viernes, 21 de febrero de 2014

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

 En la Plaza Bolívar de Caracas, algunas personas que pasaban por el lugar nos platicaron que Simón Bolívar luchó hasta el final por sus ideales y ello le hacía sentir que valió la pena.
“A pesar de todas las situaciones tenemos un país hermoso, bello, de gente que es luchadora, firme en sus convicciones y decisiones”. En Caracas son las 11 de la mañana y en México son dos horas menos: 9 de la mañana.

Se ve a mucha gente descansando en bancas colocadas como en cualquier otro parque del mundo, niños jugando con palomas que aquí abundan, familias de paseo, es domingo, día de descanso. Entre semana se ve más ajetreo.
Observamos varios edificios. Al Ministerio de Justicia lo llaman “La Casa Amarilla”; otro que luce una bandera venezolana monumental, colocada en la parte más alta es el edificio de la Asamblea Nacional que mandó construir el presidente Antonio Guzmán Blanco  y frente a la estatua de Bolívar se ve el edificio de la municipalidad, de lo que sería el municipio Libertador.
Simón Bolívar nació en Caracas y murió en Santa Marta (Colombia). Después de muchos años su cuerpo fue traslado al Panteón Nacional donde están sepultados los héroes de la patria. Ahí está Antonio José de Sucre, José Antonio Páez, Rafael Urdaneta, Girardó José Félix Rivas y muchos otros que lucharon al lado de Bolívar.
Antonio José de Sucre fue uno de los que lucharon por la libertad del Perú, el es el héroe del Perú, de la famosa Batalla de Ayacucho. Nació en Venezuela en una región que se llama Cumaná. El día de la Independencia se celebra en dos fechas: La firma del acta que es el 5 de julio de 1811. Un año antes de declaró la Independencia, que fue el 19 de abril de 1810.
Estamos frente a la estatua ecuestre de Simón Bolívar y leemos un desplegado que tiene en la parte frontal: “Simón Bolívar libertador de Venezuela, Nueva Granada, Ecuador y Perú y fundador de Bolivia”. En otra inscripción se lee: “Nació en Caracas el 24 de julio de 1783 y murió en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, sus restos se trasladaron a Caracas el 17 de diciembre de 1842”. A Caracas lo trasladó el general Páez, nos dice alguien. 
Hicimos un recorrido por el metro de Caracas donde nos sorprendió ver que no hay vendedores ambulantes. Las estaciones son limpias, se ven muy aseadas y sin las aglomeraciones de otras ciudades, esto sucede porque es domingo, pero entre semana no es así. Abordamos el metro en la estación de Chacaíto y bajamos en la estación Capitolio, pagamos 300 Bolívares por el boleto (tres pesos mexicanos, aproximadamente). 
Los estados  más importantes de la República Bolivariana de Venezuela son, después de Caracas, el estado Zulia, Carabobo y Guayana. En el valle de Caracas, más el estado Miranda tienen una ocupación aproximada de tres millones de habitantes.
Hacia la parte sur del valle de Caracas se observa el Cerro del Ávila, que es lo que prácticamente identifica a Caracas y de hecho rodea la ciudad. Las comidas típicas aquí son la arepa, empanadas y  pasteles. La arepa se come con cualquier tipo de relleno: carne, pollo, jamón y queso, lo que uno quiera ponerle. La arepa es una especie de memela en México, pero pequeña, parecida a las memelas de manteca y también se come con caraota negra, es decir: frijoles negros. Hay caraota negra, roja y blanca (frijoles prietos, bayos y canario).
Después de caminar por el Boulevard de Catedral llegamos a la casa natal de Bolívar luego de soportar una ligera Garúa, es decir un chipi-chipi. Llegamos a la esquina de San Jacinto donde leemos: “En 1593 Don Simón de Bolívar El Viejo comenzó a recoger limosnas para la fábrica del Convento de San Jacinto que existió hasta 1837 cuando fue extinguido”, es una placa en bronce que tiene una heráldica, es el escudo que representa a la ciudad de Caracas que antes se llamaba Santiago de León.
