de razas. 
Actualmente se hace referencia a la esclavitud como trabajo forzoso, o en sus prácticas más extremas que se presentan bajo la forma del trabajo infantil y el tráfico de personas, donde las principales víctimas son los niños y las mujeres que sirven para abastecer las redes de prostitución y el trabajo en el servicio doméstico.
Aún cuando internacionalmente el 2 de diciembre se celebra como el día de la abolición de la esclavitud, hace falta establecer un sistema de igualdad en todas las formas, donde se le permita a las personas de escasos recursos abrirse a nuevas oportunidades, asimismo no vender drogas, ni obligar a nadie al exceso de trabajo, así como la promoción en la educación de los derechos humanos en todas partes.

Muchas gracias por su atención. 

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