viernes, 28 de febrero de 2014

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

 Víctor Hugo Portillo López
-Quinta y última parte-
 Para concluir la extensa y valiosa exposición que nos ha hecho de su vida, tanto la profesional como la familiar, el respetable licenciado Víctor Hugo Portillo López, nos detalla lo siguiente:

La gente que ha estado en mi despacho, ha sobresalido, como por ejemplo Elías Flores Loaeza que es juez en Acapulco, Manuel, de quien no recuerdo su apellido, agente del Ministerio Público por muchos años, por acá, por Coyuca de Catalán; Rafael Mendoza Ventura también estuvo conmigo, un muchacho muy destacado, tiene su despacho, es un abogado muy distinguido; el abogado se distingue por su trabajo, y también hay otra manera de distinguirse, que se engaña a la gente. Tenemos el estigma que los abogados somos chuecos, y la gente tiene razón porque ha sufrido la experiencia, y eso le ha pasado. Pero nos catalogan a todos. Yo no creo que sea la excepción, pero procuro ser honesto; no soy intachable pero no tengo problemas con nadie, que digan que yo le quité o le engañé y queden inconformes. De los pasantes que tengo actualmente, es Ignacio Martínez Medina y la licenciada Xochiel Solache Gómez. Él ya va para quince años conmigo, es un muchacho muy noble, muy educado, muy preparado, muy sencillo, muy profesional, casi me adivina el pensamiento en lo que yo quiero hacer, es mi apoyo, mi brazo derecho y Xochiel, que ya cumplió seis años conmigo. Ella llegó por la Bolsa de Trabajo y se quedó. Ignacio estuvo de  meritorio en el Juzgado Civil, dos años, y de ahí  quiso venirse para el despacho, y en la actualidad, en cualquier momento él va a ser el mero jefe de aquí. Mi desprendimiento, lo que te comentaba de la asesoría jurídica gratuita por medio del periódico de nuestro amigo Javier Francisco Reyes, yo creo que obedece a la genética, es de herencia. Mi madre era así, muy dadivosa, muy compartida. En cuanto a la asesoría gratuita yo creo que es una obligación que todos los que tenemos una formación profesional en una universidad de la que me enorgullezco, de la que ahora le denominan UAGro, es una obligación. Considero que es responsabilidad de todo profesionista retribuir, de alguna manera, a la sociedad, que al fin y al cabo son los que nos sostienen, o sostienen a las instituciones donde nosotros estudiamos. Gracias a Dios a mí me ha bendecido en abundancia, considero que me encuentro preparado por los muchos años, ya son treinta de ejercicio profesional continuos con resultados buenos porque, sin falsa modestia, si de diez asuntos pierdo uno, creo que sigo estando vigente, y por la relación de amistad que tengo con amigos como tú, periodista, y en la actualidad por tu conducto tengo la oportunidad de haberme conocido con Javier Francisco Reyes, director de LA CRÓNICA, Vespertino de Chilpancingo y EL MATUTINO que platicamos en alguna ocasión, pudiera ser yo asesor de su periódico. Ya lo fui cuando Javier Cordero, y le dije que yo no quería ser nada más asesor del periódico, porque era algo así como de membrete. Le dije que yo quería ser asesor pero que por el periódico, el periódico ofreciera la asesoría gratuita que yo proporciono. Es algo que yo solo no podría hacer tal vez, y me nace ser desprendido, me nace compartir las bendiciones que Dios me da, y por ahí hay un pensamiento que dice que: El que da, nunca tiene las manos vacías. No lo hago con interés, no persigo nada a cambio. Simplemente porque hay la relación, el afecto, y esa es la finalidad de ofrecer la asesoría jurídica gratuita a personas de escasos recursos económicos, porque muchas veces no pueden pagar un abogado que de alguna manera lo consideran que cobra caro. Para que no tengan esa limitante, que puedan asistir a mi despacho que procuro que siempre esté presentable, porque la gente que me da su confianza merece un lugar agradable, cómodo, seguro, privado para que podamos hablar en confianza de sus problemas a nivel profesional. Y también con otro periódico, que es El Reportero, también se está anunciado por ahí que damos asesoría jurídica con la misma finalidad de proporcionar un servicio social a personas que no puedan pagar. ¿Y por qué? Pues, para que por lo menos tengan una orientación, de si a su problema vale la pena invertirle, el tiempo que se va a llevar, qué se va a obtener y evitar que vayan con otros abogados que tal vez por su necesidad económica o por su falta de dedicación profesional a veces los engañan. A veces les dan falsas expectativas y al final no es cierto que se vaya a ganar. He encontrado diversidad de cosas apócrifas, y el abogado se presta. Yo procuro no hacerlo. Habrá gente que me diga que no soy muy recto, pero si una persona que le he llevado un asunto durante mi vida profesional diga que  soy deshonesto, pues le hago caso y compondría si me dijera en qué. Pero si alguien que no le he tratado ningún asunto profesional hace un comentario respecto de mi persona o de mi profesionalismo, me tiene sin cuidado. Yo sé quién soy y qué hago”.
