miércoles, 30 de abril de 2014

ARTICULO

El inicio de una Guerra

“LA GARITA” CRONICA QUE NADIE ME QUISO PUBLICAR


Crónica de José Antonio Sánchez /Fotos Eduardo Sánchez y JAS

.-ACAPULCO LA JOYA DE LA CORONA DEL CORREDOR DEL PACIFICO..-“LA GARITA” CRÓNICA DEL INICIO DE UNA GUERRA”..-EL FINANCIAMIENTO DE LOS CÁRTELES AL PROCESO ELECTORAL 2005.


El 27 de enero de este año 2014 se cumplieron ocho años de los malhadados hechos de La Garita, enfrentamiento convertido en la declaración de guerra en contra del narcotráfico por parte de Felipe Calderón Hinojosa y que causara durante su sexenio mas de 70 mil muertos en todo el País, y dejara al puerto de Acapulco hundido en una ciénaga de lodo y sangre al enfrentarse por la plaza “Acapulco” (La Joya de la Corona del Corredor del Pacífico) los dos principales Cárteles, por un lado el del Pacífico o Cártel de Sinaloa encabezado por Joaquín Guzmán Loera (El Chapo Guzmán) y los hermanos Héctor y Arturo Beltrán Leyva, y por el otro, el llamado cártel del Golfo con Osiel Cárdenas Guillén.

