martes, 9 de septiembre de 2014

PRINCIPAL DE NOTA ROJA

Deja pueblos fantasmas
narcoviolencia  sierreña


 Jonathan Cuevas.--En la sierra de Guerrero existen al menos 30 pueblos sin habitantes y otros 10 en los que las familias han iniciado el éxodo. El motivo; la inseguridad. 
El listado de los “pueblos fantasma” se centra en los municipios de Heliodoro Castillo, Atoyac, San Miguel Totolapan, Coyuca de Catalán, Apaxtla y Teloloapan; son parte de las regiones Centro, Norte, Costa Grande y Tierra Caliente. 

Esta es la región de más difícil acceso para las autoridades. En toda la parte serrana no hay un solo policía estatal, ministerial, federal y ninguna otra autoridad más que el Ejército Mexicano cuyos elementos andan entre los sembradíos de Amapola, vehículos abandonados enteros o en partes, o casas quemadas. 
Ahí circulan decenas de carros “chocolate”, principalmente camionetas diseñadas para andar en los desgastados caminos que comunican un pueblo con otro. Pero allá, no hay quien decomise los automotores. 
Y es que no hay retenes en los accesos o salidas de los pueblos o en las carreteras como suele verse en otras regiones. Los elementos del Ejército Mexicano se limitan a concentrarse en sus campamentos y por el día recorrer los caminos y poblados, o despoblados en el caso de los lugares donde la gente decidió huir. 
Las detenciones son mínimas y no caen los líderes de las principales bandas del crimen organizado que operan en la Sierra; La Familia Michoacana y Los Guerreros Unidos. 
Pero pareciera que allá, los pueblos han entrado en rivalidad a consecuencia de la presencia de esos grupos criminales. La gente se identifica con uno u otro grupo; es decir, ya no son una misma región como antes. Ahora se odian a muerte por los intereses encontrados en la disputa por el territorio.
La delincuencia organizada los ha metido en una dinámica de confrontación que se facilita entre la gente ante la ausencia de alguna autoridad. Allá, si hay enfrentamientos armados, “levantones”, robos, asesinatos o cualquier delito, no hay quien haga diligencias, quien investigue o quien prometa justicia. De hecho, la justicia se convierte en rencor entre pueblos o familias.    
En la sierra al menos el 80 por ciento de los campesinos se dedican a la siembra de enervantes. La Amapola es lo que predomina. La cosecha es en noviembre generalmente. Entonces los cerros se bañan en colores diversos que trae consigo una hermosa flor. 
Es cuando los grupos del crimen organizado arrecian su presencia en busca de que se les venda la mejor cosecha. También por esas fechas arrecia la disputa por los pueblos y se presiona a la gente de la Sierra para que trabajen con una u otra “empresa”. Son pocos los pueblos que deciden ser independientes. 
Pero la independencia para ellos significa sufrir de robos, hostigamiento, extorsiones, amenazas, violaciones a las mujeres, agresiones físicas o asesinatos. 
Es preciso destacar que quienes tienen afinidad con uno u otro grupo no son ajenos a esto, pues la banda contraria busca en todo momento irrumpir en sus territorios y atentar contra la gente.  
Así se vive en la sierra según los testimonios de los ciudadanos que dicen tener miedo a uno u otro grupo criminal; un miedo que nunca antes se había sentido en esa brava región, de gente trabajadora y los mejores paisajes. 
La constante violencia contrasta con la majestuosidad de las montañas, los mejores jardines naturales, los caminos cubiertos de niebla, las hermosas casas de madera, algunas que parecen castillos de fantasía entre verdes pastizales y enormes palos de ocote. 
La sangre que corre en la zona se contrapone a la paz que se siente al respirar aire fresco, aire puro. A las impresionantes cascadas y arroyos que caen desde lo más alto de las montañas que sobrepasan la altura de algunas nubes. A los rústicos caminos que cruzan entre las aguas de los arroyos y se visten de hojarasca seca.   
