viernes, 27 de junio de 2014

ARTICULO

Comunicación de 
riesgos y crisis

Cesar González Guerrero

Es muy común escuchar y utilizar el término crisis, en todos los aspectos que, relativamente, ya no es extraño experimentar una crisis; es algo que ya estamos acostumbrados desde hace un buen tiempo. Aunque, posiblemente,  existan otros países que están sumergidos en crisis de mayor impacto, los mexicanos si hemos aprendido a convivir permanentemente con la crisis.

El surgimiento de crisis y riesgos ha sido un fenómeno que es parte de la vida diaria, en todos los pueblos del mundo; sin embargo, cada una de las naciones, en función de sus sistemas económicos, las resuelve a su manera, mientras que las potencias económicas que, regularmente, son el punto de partida de esta inestabilidad, en muchas ocasiones salen beneficiadas.
Los fenómenos naturales y los conflictos sociales, estos promovidos por los ciudadanos inconformes, nos indican que, en cualquier momento, de manera muy espontánea y rápida, se pueden presentar una serie de problemas para los que nuestras autoridades jamás se han preparado y, en consecuencia, carecen de estrategias para atender este tipo de emergencias en detrimento del bienestar social.
La comunicación de riesgos y de crisis, considerada como un proceso interactivo, de intercambio de información y opiniones entre los individuos, organizaciones  e instituciones, se transforma en dialogo, discusión y análisis de asuntos muy importantes y desde luego, de beneficio social. Es por ello que, actualmente, se requiere de una capacitación muy especial a los encargados de la gobernabilidad de los pueblos, para prevenir y evitar desastres de gran magnitud económica, política y social.
Aunque parece contradictorio, las crisis deben convertirse en oportunidades para mejorar y superar deficiencias, pero desafortunadamente, esto no se aprende y las crisis se vuelven en algo cotidiano sin que haya alguien capaz de superarlas. Es más, existen algunos municipios y entidades, en donde son las propias autoridades quienes alientan y promueven las crisis por la falta de ética y valores, porque los beneficios otorgados por instituciones humanitarias enriquecen a aquellos que manejan los recursos. Quienes menos reciben el apoyo son los damnificados. Hay pruebas.
Finalmente, la comunicación de riesgos y crisis debe ser un tema prioritario para quienes aspiran a gobernar y para aquellos que se encargan de legislar, de lo contrario, los desastres naturales y las contingencias sociales, se encargaran de arrasar también con ellos. Estamos a tiempo, los que ambicionan llegar al poder, deben pensar previamente la alta responsabilidad que estos tiempos exigen para atender oportunamente cualquier peligro que afecte a los ciudadanos. Se debería implementar como un requisito, para los aspirantes a algún cargo administrativo o de elección popular,  el aprobar conocimientos elementales de esta materia, de manera plena y comprobada. Sus capacidades deben estar a toda prueba. Ya veremos.

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