El enfrentamiento en La Garita, como parteaguas de la violencia en México, tiene sus prolegómenos tan ciertos, pero tan secretos, que dentro de las fronteras del estado de Guerrero todo mundo los niega, desde Editores de medios de comunicación, políticos de los tres partidos y Organizaciones Civiles, esas que se pronuncian cada rato por los muertos de la Guerra Sucia, pero guardan silencio cuando de muertos contemporáneos se trata. 
Cuando quise publicar ésta historia vivida, las amenazas no se hicieron esperar “Para que remueves tumbas cerradas, ellos están muertos y tú estás vivo” me advirtieron, y esa oposición a que se conociera esa verdad, me proporcionó la certeza de que mis informantes, unos del lado de la ley y otros no tanto, me habían dicho la verdad. Hoy pasados ocho años, y ya de nuevo en mi casa de Acapulco, después de un exilio de tres años bajo medidas cautelares de organismos de protección a Defensores de los Derechos Humanos y Periodistas y Del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, (guardo en mi archivo personal los documentos que lo avalan) plasmo en este texto las causas que originaron aquellos hechos históricos ocurridos el 27 de Enero del año 2006, cuando dos cárteles, el del Pacífico y el del Golfo se enfrentaron en una colonia popular de Acapulco, La Garita, frente a su parroquia dedicada al Señor del Perdón.
“LA GARITA” CRONICA DEL 
INICIO DE UNA GUERRA”
 Aquel viernes 27 de Enero, poco antes del medio día, hombres y mujeres de esa zona popular de Acapulco, compraban en el mercado o se alistaban para ir a las escuelas por sus hijos; o simplemente veían pasar la vida a resguardo del calor bajo los cobertizos de sus casas, sin embargo, algunos hechos inusuales los hicieron pensar, en que algo ocurría o iba a ocurrir: varios vehículos policiacos fueron atravesados en la bocacalle de las avenidas Cuauhtémoc y Farallón, y una veintena de policías portando rifles de asalto, se apostaron en lugares estratégicos. Minutos después se desató el infierno. Las causas de aquel enfrentamiento las decimos hoy, pero antes La Crónica”: 
12:30 horas, viernes 27 del año 2006.- Los periodistas que laborábamos en las fuentes de la Secretaría de Protección y Vialidad y de La Fiscalía Regional de la Procuraduría de Justicia en Acapulco, estábamos reunidos como era costumbre, en un restaurante cercano para compartir información. Era un día neutro, sin algo importante, y la desesperación comenzaba a cundir. En la mesa estábamos: Benito Soria Nolasco del Sol de Acapulco, Eduardo Sánchez del Sol de Guerrero, Simón García de Diario Critica, René Pérez de Sol de Chilpancingo, Jesús Sánchez de P.M. Guerrero, un camarógrafo de televisa apodado el Tío y el que escribe del Noticiero “Al Tanto” de Radiorama, y del ya desaparecido Sol de Guerrero. 
Minutos después, llegó Enrique Guzmán de Televisa con el camarógrafo, y con el buen humor que lo caracteriza, nos dijo “ésta tranquilidad es medio engañosa”. Y como él me lo recordaría el día que lo consulté para pedirle su versión de aquellos hechos, me dijo: “¡Y zas!... reventó la bronca dos horas después”. Enrique Guzmán, recuerda “Salimos del restaurante y nos fuimos a Televisa, y al llegar, nos enteramos de la bronca y salimos a la carrera, me acompañó Erik Moreno El Chiquilín”
13:45.- Suena un teléfono celular y un radio de intercomunicación y alguien grita -¡Ya pario la leona… Aguas chavos, hay una balacera frente al mercado de la Garita!- Todos salimos a la carrera, unos en sus carros, otros en taxi, sin embargo, policías preventivos nos impidieron el paso a la altura del fraccionamiento El Roble. Hasta ese punto escuchábamos las ráfagas y las explosiones. 
14: 00.- El comandante de la Judicial del Estado Silvino Rafael Salinas Orbe, al ver nuestra desesperación nos gritó -“suban”- y todos en bola abordamos la caja de una camioneta cargando grabadoras, cámaras y media tonelada de adrenalina. -“No los puedo llevar hasta la iglesia, los dejo cerca”- nos advirtió. Llegamos corriendo y esquivando a judiciales, preventivos y gente de protección civil que intentaban impedir que nos acercáramos.
14:15 horas.-Cuando arribamos al lugar nos dimos cuenta de que habíamos llegado en el momento más caliente: Una detonación se sintió, vi caer a Eduardo Sánchez e incorporarse rápidamente defendiendo su cámara Minolta con la mano en alto. Había resbalado al pisar un charco de sangre. Un vehículo estacionado frente al mercado, hizo explosión, mientras los tableteos de los Ak-47 (cuernos de chivo) y de las R-15 retumbaban en el aire,
Cada reportero nos resguardábamos como podíamos, unos corrieron hacia la iglesia, yo corrí hacia el mercado. Los zumbidos de las balas pasaban sobre nuestras cabezas. Pasé corriendo cerca de un vehículo en llamas y junto a la defensa vi arder el cuerpo de un individuo que portaba un chaleco antibalas de donde colgaban granadas de fragmentación y en su mano derecha una credencial del AFI. Elementos policiacos lo arrastraron lejos del fuego para evitar una explosión. 
Un fuerte olor a carne quemada me ofendió la nariz. Tres cuerpos más estaban tirados, uno sobre la cinta asfáltica en la boca calle que sube a un costado de la Iglesia del Señor del Perdón, y a pocos metros, otro boca abajo, y el último, en la entrada lateral de la parroquia, con un pie en el pescante de una camioneta de lujo y un rifle de asalto a su costado. Lo recuerdo con sus ojos abiertos y la expresión de sorpresa en el rostro. La gente corría en todas direcciones o se tiraban al piso. 
