miércoles, 4 de febrero de 2015

ARTICULO

R. Ortega  por la 
concordia y la paz

“La  gobernabilidad se dibuja cuando los ciudadanos respetan las leyes y a su gobierno”. Juan Linz.

Efraín Flores Maldonado*

El Estado de Guerrero históricamente se ha mantenido como entidad abandonada por los gobiernos centrales y en reiteradas ocasiones sus gobernantes han sido depredados por un poder nacional faccioso que ha propiciado gobiernos breves, ineficientes e inestables. Ha sido la inestabilidad política la que ha evitado que iniciemos un camino claro para construir nuestro indispensable
desarrollo social integral. De una tragedia pasamos a otra; de gobernantes mediocres pasamos a gobernantes reaccionarios y en las escasas ocasiones en que hemos tenido gobernadores inteligentes y honestos, cuatro o seis años no bastan para despegar hacia significativos niveles de bienestar popular. En ocasiones la obra visionaria de algún ejecutivo es destruida por el inmediato posterior y nuevamente la carreta se atora y sus llantas se quiebran o desinflan. Por ello siempre recordaremos a Juan Álvarez, Francisco Arce, Caritino Maldonado Pérez, Israel Nogueda Otero,  Rubén Figueroa Figueroa, Alejandro Cervantes Delgado y José Francisco Ruiz Massieu. A ellos debemos la obra material valiosa que hoy tenemos y de entre estos, Alejandro Cervantes y José Francisco Ruiz Massieu serán siempre considerados como los impulsores del desarrollo político del Estado. En estos momentos Guerrero vive nuevamente una situación difícil, desconcertante y desarticuladora de los nervios del gobierno y del tejido de la sociedad civil. Ayotzinapa todavía no deja de sangrar. Su tragedia es la tristeza de todos los guerrerenses. Su impunidad será nuestra vergüenza histórica. Más allá de castigar a los culpables está el sentimiento y el pensamiento social que insiste en buscar y encontrar vivos a los jóvenes normalistas. De lo que se sabe, hay más preguntas que respuesta, mas cómplices que culpables. A pesar de esta incógnita, Guerrero debe retomar su camino rumbo a la normalidad política; Que los alumnos de Ayotzinapa vuelvan a sus aulas de clases, que los tribunales federales y locales procesen y sentencien a quienes resulten culpables y que el gobierno de Guerrero engrase y ponga en movimiento los engranajes de su vida institucional. El gobernador Salvador Rogelio Ortega mientras mantiene su interés por el caso Ayotzinapa, se mantiene caminando al encuentro de los problemas que debe enfrentar porque son inevitables, mientras sus opositores a campo raso y en la penumbra, esperan su error, su insuficiencia para señalarlo públicamente, minimizando lo positivo de su obra material, social y política. Son agoreros del desastre; Cobradores de supuestas deudas partidistas; Pequeños rufianes  que se sienten ignorados y que sin ellos, miran al gobierno incompleto…imperfecto. Pero el ejecutivo, ocupado y preocupado por los problemas cotidianos que debe enfrentar,  procura ignorarlos para dirigir su energía física, intelectual y académica a la reconstrucción de la vida civil y de la institucional. La purificación de este tiempo dramático debe ser la tarea más importante del gobernante; extender sus manos como muestra de cordialidad y ayuda institucional. Su relación con las organizaciones sociales del Estado, está en marcha. Ha firmado ya un convenio de colaboración con la CRAC y en los próximos días lo hará con  UPOEG; Globalizando lo valioso de todas las organizaciones sociales, en cuestión de días ROM será  testigo de la conformación de una “ Comisión de la concordia y la paz para el desarrollo sustentable del Estado de Guerrero”, que incluirá a las organizaciones y líderes más representativos de la entidad. Se conformará el consejo estatal para el desarrollo de Guerrero y lo complementará una comisión intersecretarial que procesará las demandas sociales y las convertirá en respuestas a las carencias de los guerrerenses. En este camino se encuentra ahora el gobernador Salvador Rogelio Ortega Martínez. Ese es el mejor fertilizante para construir el desarrollo, la concordia y la paz en que está empeñado el gobernante. Lo demás  son gritos en el desierto y miradas de tuertos. Es todo.* Doctorante en Ciencia Política.

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