martes, 30 de septiembre de 2014

COLUMNA

Más violencia en Guerrero

 Apolinar Castrejón Marino 

La gente está muy indignada y escandalizada por los acontecimientos más recientes en los que perdieron la vida algunos jóvenes estudiantes, en las inmediaciones del municipio de Iguala. 
Los padres, amigos y compañeros de las víctimas tienen una inmensa pena, pero el resto de los habitantes de la pequeña ciudad de Tixtla, en la cual está enclavada la Escuela Normal de Ayotzinapa, permanecen completamente indiferentes.
Una camioneta particular recorre las calles de Tixtla voceando arengas para que la gente se una y participe en mítines y marchas en contra del gobierno: “…luchemos contra este gobierno represor para que no siga masacrando a nuestros estudiantes”.

En los corrillos, mencionan otras víctimas: 2 jóvenes futboleros en los mismos hechos de Iguala. En la televisión transmiten la entrevista que le hicieron a uno de los jugadores (15 años), que también iban en el mismo transporte. Una ancianita de huaraches rotos y reboso raído dice muy conmovida: “Hay pobrecitos, eran unos niños ¿Por qué los mataron?” 
La cuarta parte de la población tixtleca está muy curtida para hablar de desgracias. Nomás no lloran porque de plano son muy hombres. Apenas tiene un año que vieron como las aguas de la laguna invadían sus casas. Las mujeres sorben en silencio sus lágrimas recordando cómo se murieron ahogados sus gallinas, perros y gatos. Perdieron camas, ropa y electrodomésticos. 
El 15 de septiembre era la fecha fatídica. Este año era el primer aniversario de la inundación que derrumbó sus casas, o las dejó inhabitables. Llegó la fecha, y no pasó nada; pero nadie se siente seguro, pues aún no termina la temporada de lluvias. Los campesinos no han podido sembrar, y entonces no tiene qué vender… y les da mucho trabajo conseguir qué comer. 
Es una verdadera lástima que dos jóvenes estudiantes hayan perdido la vida, víctimas de las fuerzas armadas, y no es cristiano desearle ese daño a nadie. Hasta es posible que les asista la razón en sus luchas y protestas, pero a esas familias de los jóvenes asesinados ¿de qué les sirve ahora, que sus hijos hayan tenido la razón?
¿A quién hay que cargarles la cuanta de estas víctimas más recientes? ¿Al gobernador, a la policía, al Presidente igualteco? Desde este espacio, queremos precisar que hay personajes públicos que aprovechan la radio, la prensa escrita y los medios electrónicos, para exaltar a los jóvenes hacia la desobediencia, y la protesta.
Dos o tres individuos que “se quedaron en el viaje”, y andan por ahí con sus fachas de mezclilla, greñudos y barbones, que han mantenido sus discursos “marxistas”, de camaradería y anti imperialistas. Anacrónicos que como no pudieron hacer otra cosa en la vida, se morbosean instigando a los jóvenes a la violencia, casi siempre con resultados fatales.
Atacan al gobierno, y pretenden dañar a los comerciantes y empresarios. Sus blancos preferidos son las autopistas, las tiendas “de conveniencia” y las empresas de autobuses, argumentando que tienen mucho dinero y que no saben gobernar.
Pero el gobernador está tranquilamente en la casa de gobierno y los empresarios en sus mansiones. A quienes dañan, son a los ciudadanos como usted y como yo, cuando nos trasladamos al trabajo o por motivo de compras. Somos nosotros los afectados cuando cierran la autopista y venimos con nuestra familia, y los niños tienen hambre y sed después de 4 o 5 horas de estar varados. 21 muertos en Tlataya, un niño muerto en Puebla, más los últimos 5 jóvenes caídos ante las balas.
Docenas de cadáveres que aparecen cada semana en los montes, en las carreteras y en los baldíos. Otras docenas de desaparecidos y de secuestrados ¿por qué “echarle ribete a la pérdida”?

1 comentario:

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