De un vehículo particular estacionado a la mitad de la calle a un costado de un camión repartidor de conocido refresco de cola, una mujer bajó corriendo y dando gritos, de su brazo le escurría abundante sangre. Los proyectiles pegaban en las paredes del mercado. Traté de acurrucarme detrás de una caja de lámina de teléfonos de México y solo asomaba la cámara fotográfica y disparaba sin ver el objetivo, un moscardón zumbó a un costado de mi cabeza y me percaté del rayo de luz atravesando la caja de lámina con terminales telefónicas. Un proyectil había pasado cerca de mi oreja derecha. Me invadieron las ganas de vomitar. 
Al otro lado de la calle, observe a un policía con casco blanco que apuntaba con su arma a un individuo tirado sobre el pavimento y que de su garganta le salían chisquetes de sangre, el Policía, lo levantó por el chaleco y le dispararle a la cabeza, quedo helado y me regresaron las ganas de vomitar pero me incorporo y salí corriendo, había que tomarles fotos a los cuerpos costara lo que costara. Tomé las gráficas y junto a mí, se paró un fotógrafo supongo que de PROCESO y escuche el clic de su cámara con motor al momento en que el reportero Jesús Sánchez a la sazón reportero del P.M. Guerrero saltaba sombre uno de los cadáveres (Esa foto sería la portada de Proceso). Los disparos continuaban en todas direcciones.
Un compañero me informó a gritos sin levantar la cabeza, que Ricardo Corte reportero del diario 17 había sido herido, me levanté y lo seguí corriendo sobre la calle a un costado de la iglesia, al llegar nos informaron que había sido un culatazo dado accidentalmente por un policía preventivo. Bajé de nuevo por la calle pegado a la pared de la iglesia, y observé a Enrique Guzmán y su metro sesenta de estatura, arrodillado con el micrófono en mano atrás de cuatro policías que disparan al punto de donde surgían las ráfagas de cuerno de chivo, tranquilo, su camarógrafo Erik Moreno (El Chiquilín) con su uno noventa de estatura grababa de pie sin inmutarse. Enrique por su parte, describía lo que veía con voz quebrada pero firme. Vi acercarse a Carlos Ortiz junior y su hermano cámaras en ristra y tomando gráficas mientras que Amado Ramírez con su camarógrafo, bajaba corriendo de su vehículo estacionado sobre la avenida Farallón y de inmediato le acercaba la grabadora al rostro al director de la Policía Judicial Erik Montúfar Mendoza. 
Con el temblor que me caracteriza, tomé fotos, tomé notas y aunque sentía las piernas de chicle, trataba de hacer mi trabajo. La boca seca, las manos frías, (seguro se me subió el azúcar) pero tengo que acercarme a los cadáveres y tomarles fotos, todos tienen granadas en los chalecos, pueden estallar. Se habla de varios vehículos y detenidos y sabemos después, que se trató de los agentes de la Judicial del Estado que escoltaban a los sicarios a las órdenes del doctor Beltrán a quien le llevaban a su refugio un maletín con dinero. Los agentes de la Procuraduría fueron identificados como William Castillo Moreno, Eusebio Hilario Martínez y Víctor Hugo Sánchez Palacios. Los cadáveres de los sicarios fueron identificados días después, entre ellos, dos de los hombres de más confianza de los hermanos Beltrán Leyva, el de la credencial del AFI “falsa” en la mano, Carlos Esteban Landeros Sánchez, (a) El Landa, originario de Culiacán, Sinaloa y su lugarteniente Ángelo Ramírez del Ángel, originario del estado de Veracruz. 
Semanas después de este enfrentamiento y al sentirse cercado, el llamado Doctor Beltrán “El Barbas” huyó de Guerrero con su familia, dejando al mando de la plaza a Edgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie” y otro sujeto conocido como “El Buche” el primero ya detenido y el segundo muerto junto a su jefe durante un enfrentamiento con elementos de la Marina en diciembre del 2009 en Cuernavaca Morelos. Casi tres meses después de los hechos de la Garita, dos mandos policiacos aparecieron muertos y sus cabezas clavadas en una reja metálica de un muro de la Secretaría de Finanzas, se trató del comandante del Grupo Relámpago de la Secretaría de Protección y Vialidad, Mario Núñez Magaña quien rematara al sicario caído y agónico, y el oficial Alberto Ibarra Velásquez, ambos levantados días antes del hallazgo.
Hoy, pasados ocho años, nadie quiere hablar de las causas reales de aquel ataque de policías en contra de un convoy de sicarios a las órdenes de Arturo Beltrán Leyva, y por qué eran escoltados por agentes de la Judicial del Estado de Guerrero. La PGR informó, que no se trató de una acción anticrimen, solo de ejecutar al grupo conocidos como Los Pelones, por órdenes de los Zetas de Osiel Cárdenas y por no haber quedado conforme con la deslealtad de los altos funcionarios del gobierno Juarista y dirigentes del PRI que recibieron dinero para darles la plaza y no cumplieron, asunto que llevo a la ejecución en plena costera Miguel Alemán del subdirector de la Policía Judicial del Estado Julio Carlos López Soto. LA GUERRA HABIA COMENZADO.
LAS CAUSAS