-Víctor Hugo Portillo López, quiero agradecerte profundamente esta gran oportunidad con deseos de que se diera, de entrevistarte. Sobre todo por el enorme desprendimiento de que un guerrerense, un universitario, un apreciado paisano como eres tú, abra su corazón y profesionalismo para ayudar a la gente en forma gratuita y externar todo lo que generosamente me has proporcionado, con datos y detalles de tu vida. Agradezco la amistad que me brindas y la generosidad que has tenido para la entrevista.
“Yo agradezco tu tiempo y tu dedicación. Nuestra amistad es conocida. El hecho de que me estés entrevistando es atender una inquietud que me inculcaste y te lo agradezco. Quisiera terminar con dos datos que omití mencionar y que considero importantes. Uno, relacionado a por qué hago el servicio social que ofrezco. Yo creo que esas condiciones son de origen, de formación en el estudio. Recuerdo que cuando estudié el cuarto año de primaria y el quinto, iba a cargar bultos a la terminal, la Estrella de Oro, La Gacela, y los domingos a cargar bultos al mercado. Recuerdo una señora, doña Matilde Alarcón, tenía una canastota enorme y para que yo me la aguantara estaba canijo, pero con el tiempo la señora fue muy dadivosa conmigo, me daba buenas propinas. Incluso ya después me mandaba solito con la canasta a su restaurante, donde está el paso a desnivel, y yo creo que derivado de eso me nace, que ahora que puedo, en cuestión profesional y tal vez en alguna posibilidad de apoyar a alguien económicamente, lo hago en base a ese origen. Y el otro dato es el de la Universidad Autónoma de Guerrero, de la que egresé y me siento mucho muy orgulloso. Cuando andaba litigando por Tijuana, estaba estudiando mi expediente después de tres cuatro días que me habían designado para atender unos asuntos allá. Estaba estudiando mi expediente y estaba sentado un señor a mi lado, impecablemente vestido. Me preguntó mi nombre, mi profesión y, ¿dónde vienes? De Guerrero. ¿Dónde estudiaste? En la UAG, ¿y eso qué es? Universidad Autónoma de Guerrero. Dice: Esos no sirven. Cuando me dijo eso, le paré a la lectura del expediente. ¿A qué se debe la agresión?, le dije. Es que el expediente que tienes es mío. Le dije: Era, porque ya te cambiaron. Por eso digo que me siento orgulloso de nuestra universidad. Obvio que teníamos buenos maestros, exigentes. Mi director de tesis el doctor Hugo Pérez Bautista, mi amigo, que me ha distinguido con su amistad a quien yo quiero y respeto. Raúl Calvo, Leopoldo Parra. Se escapan a la memoria muchos maestros, el licenciado Naime, Parra Borbón, muy dedicado y otros muchos. Por eso digo que salíamos bien preparados, porque nos exigían. Ahora llega un pasante aquí y, caramba, a algunos les he dicho: Te voy a regresar a sexto año de primaria, porque de plano, ni escribir saben y mucho menos los conocimientos de allá. La teoría y la práctica difieren mucho porque, obvio, la teoría es la que nos permite aplicar la práctica, pero es muy diferente a como se hacen las cosas. Incluso, hay algunos aspectos que ni en los Códigos están, se van dando en las audiencias, en las circunstancias en que se desenvuelve uno en un proceso judicial”.
De la señora María López Carrera, nacida el 15 de agosto de 1922, se van a cumplir ocho años de su fallecimiento que ocurrió el 16 de agosto de 2006 “y la sepultamos el 17, murió en mis brazos. Yo le agradezco y le digo: Gracias Mamá por haberme formado así, por ser quien soy, y siempre se enorgulleció de mí. Cuando falleció sentí que me arrancaron el alma porque era como mi respaldo, mi confidente, mi cómplice, mi apoyo y de repente me quedo solo. La he sentido y la sigo sintiendo, como si fuera el primer día que falleció”. 
Víctor Hugo, agrega: “Para mí fue la figura única en mi vida. Ella fue originaria de Xochipala. Tenemos familia en Xochipala, nos decimos de Xochipala, aunque no sea así. 
Tuve la cercanía tan estrecha con mi madre que me inculcó los valores que son de familia, la lealtad, la honradez, el trabajo, que lo que se gana se disfruta. No hay por qué andar ambicionando lo que otros tienen. 
Como viajábamos en los camiones troceros en la noche, íbamos acostados en la plataforma, tenía como cinco años e íbamos observando el cielo con muchas estrellas, y me decía: Hijo, tú puedes si quieres, algún día alcanzar las estrellas. Y yo me la creía, y de alguna manera las alcancé, porque me siento orgulloso y satisfecho de ser quien soy, de ejercer mi profesión con la intención de que sea profesional. Me considero un profesional. Soy ético en mis cosas, me siento a gusto; tengo mis hijos ya grandes, tengo la relación con la mamá de mis hijos. Con mi esposa tenemos una buena relación, es más joven que yo, y creo que eso también me retroalimenta, aparte del ejercicio.  
No conocimos otra familia de parte de papá porque no hubo presencia, pero por parte de mi mamá tenemos abundante gente de Xochipala con quien también convivo. Voy, nos hablamos, nos queremos y procuro ser humilde, procuro ser humano y tal vez algunas ocasiones no lo logre pero lo sigo intentando”.  
-Gracias, Víctor Hugo.
“Gracias a ti, Héctor”. 

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