lunes, 10 de febrero de 2014

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

 Con esta amarga noticia comencé mi día 10 de febrero de 2014, al leer en facebook a mi entrañable amigo Arturo Mundo Catalán, excelente y admirado periodista quien escribió lo siguiente:
“He sido notificado… Con profunda pena comunico a todos los amigos chilpancingueños, esta tarde -9 de febrero- ha fallecido en Ciudad de México nuestra amiga, paisana, vecina:

MARIA URBINA CUEVAS VENTURA... Tras horas de momentánea mejoría, la excelente amiga Urbi decayó y luego de breves horas de agonía habría fallecido a principios de esta tarde...
QEPD... A sus hermanos, a su familia, a todos, mis más sinceras condolencias; tuve oportunidad de conocer, tratar y saber de la franca amistad de Urbi y de toda su familia, pues fuimos vecinos allá en calle Mina y calle Justo Sierra del Barrio de San Antonio; de haber tratado a la Tía Romana, a los papás y hermanos de Urbi como José Luis -+- que fue mi compañerito en preescolar y parte de la primaria, a Jesús, a Jorge, a todos...
Qué dolor, qué pesar...”
Es verdad lo que afirma Arturo: ¡Qué dolor, qué pesar!, particularmente para su familia y para sus miles de amigos y paisanos quienes valoramos, apreciamos y queremos a la tremenda “Urbi et Orbi” como cariñosamente le decía a manera de saludo cada vez que la encontraba por ahí en alguna de nuestras calles chilpancingueñas.
 También es muy cierto que Urbina Cuevas Ventura fue nuestra vecina porque su familia llegó de Mochitlán a vivir en una casa de la calle de Mina, muy cerca de donde vivía la familia Catalán y también de don Fili Hernández, músico y zapatero, su esposa y sus muchos hijos que llegaron de Tierra Caliente, todo ocurrió en los años 50, de gran disfrute en esa preciosa parte de Chilpancingo.
 Urbina y su hermana participaron en Los Pastores que acostaban al niño Dios en diciembre en la iglesia de la Asunción, sus padres don Bartolomé y su esposa eran muy católicos, al grado que tuvieron un hijo sacerdote, el padre Jesús Cuevas quien cuando platica con sus contemporáneos recuerda que “a nosotros nos decían los frijoleros”, porque sus padres se dedicaron a la venta de semillas lo mismo que su tía, doña Romana.
 Con Urbina nos conocimos en aquellos años y conservamos por siempre una amistad muy bonita. Era bromista y de buen carácter pero a la vez fue muy enérgica, siempre tuvimos una relación fraterna muy agradable. Me tocó entrevistarla para mi librito “Chilpanchingnonas”, ahí me platicó cómo fue que ingreso al quehacer de su agencia de viajes que la llevó a dar varias vueltas al mundo y conocer infinidad de personajes en diversos países y vivir muchas anécdotas.
 Con ella y algunos paisanos viajamos a Tierra Santa pero antes estuvimos en Alemania, Líbano y en Jordania, después en Italia, particularmente en Roma en una misa de semana santa celebrada en el Vaticano por Juan Pablo II. 
Mi muy apreciada Urbi hoy nos deja. Su paso por este mundo fue muy fructífero, aleccionador y siempre gocé de su fina y limpia amistad.
¡Descansa en paz mi apreciada y muy querida amiga Urbina Cuevas Ventura!

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