Un año antes de los hechos de La Garita, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” sabía de las próximas elecciones para renovar el Ejecutivo Estatal y calculaba casi con certeza, de que el candidato del PRI (como era lo “normal”) supliría en la gubernatura a René Juárez Cisneros, por ello, ordenó a su socio Arturo Beltrán Leyva que como cada elección, hiciera una propuesta lo suficientemente jugosa como para conservar la plaza. Así había permanecido dueño y señor del Corredor del Pacífico y ese 2005 no sería la excepción.
Para ese momento, ya habían pasado cuatro años de su fuga del penal de alta seguridad de Puente Grande en Jalisco -19 de enero del 2001-, tiempo que ocupó para reorganizarse tomando al puerto de Acapulco como eje de sus acciones, y en donde ya estaban asentados sus socios y lugartenientes, los hermanos Beltrán Leyva, los que a su vez, ya sostenían buenas relaciones con el entonces delegado de la Procuraduría General de la República en Guerrero Juan Alberto Rodríguez Calderón, quien posteriormente se desempeñó como procurador del Estado de Hidalgo y fuera investigado por sus lazos con el narcotraficante Heriberto Lazcano Lazcano (a) El Lazca.
Arturo Beltrán Leyva vivía cómodamente con su familia en un lujoso búngalo del hotel Las Brisas protegido por la indiferencia de los mandos militares de SEDENA Y SEMAR cuyas instalaciones se ubican muy cerca del lujoso y clásico hotel acapulqueño que fuera propiedad de la familia Trouyet y en donde se reunía con funcionarios de la PGR, de la PGJEG y altos funcionarios del gobierno Estatal, amén de sostener a sueldo a los responsables de la seguridad pública de las poblaciones de ambas costas y de las ciudades más importantes como son Acapulco, Zihuatanejo, Chilpancingo, Iguala y Ometepec, y de controlar a los caciques regionales, entre ello, al hoy detenido por narcotráfico y delincuencia organizada Rogaciano Alba, individuo poderoso allegado al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. -En un documento publicado por la revista PROCESO, se aseguró que, en la campaña electoral en Guerrero 2005 se dio el financiamiento más descarado por parte de los dos más importantes cárteles del narcotráfico en México-.
Solo que los resultados no fueron los esperados. Algo inédito en las elecciones Guerrero 2005 nos hizo vislumbrar a los analistas, que no se trataba de un proceso como los ocurridos en los 75 años pasados de gobiernos Prisitas. Las elecciones se efectuaron en dos jornadas diferentes, la primera el domingo 6 de febrero en la que fue electo en un resultado que nadie esperaba, Zeferino Torreblanca Galindo candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ganó con un aplastante 48 %. Mientras que el perdedor, el candidato del PRI Héctor Astudillo obtuvo un 36.7 % (3.3 puntos abajo), y la segunda jornada el 6 de octubre, en la cual se eligieron 77 Alcaldes y 28 diputados al Congreso Local quedándose la izquierda con la mayoría del Congreso y 40 ayuntamientos. El equilibrio y status político en el Estado estaba roto. 
Para el Chapo Guzmán los resultados de las elecciones en Guerrero al perder la gubernatura el PRI, le cambiaba el panorama y supo que se encontraba en claro riesgo, por tanto, desde su refugio en Sinaloa (Culiacán), le ordenó a los Beltrán que exigieran a sus aliados en el gobierno, la certeza de mantener la plaza o la devolución de los millones de pesos aportados a la campaña del PRI, la negativa provocó la amenaza de ejecución de gente relevante en Guerrero.
Esas amenazas fueron cumplidas y el primero ejecutado fue el empresario discotequero y presidente de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Acapulco (OCVA) Alexis Iglesias Aragón, y seis meses después, Rubén Robles Catalán, ex secretario de gobierno durante el período de Rubén Figueroa Alcocer. Al respecto de estos dos crímenes, un informante recluido en el CERESO de Acapulco, desde donde se sabría después, se planearon los atentados, me aseguró “Era de esperarse, de arriba no quisieron devolver la copa”
Por su parte Osiel Cárdenas Guillén líder del Cártel del Golfo y de su grupo armado los “Zetas” hacia lo necesario para apoderarse de la plaza, y para ello, entabló contactos con funcionarios del recién estrenado ayuntamiento en Acapulco, encabezado por el perredista Félix Salgado Macedonio, (se ignora si fue sin su conocimiento) en donde logró colocar a muchos de sus leales, entre ellos a Genaro García Jaimes un policía federal del sector Caminos, quien fue nombrado como Secretaría de Protección y Vialidad y quien se hiciera acompañar desde Tamaulipas, por un grupo de jóvenes policías federales los que fueron nombrados en los mandos altos para controlar la información y las cámaras de vigilancia en todo el puerto.
Arturo Beltrán Leyva por su parte, contaba con sus viejos aliados insertados en el gobierno Estatal, sobretodo en la Procuraduría de Justicia de Guerrero, con los que conformó un grupo de choque para enfrentar a los Zetas y al grupo de la policía preventiva de Acapulco bajo el mando de Genaro García, bajo las ordenes de Osiel Cárdenas, por esa rivalidad, Judiciales y Preventivos se enfrentarían a muerte en varias ocasiones. Los ataques a las comandancias de la judicial en la Zapata y de la preventiva en Renacimiento lo prueban. Resultado de esta rivalidad, “El enfrentamiento en La Garita”. LA GUERRA EN EL PAIS HABIA COMENZADO.

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