Son para los sierreños los mejores paisajes. Lo mismo dicen las pocas personas que se atreven a conocer aquellos territorios olvidados por el gobierno y temidos por los operadores de los programas de asistencia social que, dejaron de llegar hace más de un año.
Y es que en la sierra alta hay total ausencia de autoridad. A diferencia de la Montaña que es otra zona de total marginación, aquí ni siquiera llegan ya los políticos en campaña para pedir el voto.
La lista… 
En la sierra de Teloloapan, los pueblos de El Pericón y Laguna Seca han sido fuertemente golpeados por el crimen organizado. Las familias huyeron desde principios de este año y se niegan a regresar. 
En estos irrumpieron grupos armados, concentraron a la gente afuera de la comisaría de Laguna Seca y ejecutaron a dos personas. Después de esos hechos ocurridos a principio de marzo, la gente decidió huir. En los pueblos quedaron los animales que han muerto de hambre a estas alturas. 
En Apaxtla hay un pueblo llamado Xochitepec. Fue conocido a nivel estatal y nacional en febrero luego de que más de 600 familias huyeron y se refugiaron en la cabecera municipal, luego de que grupos delincuenciales irrumpieron y protagonizaron enfrentamientos armados.  Actualmente más del 50 por ciento de la población continúa en el exilio.  
De las 19 comunidades que hay en Apaxtla, algunas siguen siendo consideradas como focos rojos por la inseguridad y la presencia de los grupos armados, tal es el caso de San Felipe, Xochitepec, San Pedro y Liberaltepec.
En este último pueblo también continúan en el exilio las familias desde el mismo mes de febrero. En total entre Liberaltepec y Xochitepec, hay más de 200 personas desplazadas.
En la sierra alta, la parte más lejana de la capital del estado hay varios pueblos en estas mismas condiciones. Yerba Buena, Yerba Santa, El Jilguero, Vuelta del Sur, Escalerilla, Banco de Grava y La Guitarra son 7 pueblos de Heliodoro Castillo que lucen totalmente vacíos. 
De estos no se había conocido la situación hasta este mes de septiembre cuando reporteros recorrieron esa parte serrana de la entidad. Ahí la gente huyó entre finales del 2013 y principios de este 2014 luego de que grupos del crimen organizado de La Familia o Los Guerreros Unidos irrumpieran poblado por poblado secuestrando gente, matando y abusando sexualmente de las mujeres. 
Caso similar sucedió en La Galera, perteneciente a Atoyac en esta parte alta de la sierra colindante con Heliodoro Castillo y San Miguel Totolapan. 
Todos estos pueblos hoy lucen desoladores. En algunos si acaso permanecen entre una y 10 familias, pero en su mayoría no hay vida humana solo casas viejas, vehículos abandonados, algunos animales que sobreviven deambulando, e incluso hasta viviendas incendiadas. 
En San Miguel Totolapan hay pueblos como La Gallinita, Toro Muerto, Cruz de Ocote, El Chachalaco, El Descombro, Linda Vista, Puerto Progreso, Piedra Concha, El Barroso, Santa María Sur, La Mesa, La Mesa de Tehuetla, Barranca de Iguala, San Miguelito, Pericotepec y El Querengue. Todos estos, abandonados al cien por ciento o al menos en un 70. 
Las pocas familias que quedan en uno que otro pueblo son las que se niegan a dejar sus tierras y animales para tener derecho a la vida. Simplemente sobreviven ahí esperando su muerte. 
El Carrizal y Santa María de las Flores, en Coyuca de Catalán, también quedan únicamente las casas vacías.   
Varios de los pueblos mencionados se cruzan sobre el camino que va desde Chilpancingo hasta Petlacala, pueblo hundido en las entrañas de la sierra donde la gente decidió hacer un levantamiento armado en contra del grupo criminal La Familia Michoacana. 
Ahí solo decidieron huir dos familias; el resto prefirió quedarse a defender su vida y sus tierras de los grupos armado que han llegado a asentarse por semanas en su comunidad, obligando a la gente a darles comida, bebida y una cama para dormir. A pesar de eso, se han llevado a las mujeres para violarlas. 
Otros pueblos vecinos apoyan el movimiento de Petlacala, principalmente aquellos pocos que no simpatizan con uno u otro grupo, pero no se han animado a tomar las armas aún, aunque en el discurso ya lo han hecho. 