En el muro blanco de considerable espacio hay escrita una frase: “Si se opone la naturaleza lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca: Simón Bolívar”. Una frase muy conocida que pronunció Bolívar después del terremoto de 1811 debido a que los sacerdotes le dijeron que Dios estaba castigando a Venezuela porque estaba haciendo la guerra. Enfrentando al clero Simón Bolívar dijo esas palabras porque su empeño fue libertar Venezuela. 
En el Museo Bolivariano, la administradora del importante lugar nos explicó que exhiben las piezas únicas que hay en el mundo, las originales que pertenecieron no solamente a  Simón Bolívar sino a los próceres que ayudaron en la gesta de Independencia. El museo de fundó en 1911, es su tercera sede que fue fundada en 1960. Se llamó inicialmente Museo Boliviano y después Museo Bolivariano.
Todas las piezas son muy importantes, se destaca la ropa y los accesorios de vestuario que usó Simón Bolívar. Por medio de ellos, se nos informó, “podemos humanizar a ese prócer porque observamos la talla de sus zapatos, con unas botas, uniforme militar, camisas, medias, ruanas y más accesorios como armas, condecoraciones y es nuestra misión velar y resguardar por estas piezas y nuestra misión principal es educar el público”. Simón Bolívar era bajito de estatura.
El museo ha sido visitado por Fidel Castro, por el presidente de China, Jiang Zemín, embajadores de todas partes del mundo y mucho turismo de todos lados. Las visitas más comunes son de los estudiantes. La Dirección del Ceremonial del Acervo Histórico se encargó de hacer un proyecto de inventario y diagnóstico para ver que se podía conservar de las piezas históricas.
Nos llamó la atención la inscripción hecha sobre dos tabletas de madera labrada: Una es de Sucre y la otra es de Bolívar quien así pensaba y sentía de su hermoso país: 
“El que lo abandona todo por ser útil a su país no pierde nada y gana cuanto le consagra. Las buenas costumbres y no la fuerza son las columnas de las leyes, y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni el gobierno. Es el defensor de la libertad. La suerte de Venezuela no me puede ser indiferente ni aun después de muerto, mi querida Venezuela que adoro sobre todas las cosas: Bolívar”.
El Himno Nacional de Venezuela se escogió de varias canciones patrióticas en la época que se luchó por la libertad. Debido a que no se podía cantar porque a quien lo hacía lo ponían preso o lo mataban, las madres comenzaron a arrullar a sus niños con la melodía de esa canción patriótica que se llama “Gloria al Bravo Pueblo”, esa canción todavía en estos tiempos se la cantan a los niños en Venezuela:
“Duérmete mi niño que tengo quehacer, lavar los pañales y ponerme a coser; duérmete mi niño que tengo quehacer, lavar los pañales y hacer de comer”.  Ese es el coro de lo que actualmente es el Himno Nacional de Venezuela. En el mismo tono, dice así: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando, la virtud y honor…. Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó la ley respetando, la virtud y honor”.
La letra del himno dice así: “Abajo cadenas, abajo cadenas gritaba el señor, gritaba el señor y el pobre en su choza libertad pidió, a este santo nombre tembló de pavor el vil  egoísmo que otra vez triunfó, a este santo nombre, a este santo nombre tembló de pavor el vil egoísmo que otra vez triunfo…”. 
Estuvimos en Caracas para tratar de entrevistar a Simón Narciso Días Márquez (Simón Díaz) , autor de “Caballo Viejo”. No lo encontramos pero regresamos a México con hermosas experiencias y evocando aquella canción venezolana de años idos: “Yo nací en una ribera del Arauca vibrador…”. Simón Díaz, lamentablemente falleció el pasado día 19 de febrero, informó por twitter su hija Betssimar.  

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