lunes, 8 de septiembre de 2014

PRIMERA PLANA

Cosmos

Festejo hoy de la Virgen de la Natividad;
antes caminatas de capitalinos a Tixtla 


Héctor Contreras Organista.--Por fin hemos terminado el trabajo periodístico que nos encomendaron. El punto final lo pusimos anoche. Guerrero, nuestro estado, es una cantera inagotable y muy rica en información en todos los rubros, al grado que muchos, pero muchos años y mucho trabajo cotidiano no alcanzaría para explorarlo y dar a conocer todas las riquezas que tiene en eso, en todos los rubros.

Por ejemplo hoy, este día 8 de septiembre. Como año con año se festeja a la Virgen de la Natividad en Tixtla. Años atrás había peregrinaciones que venían de diversos lugares del estado y también de otros. Mucha gente, chilpancingueños, particularmente, hacían la caminata por la carretera vieja, iban muchas familias. Pasaban a refrescarse al manantial de la “Media Luna” y llegaban felices al Santuario de la Natividad en Tixtla donde eran recibidos por el sacerdote, oficiando una misa y los vecinos, después, invitaban el rico pozole con su respectivo “torito” (mezcal con chiles).
La Natividad es una virgen que, como dice la tradición tixtleca: “Aquí se quiso quedar”. Se cuenta que había sido llevada a Puebla, donde estaban y siguen estando los artesanos más trinchones para retocar imágenes traídas de la Iberia antigua por los frailes. Cuando los transportadores de la virgencita se quedaron a descansar a su paso por Tixtla, porque antes no había carreteras y el paso por Teoixtla era obligado, se instalaron ahí donde están los árboles añosos conocidos como “Sabinos” o ahuehuetes, y al despertar para continuar su ruta hasta Tixtlancingo (Costa Grande rumbo a Coyuca de Benítez), de donde la habían llevado a Puebla, resulta que la virgen de la Natividad “se hizo pesada” y ahí se ha quedado hasta nuestros días.
Muchos personajes de nuestra historia han sido devotos de la Natividad, destaca el General Vicente Ramón Guerrero Saldaña quien le regaló un collar, aretes, pulseras, corona y cetro tanto a ella como al Niño que tiene en sus brazos. Esas joyas estuvieron años en las santas manos de los curitas chocolateros que llegaba ahí, pero resulta que una noche, uno de esos curas fue a la XEPI, donde vivía la familia Peyrón, que eran los propietarios de la estación de radio, y el tal cura –que por ahí debe andar su nombre- le dijo a la señora Cristina Peyron que le entregaba las joyas de la virgen porque él tenía que salir inmediatamente a Roma. Lo habían mandado traer con urgencia.
Sin duda que el Papa de ese entonces ha de haber estado muy necesitado de la presencia y consejo personal del curita mencionado. La señora Peyrón se quedó con las joyas que a su vez, mediante la presencia de vecinos, devotos y autoridades entregó las joyas a una especie de Patronato y estos al cura de la iglesia de San Martín (la que está en el centro). Pero cuando este cura recipiendario de las Joyas de la Virgen, fue cambiado de iglesia, entregó “las joyas de virgen”, que era pura bisutería y en menor escala, a los vecinos. Estos se encanijaron y reclamaron.
Lo supo la prensa y sus chismosos armaron un escándalo fenomenal que dura hasta nuestros días. Se dice que la corona de la virgen pesa (porque debe andar por ahí) ¡Cinco Kilos Oro! Las peregrinaciones a Tixtla disminuyeron, dicen que por el florecimiento de infinidad de sectas que llegaron a Tixtla y otros dicen que por culpa de los ratas la fe y la confianza se han perdido. No a la santísima virgencita, sino a sus santísimos saqueadores, hijos de su chiquihuitera ambición.
Existe un versito en la canción “Tixtlequita” que dice: “La Natividad hermosa en su santuario siempre está, bendiciendo corazones peregrinos en su altar… Sí que sí; sí que sí: Es milagrosa La Natividad”.
Los ahuehuetes siguen allí, firmes desde hace cientos de años y también se dice que donde hay ese tipo de árboles, el agua abunda, tal vez por eso se llaman así: Ahuehuetes.
Lo que movía a risa hace años es que un curita de esos muy lejanos a la forma de pensar al Papa Pancho, puso unos letreritos en el tallo de los ahuehuetes.
“Prohibido a los novios besarse en este lugar: La Virgen”.
“No prender veladoras en este lugar: La Virgen”.
“Guardar silencio en este templo: La virgen”.
Nomás le faltó poner:
“Devuélvanme las joyas que me robaron, ratas: La Virgen”.
En ese lugar fue sepultado el Coronel José María Bernal, héroe del sitio de Chilapa. Cuando se demolió la pequeña y vieja iglesia, que hoy es el Santuario, su tumba estuvo a punto de desaparecer, pero los buenos vecinos de Tixtla lo inhumaron y sepultaron en un sitio cercano a La Villita, a la salida para Chilapa.
En 1968, los restos mortales del héroe nacido en Zumpango, fueron trasladados mediante una impresionante ceremonia cívico-militar a su tierra natal, donde fueron depositados bajo el busto que le mandó hacer el historiado Moisés Ochoa Campos, en la época cuando Raymundo Abarca Alarcón era el gobernador de Guerrero,
También don Moisés le mandó hacer un retrato al óleo que estaba colocado en la presidencia municipal, pero le pasó lo mismo que a las joyas de la virgen de La Natividad, se lo robaron… ¿Quién pudo haber sustraído cuadro tan valioso de las oficinas de un alcalde? Dicen que hubo uno que cargó con todo. Cuando le pregunté por el cuadro, me dijo: ¡Yo no me lo llevé!
Muchas felicidades, pues, a todos los devotos de la milagrosa virgencita de La Natividad de Tixtla.
Nomás nos falta decir que en Chilpancingo, cuando se hizo a fuerzas y no por necesidad “el barrio” de Tequicorral, que no reúne las características para ser barrio, porque varias colonias están en su panza, lo primero que la gente preguntó es: ¿Y dónde va a quedar la iglesita?, en lugar de preguntar dónde va a quedar un Centro de Salud, una escuela, un kínder, una biblioteca. No. La pregunta más importante era: ¿Dónde va a quedar la iglesita?
Y, ya vieron dónde quedó. Y le impusieron a La virgen de La Natividad como Patrona de Barrio de Tequicorral –el más antiguo de Chilpancingo, mucho antes que existieran San Mateo, San Antonio, San Francisco y Santa Cruz… pero por ser vecinos muy pobres, jamás los pelaron, hasta que el alcalde Saúl, el grande, les dio su "barrio".
Por cierto, y para terminar, me encontré a Elías Ramírez que anda organizando la fiesta de San Mateo (para el 21 de septiembre) y se queja que los políticos no le entran con su cuerno. Le dije que los mande mucho a Chichihualco y que ni los invite, ínches gorrones. ¡Hazle la fiesta a san Mateo no a esos cabrones! 

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