lunes, 12 de enero de 2015

COLUMNA

 No a la educación privada

Apolinar Castrejón Marino 


Muchos de los problemas que nos aquejan a los mexicanos en general y a los guerrerenses en particular, se derivan del rechazo a la educación privada por parte de los “maestros” afiliados a la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación (cetegistas).
Esos iluminados “maestros” se han atribuido la obligación de “salvarnos” de la educación privada, porque dicen, es una cosa del diablo. Y para defendernos de esa monstruosidad de educación privada, mantienen cerradas todas las escuelas públicas de la montaña, la región más pobre del Estado de Guerrero.

¡Primero vamos a persignarnos, y luego vamos a ver qué cosa es eso de la educación privada: Lo que todos podemos ver es que se trata de escuelas que son propiedad de una o varias personas, que previamente compraron un terreno, construyeron las aulas, y contrataron a los profesores para impartir las clases. Hasta aquí no encontramos nada diabólico.
También podemos ver que constituyeron una junta o un colectivo, para que se encargue de los planes y programas educativos, de las reglas y normas, y cualquier otro control al interior del plantel. Luego acudieron a las autoridades estatales a presentar todo su proyecto para su aprobación. Porque nadie puede establecer una escuela como si abriera un negocio de vender carne de pollo.
Los miles de jardines de niños, escuelas primarias, secundarias, de bachillerato y universidades, son insuficientes para atender a todos los niños y jóvenes que quieren estudiar. Y también hay muchas familias que tienes bastante dinero, y quieren que sus hijos asistan a este tipo de escuelas. Por eso el gobierno permite este tipo de escuelas, y muchas son propiedad de organizaciones religiosas.
También les llaman colegios, y a los maestros les llaman teacher y miss, debido a que pretenden impartir una educación más internacional, y ahí se cursan más horas de idiomas. A muchas personas, esto puede no parecerles bien, pero no están obligadas a llevar ahí a sus hijos.
 Las escuelas privadas están comprometidas a dar una atención satisfactoria al cliente porque de otra manera no tendrían alumnos, y sin ingresos se verían obligados a cerrar. Este factor de riesgo es lo que les obliga a mantener cierta calidad de sus servicios. Por supuesto que las escuelas más competitivas, las que responden más a los intereses de los clientes obtienen mayores ganancias, no olvidemos que son un negocio. 
¿Por qué no asisten a estas escuelas todos los niños? Pues porque son caras. ¿Por qué no les agradan este tipo de escuelas a los maestros? Pues porque ahí no se suspenden clases a cada rato, ni se les permite que anden de “revoltosos” o que vayan borrachos a dar clases. ¿Los profesores que ahí trabajan, son malos? Parece que son como los demás maestros, solo que ahí están sujetos a supervisión constante, y evaluaciones permanentes.
 Los maestros que aspiran a trabajar en estos centros educativos, deben haber egresado recientemente de una escuela normal para profesores. Son rigurosamente entrevistados y examinados, a fin de garantizar que estén bien preparados, actualizados, y que sepan comportarse adecuadamente con los alumnos y con sus compañeros. 
Quienes laboran en estos centros, afirman que tienen buenas instalaciones, materiales didácticos suficientes, servicios, seguridad, y sueldos decorosos. Por principio, todos los maestros son iguales, y no hay favoritismos para conseguir tal o cual grupo u horario. Pero como en México nada hay químicamente puro, también se llegan a colar algunos casos de corrupción, pero cuando se descubren, no hay intención de minimizarlos ni de ignorarlos. 
En contraparte, los “maestros” cetegistas quieren obligarnos a “apoyar” a la educación pública, porque es el gobierno quien debe encargarse de construir planteles, pagar a los docentes, diseñar los planes y programas; todo lo subsidiado con los impuestos que pagamos los contribuyentes.
 Les parece estupendo que la "educación pública" sea manejada por burócratas y políticos, que tienen asegurado el dinero oficial y no necesitan preocuparse por dejar satisfecho al cliente, pues no tiene donde más ir. En la “educación pública” los alumnos están despojados de su capacidad de exigencia, pues al no pagar directamente, no pueden ejercer su derecho de exigir que sus profesores cumplan con su labor.
 Finalmente, diremos que en las escuelas impera un sistema autoritario donde el alumno es víctima del despotismo del director y de los mismos profesores que en ocasiones, llega a extremos escandalosos. La gente sabe perfectamente que las oficinas en donde despachan los más altos jefes, son agencias de colocaciones, y “centros de enganche” para quienes buscan trabajo “a cualquier precio”, y donde pululan aleteando las “mariposas traicioneras” que buscan un ascenso, doble plaza, incremento de horas, horarios compactados y demás.

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