lunes, 16 de junio de 2014

COLUMNA

Cosmos
Héctor Contreras Organista
Día del Padre
Las y los insaciables comerciantes en México han inventado los días de las madres, del padre, del conserje, del compadre, de la comadre y todo cuanto se les ocurre para hacer cimbrar el sentimentalismo del pueblo a fin de que vendan, vendan y vendan y la gente compre, compre, compre para “festejar a mamá”, como reza su publicidad o en días como el del domingo pasado 15 de junio 2014, “para festeja a papá”.

El pueblo, exprimido hasta la saciedad por estos “días” tan especiales, se ve forzado a “festejar”.
Además, se hacen versos, se inventan y difunden canciones como la zarzuela esa de “es un buen tipo mi viejo” y el moco de los hijos corre porque papá “es un buen tipo y ya camina lerdo”.
¿Compositores? ¡Soflameros!, tan hipócritas como sus “canciones”.
No se necesitan “días especiales” para festejar a los seres queridos.
Porque en el caso de los padres (no todos) desde que reciben la noticia de que les va a nacer un hijo tienen fiesta en el corazón. La vida de la pareja se alegra porque ya habrá un propósito especial para favorecer a esa criatura que está por nacer… 
¡Un hijo es la bendición más grande que un ser humano puede recibir!
Y cuando llega, se le da lo mejor, ya sea en medio de las limitaciones o en la abundancia económica, pero los padres (no todos) se esfuerzan porque su hijo goce, disfrute de este mundo conociendo todo cuanto más pueda a través de una buena educación, principios morales, cívicos, religiosos si es posible y sea una ciudadano o una mujer saludable, de éxito, triunfadores y sepan abrirse paso en la vida hasta convertirse en profesionistas y conquistar todo cuanto mejor quieran.
Los padres educan con el ejemplo.
Cierto, son muy necesarios los consejos, las charlas, la comunicación, la convivencia, pero Papá y Mamá han sido, son y serán mucho mejores guías y padres cuando con su ejemplo de vida conduzcan a los hijos por los mejores caminos.
No es “un día” comercialmente impuesto a un pueblo por los medios de comunicación idiotizantes como el del padre o la madre pueden y deben ser festejados con concentración  de convivencia familiar para hacer un resumen de afectos de un año para festejar y regalar. 
Todos los días son del padre, de la madre, de los niños, de los seres queridos, del vecino, del maestro… 
Padres hay de todo tipo. Quienes abandonan al hijo o a los hijos y la madre se encarga de todo: “Soy padre y madre”, dicen algunas muy admiradas y ejemplares damas. Padres quienes aman a los hijos y son sus mejores amigos. Hay otros, “como ver volar las garzas”, borrachos, mariguanos, rateros, groseros, fumadores irredentos, malandrines, e hijos de… papá y mamá… pero sin ellos.
Padres que están en la cárcel o en los templos vistiendo sotana. 
Hay, pues, como en el chiquihuite de doña Victoria, quien vende tamales de chile, de dulce y de manteca.  
Tampoco escasean los hijos que debido  su vida disipada y equivocada o a su pereza le echan la culpa a papá y a mamá de todos sus fracasos y derrotas en la vida. Se olvidan del bardo nayarita Amado Nervo: “Yo fui el arquitecto de mi propio destino”
¿Qué padre y madre desean que sus hijos sean un dechado de virtudes? 
¡Todos! 
Pero también a veces no son ni los padres ni los hijos quienes incumplen sus objetivos de vida. Hay fuerzas adversas y destructoras que vienen de afuera y van con todo a intentar destruir lo bueno, lo noble, lo positivo que hay en la vida del ser humano y de una familia.
La Biblia anuncia que Dios envió a su hijo al mundo para intentar que todo aquí sea justo y bueno.
Además de criticarlo, escupirlo, insultarlo, azotarlo y colocarle una corona de espinas, lo hicieron cargar una cruz y lo fueron lacerando por el calvario y al final lo crucificaron.
“¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”.
Y hay que ver cómo está el mundo después de 2014 años de esa muerte.
Si hubiera algo que festejar el Día del Padre habría que acudir a ese Padre y ver qué se puede obtener de sus enseñanzas. 
Es posible que no sea difícil conseguir que alguien explique sus parábolas.
¿Día del Padre?
¡Día del comerciante voraz! 

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