Pueblos del narco… 
Según cuentan los pobladores de la sierra, los pueblos fantasma son aquellos cuyos habitantes se inmiscuyeron con el narco, y al entrar en una guerra entre bandas fueron perseguidos o atacados por los contrarios, lo que orilló a que huyeran de ahí. 
Pero a la vez destacan que hay gente “limpia” que, tuvo que huir al verse empañada por los actos de aquellos pobladores que incursionaron en la delincuencia organizada. 
Lo que no pudieron negar lo propios sierreños es que en esa zona del estado hay “pueblos del narco” que si bien, no secuestran, roba, violan o matan, pero son parte de Los Guerreros Unidos o La Familia Michoacana.
Estos suelen reforzar únicamente a su grupo en momentos de fuertes confrontaciones, ya sea ahí o en otra parte del estado. 
Hay pueblos como San Miguel, Piedra Concha, Dos Caminos, Las Tunas, Perico, Coronillas, entre otros del lado de la Tierra Caliente, donde opera La Familia Michoacana y, para quienes respaldan a los Guerreros Unidos, es imposible entrar o pasar por ahí. 
Su única salida es hacia la capital por Heliodoro Castillo, donde la mayoría de los pueblos son dominados y tienen afinidad con Los Guerreros Unidos. 
Uno de los casos es el de Laguna de Hueyanalco perteneciente a Totolapan, donde según la versión de los pueblos aledaños, está muy arraigada la simpatía con Los Guerreros Unidos. Pero hace no más de un año, el pueblo tenía afinidad con La Familia. 
Según las versiones recabadas, la Michoacana empezó a realizar secuestros, robos y asesinatos, así como violaciones en los pueblos de esa zona, actos que a los pobladores de La Laguna no les parecieron por tratarse de la misma gente de la sierra.
Entonces decidieron cambiar de bando y empezaron a tener relación con los Guerreros, luego de que supuestamente estos pactaron respeto a la gente de la región. 
Desde entonces (hace un año aproximadamente), la Familia Michoacana ha tratado de irrumpir en el pueblo para matar a la gente, pero la unidad de ese pueblo ha evitado que sea destrozado. 
Pero aun así han logrado entrar. El primero de septiembre de este año, un comando armado cruzó el pueblo hacia uno de sus anexos que es Yolotla, esto pese a que había presencia del Ejército en ese momento. De ahí “levantaron” a tres personas; dos jóvenes y una señora identificada como “la mamá de El Chino”, uno de los jefes de los Guerreros Unidos. 
A partir de ese momento según los ciudadanos de esa región, se habría declarado la Guerra de forma literal entre los que de por sí ya eran grupos rivales, quedando en medio la autodefensa que lucha contra La Familia Michoacana, pero que a la vez busca que “Los Guerreros Unidos dejen las armas”, al menos al estar en la región.
En la Sierra los ciudadanos buscan paz. Se dicen temerosos y piden la permanencia del Ejército Mexicano en la zona a fin de ahuyentar a los grupos del crimen organizado. No quieren ninguna otra corporación “porque todas están coludidas con la delincuencia”. 
“Queremos volver a ser libres, caminar hacia nuestras tierras de labor, de un pueblo a otro y salir a cazar como siempre lo hemos hecho. No queremos que nuestras hijas, mujeres o madres sigan siendo ultrajadas, solo buscamos paz”, expresó uno de los integrantes del movimiento de autodefensa. 
De la siembra de enervantes, otros pobladores afirmaron que no hacen daño a nadie reconociendo que es una de las principales actividades de la región, pero que únicamente se dedican a vender sus cosechas. 
Aclararon que muy difícilmente la gente se dedicará a otra cosa allá, menos con el total abandono del gobierno que ahora les ha quitado los programas de asistencia social. Afirman que la disputa entre las bandas del narco por la región, tiene que ver con al terreno tan fértil que hay para la siembra de enervantes. 
“¡Va!, ésta es la tierra más fructífera”; dijo un joven de escasos 26 años que se identifica como parte de Los Guerreros Unidos, pero atento y humilde como toda la gente de la región. (API).

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