jueves, 8 de enero de 2015

COLUMNA

Los Reyes Magos

Apolinar Castrejón Marino

Pues estamos iniciando un nuevo año, y aunque es México tenemos pocos motivos para pensar que será un gran año, podemos refugiarnos en las fiestas y tradiciones, que nos trasladan a un mundo feliz. 

Y quizá hasta se valga pedir a los Reyes Magos juguetes, dinero y regalos, como lo hace el Presidente Enrique Peña ¿Usted que pediría en su cartita?
Tome en cuenta que los tiempos han cambiado mucho, y los chicos ya no piden juguetes, ahora solo quieren su Tablet, su teléfono celular y sus juegos PS. Unos compadres estaban comentándose que cuando eran niños, los reyes los engañaban con cualquier cosa: un carrito de madera, un trompo y un yoyo. Las niñas se conformaban con una muñeca “dormilona” y su “juego de té”.
En la revista “México Desconocido” encontramos la historia de los Reyes Magos, que eran las majestades orientales que se juntaron para adorar al “Niño Dios”, cuando nació en Jerusalén, ofreciéndole oro, incienso y mirra; que eran los tesoros más grandes de entonces. Provenían de diversas partes del mundo: uno era negro (quizás africano), otro blanco (aparentemente europeo), y el tercero tenía facciones árabes.
En México se les llama “Santos Reyes”, y es una de las principales tradiciones que ayudaron a la evangelización de nuestro país. Los primeros misioneros conocían perfectamente la historia de estos personajes. Según sus enseñanzas, se llamaban Melchor, Gaspar y Baltazar, y viajaban, montados en un caballo, un camello y un elefante.
Después de adorar al Niño Dios, decidieron hacer regalos a todos los niños del mundo el día 6 de enero de cada año. Como son Santos y Reyes, todo lo pueden hacer, pero para que sepan qué quieren los niños, con anticipación, deben hacer una cartita, y el día 5 por la noche, deberán colocarla junto a su almohada o en uno de sus zapatos, para que los Reyes la lean. Aunque casi siempre se equivocan, porque tienen que leer de prisa y a oscuras en la noche.
Otra costumbre asociada con el Día de Reyes es partir la rosca, que consiste en reunirse familiarmente o con un grupo de amistades, para degustar como desayuno o como merienda, un trozo de pastel de forma anular con chocolate caliente. 
La parafernalia consiste colocar uno o varios muñequitos de plástico escondidos en la rosca, para que cuando cada invitado corte su rebanada delante de todos, se vea si el azar le asignó una rebanada que tenía un muñequito escondido, lo cual la tradición indicaba que había tenido la fortuna de obtener al Niño Dios.
Según la tradición, el afortunado o los afortunados que habían encontrado un muñequito en su rosca, habían sido designados por el Niño Dios para ser los más afortunados en este año, y como gratitud se comprometían a costear un desayuno a todos los demás invitados, para el próximo día 2 de febrero, llamado Día de la Candelaria.
A últimas fechas, la mezquindad de las gentes ha llevado a considerar un castigo que les salga un muñequito de la rosca, al que también llaman despectivamente “el mono”. Y en las escuelas, oficinas de gobierno y cualquier centro de trabajo la “partida de rosca” se realiza sin ningún espíritu místico, y solo es un pretexto para eludir el trabajo, y hasta para buscar acercamientos corporales.
Esperemos que aún haya niños con ilusión y fantasía que hagan su cartita pidiendo algo que los alegre perdurablemente, y que pidan sin ambición, ni para ofender a los que pidan juguetes más humildes. Nuestros mejores deseos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.